Cada 24 de junio se suma otro año y hasta hoy son 189 desde la batalla de Carabobo, no sólo una fecha enmarcada en la historia de Venezuela, sino un evento que cambió al país y la manera en cómo se desarrollaría posteriormente. Un hombre y otros ilustres dirigieron un acto sangriento en la que la victoria no sólo fue de ellos, sino de las generaciones que le siguieron.
Las ideas revolucionarias y patriotas del Libertador, Simón Bolívar, lo llevaron aquél 24 de junio de 1821 a dar un importante paso que llevaría a Venezuela a la independencia del imperio español instaurado y que ejercía –aunque debilitado- el poder en el territorio.
Esa misma debilidad devengó en rebelión, que llevó a miles de venezolanos a integrar el ejército de Bolívar, y finalmente a enfrentar a quien era la representación española, Miguel de la Torre, y a sus hombres.
Cada líder se organizó de manera similar: Bolívar contó con José Antonio Páez, Manuel Cedeño y Ambrosio Plaza, cada uno a cargo respectivamente de la división de los Bravos de Apure y los Cazadores Británicos, la divisipon de Tiradores y Vargas, y la división de Riflez, Vendededor de Boyacá, Granaderos y Anzoátegui.
Por su parte, de la Torre tuvo el apoyo de Tomás García, Andrés Riesco y Francisco Illas, quienes comandaron los batallones que pelearon contra los hombres de Bolívar.
Las estrategias de Bolívar fueron asertivas, pues sabía que por la posición de los realistas (o el ejército español) no sería posible atacarlos sino por la derecha, un punto débil, un flanco descubierto y que supo aprovechar al enviar a parte de su ejército en esa dirección.
De la Torre no era menos astuto y pudo ver clara la estrategia de Bolívar, quien había ordenado a otro batallón seguir por el centro, mientras el otro avanzaba por la derecha. El realista también envió a parte de su ejército para detener el avance de l ejército libertador, allí comenzó el ataque violento.
El batallón de Torre logró disminuir al de Bolívar, pero un refuerzo hizo la diferencia, y su ejército hizo retroceder al de la autoridad española, quien al verse debilitado, envió a dos grupos para hacerle frente, y finalmente se retiraron después de disparar contra la caballería.
El ejército español finalmente fue disminuido por el de Bolívar, quien atacó desde dos posiciones y obtuvo la victoria en la lucha independentista. Un último intento vio Torre al ordenar a los lanceros atacar, pero sorpresivamente estos declinaron y huyeron al ver la respuesta del ejército libertador.
La sangre que los hombres derramaron en el campo de batalla en Carabobo, significó no sólo un triunfo de Bolívar ante el gobierno español. Este importante evento fue clave en el logro de la independencia, que se obtuvo definitivamente en 1823 con la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.
En esta fecha recordamos que Venezuela es país de ciudadanos libres, gracias a la lucha que emprendió el Libertador, y a la determinación de valientes hombres quienes dieron su vida en la batalla, esfuerzo y sacrificio cuyos resultados hoy por hoy disfrutamos.
PARTE DE LA BATALLA DE CARABOBO: Carta de Simón Bolívar
Al Excelentísimo señor Vicepresidente de Colombia.
Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria el nacimiento político de la República de Colombia.
Reunidas las divisiones del Ejército Libertador en los campos de Tinaquillo el 23, marchamos ayer por la mañana sobre el Cuartel General enemigo situado en Carabobo, en el orden siguiente: La primera división, compuesta del bravo batallón Británico, del Bravo de Apure y 1.500 caballos a las órdenes del señor general Páez. La segunda, compuesta de la segunda brigada de La Guardia con los batallones Tiradores, Boyacá y Vargas, y el Escuadrón Sagrado que manda el impertérrito coronel Aramendi a las órdenes del señor general Cedeño. La tercera, compuesta de la primera brigada de La Guardia con los batallones Rifles, Granaderos, Vencedor de Boyacá, Anzoátegui y el regimiento de caballería del intrépido coronel Rondón, a las órdenes del señor coronel Plaza.
Nuestra marcha por los montes y desfiladeros que nos separaban del campo enemigo fue rápida y ordenada. A las 11 de la mañana desfilamos por nuestra izquierda al frente del ejército enemigo bajo sus fuegos; atravesamos un riachuelo, que sólo daba frente para un hombre, a presencia de un ejército que bien colocado en una altura inaccesible y plana, nos dominaba y nos cruzaba con todos sus fuegos.
EL bizarro general Páez a la cabeza de los dos batallones de su división y del regimiento de caballería del valiente coronel Muñoz, marchó con tal intrepidez sobre la derecha del enemigo que en media hora todo él fue envuelto y cortado. Nada hará jamás bastante honor al valor de estas tropas. El batallón Británico mandado por el benemérito coronel Farriar pudo aún distinguirse entre tantos valientes y tuvo una gran pérdida de oficiales.
La conducta del general Páez en la última y en la más gloriosa victoria de Colombia lo ha hecho acreedor al último rango en la milicia, y yo, en nombre del Congreso, le he ofrecido en el campo de batalla el empleo de General en Jefe de ejército.
De la segunda división no entró en acción más que una parte del batallón de Tiradores de La Guardia que manda el benemérito comandante Heras . Pero su general, desesperado de no poder entrar en la batalla con toda su división por los obstáculos del terreno, dio solo contra una masa de infantería y murió en medio de ella del modo heroico que merecía terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Colombia. La República ha perdido en el general Cedeño un grande apoyo en paz o en guerra; ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al Gobierno. Yo recomiendo las cenizas de este General al Congreso Soberano para que se le tributen los honores de un triunfo solemne. Igual dolor sufre la República con la muerte del intrepidísimo coronel Plaza que, lleno de un entusiasmo sin ejemplo, se precipitó sobre un batallón enemigo a rendirlo. El coronel Plaza es acreedor a las lágrimas de Colombia y a que el Congreso le conceda los honores de un heroísmo eminente.
Disperso el ejército enemigo, el ardor de nuestros jefes y oficiales en perseguirlo fue tal que tuvimos una gran pérdida en esta alta clase del ejército. El boletín dará el nombre de estos ilustres.
El ejército español pasaba de seis mil hombres, compuesto de todo lo mejor de las expediciones pacificadoras. Este ejército ha dejado de serlo. Cuatrocientos hombres habrán entrado hoy a Puerto Cabello.
El Ejército Libertador tenía igual fuerza que el enemigo, pero no más que una quinta parte de él ha decidido la batalla. Nuestra pérdida no es sino dolorosa: apenas 200 muertos y heridos.
El coronel Rangel, que hizo como siempre prodigios, ha marchado hoy a establecer la línea contra Puerto Cabello.
Acepte el Congreso Soberano en nombre de los bravos que tengo la honra de mandar, el homenaje de un ejército rendido, el más grande y más hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla.
Tengo el honor de ser con la más alta consideración, de V. E. atento, humilde servidor.
Valencia, 25 de junio de 1821.
Simón Bolívar












