Por una política que acabe con el hambre y garantice alimentos más sanos

“Brasil se muere por la boca: ya sea por falta de alimentos o por alimentación inadecuada”, diagnosticó la chef y presentadora Bela Gil, en una entrevista reciente.

Al comentar el papel que ha venido desempeñando en el grupo técnico de Desarrollo Social y Combate al Hambre del equipo de transición del gobierno electo, dijo que pretende llamar la atención sobre la importancia de asegurar una alimentación sana para la población.

La declaración llenó de esperanza a sectores que desde hace años insisten en que la hambre y el dieta baja en nutrientes y alta en azúcar, sodio y grasa representan dos caras del sistema alimentario actual.

El sistema alimentario es el conjunto de actividades involucradas en la producción, procesamiento, transporte y consumo de alimentos. Pasos que determinan el precio final de los bienes, un factor decisivo tanto para las personas que pasan hambre como para la priorización de artículos ultraprocesado, a menudo más barato. Esta categoría incluye productos a base de ingredientes artificiales y aditivos químicos, como refrescos, jugos en caja, snacks empacados, galletas rellenas y fideos instantáneos.

Bela Gil menciona, en la misma entrevista con Globonews, un estudio del Centro de Investigaciones Epidemiológicas en Nutrición y Salud de la Universidad de São Paulo (Nupens/USP), realizado con el apoyo de ACT Promoción de la Salud, que constató que, cada año, 57 mil personas mueren como consecuencia del consumo de productos ultraprocesados. ¡Un número equivalente al 10% de las muertes prematuras y prevenibles entre los 30 y los 69 años!

En 2019, año base del estudio, hubo 541.260 muertes en este grupo de edad, de las cuales 261.061 fueron víctimas de enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, hipertensión, insuficiencia renal, algunos tipos de cáncer, etc. En este universo, estiman los científicos, más del 20% de los casos estaría relacionado con el consumo de alimentos ultraprocesados.

como el hambre, Enfermedades crónicas Las enfermedades no transmisibles son un problema grave y creciente en todo el mundo. Para contener esta epidemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aboga por la implementación de políticas públicas capaces de promover un cambio de hábitos efectivo por parte de la población.

Entre las propuestas, destacamos el aumento de los impuestos sobre Bebidas azucaradas. El modelo, que ha tenido éxito en decenas de países, como Reino Unido, México y Chile, representaría el fin de una distorsión en Brasil. Cada año, no recaudamos 3 mil millones de reales en beneficios fiscales de los fabricantes de bebidas azucaradas.

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Además, el mismo reajuste que resta atractivo a la mercancía para el consumidor final puede ayudar al sistema de salud. La creación de un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas aumentaría los ingresos federales en 4.700 millones de reales por año, según un sondeo de la Fundación Instituto de Pesquisa (Fipe). Una contribución significativa que podría destinarse al SUS, sin necesidad de revisar el techo de gasto público.

Esperamos que el gobierno y los parlamentarios que tomen posesión apoyen una reforma tributaria que promueva la recuperación económica. Pero, sobre todo, necesitamos un sistema recaudatorio que se preocupe por la salud de la población, cobrando más impuestos a los productos que se ha comprobado que causan enfermedades y muertes, como tabaco, alcohol y alimentos ultraprocesados.

Una política económica comprometida con el bienestar de la sociedad prescinde de cambiar el actual sistema tributario. Es necesario revisar esta coyuntura que afecta incluso la composición de la canasta básica de alimentos. En muchos estados, el Impuesto a la Circulación de Mercancías (ICMS) se aplica de la misma forma a los productos ultraprocesados, como salchichas y nuggets, y a los artículos de primera necesidad, en el caso de frijoles y arroz.

No sólo arroz y frijoles, sino también frutas y verduras podría ser más barato si también hubiera incentivos para la agricultura familiar. No tiene sentido seguir apoyando la producción de granos para la exportación mientras tanta gente está perdiendo el acceso a una alimentación saludable, algo garantizado por la Declaración de los Derechos Humanos.

No podemos seguir viendo cómo hombres y mujeres brasileños mueren por la boca.

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* Marília Sobral Albiero es ingeniera química y coordinadora de Innovación y Estrategia de ACT Promoción de la Salud; Paula Johns es socióloga y directora ejecutiva de ACT Health Promotion

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Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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