Antes de que sea demasiado tarde: prevención del suicidio entre los jóvenes





Triste, deprimido, ansioso, preocupado… Estas son palabras que los jóvenes utilizan cada vez más para decir cómo se sienten hoy. Evidentemente, esto deja angustiados y atentos a padres, educadores y profesionales de la salud, sobre todo por el aumento de casos de trastornos mentales y suicidio en este grupo etario. Desafortunadamente, ya no es raro leer o escuchar historias de adolescentes que perdieron la vida de esta manera.





La adolescencia es un momento emocionante para desarrollar habilidades importantes para construir una vida significativa, pero también conlleva riesgos inmensos. Tanto la familia como los profesionales de la salud y la educación necesitan estar cerca y actuar en esta etapa de forma acogedora y preventiva, como hacemos durante la infancia.

Una serie de factores influyen en el bienestar mental de un joven: la sociedad, la cultura, la economía, sus sentimientos y emociones particulares. Y algunas cuestiones, como el sentimiento de pertenencia a un grupo, haber sido víctima de violencia (verbal, física o virtual) o haber recibido un diagnóstico previo de una desorden psiquiátricono puede pasar por los que les rodean.

Pero, ¿qué hace que alguien que tiene tanto por lo que vivir pierda la esperanza, empiece a pensar que la vida no vale la pena vivirla y que no habrá alivio ni fin a su sufrimiento? El suicidio está relacionado con dolor intenso, desesperación y, en muchos casos, depresión. No es debilidad, coraje, falta de Dios en el corazón, o pecado. La depresión es una enfermedad.

El tema es urgente y delicado, y las dudas están en el aire. ¿Podemos hablar abiertamente de ello? Pregúntales a los más pequeños qué sienten. ¿Alguien que hable sobre el suicidio seguirá adelante con esta idea? ¿Tienes tratamiento? Un punto es seguro: podemos y debemos hablar cada vez más sobre salud mental.

Las cosas no cambian si no hablamos de ellas, porque es a través del conocimiento, la información y el acceso a los derechos básicos y una asistencia adecuada que podemos prevenir el suicidio.

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La mayor impulsividad, la búsqueda del placer inmediato y la baja tolerancia a la frustración son características naturales de la adolescencia, pero que, junto con otros factores y vulnerabilidades, muchas veces invisibles, pueden llevar al pensamiento y al deseo de muerte. La nueva generación, por lo tanto, debe ser vista, escuchada, cuidada e invitada a interactuar y aprender a enfrentar los desafíos de la vida.

señales de advertencia Los indicios más comunes de que algo no marcha bien en este sentido son: cambios bruscos de conducta, aislamiento, iniciación o incremento en el consumo de alcohol o drogas ilícitas, bajo rendimiento en la escuela o en el trabajo, sentimiento de inferioridad, falta de placer. en las actividades habituales, impulsividad, desesperanza, cambios en los patrones de sueño y alimentación, discursos o publicaciones más recurrentes sobre la muerte o incluso el suicidio.

Uno de los factores de riesgo para el suicidio es depresión. Y la prevalencia de la enfermedad aumenta significativamente en la adolescencia, lo que también puede allanar el camino para la dependencia química, los problemas sociales, escolares y laborales y la cronicidad del padecimiento a lo largo de la vida.

Otros trastornos también se mezclan y confunden en esta historia, como fobia social y el ansiedad generalizada, convirtiéndose en barreras para que los jóvenes desarrollen las habilidades necesarias para la convivencia y los desafíos, especialmente en el ámbito extrafamiliar. Uno de los dilemas que afectan la autoestima de tantos adolescentes en estas condiciones es crear relaciones satisfactorias sin herir su individualidad.

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Para hacer frente a las dificultades emocionales y sociales, no es raro que algunos experimenten con sustancias psicoactivas (alcohol, marihuana, etc.) como una especie de “automedicación”. Lejos de eliminar síntomas desagradables, este comportamiento es capaz de acentuar las manifestaciones de estos trastornos mentales.

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Sabemos que la adolescencia alterna momentos de alegría y aburrimiento con otros de desinterés e irritación. Pero permanecer en un estado de ánimo alterado y el sufrimiento y el mal funcionamiento mental son indicaciones de que la fluctuación del estado de ánimo no es parte de un patrón saludable. Por el contrario, indica un estado que requiere evaluación e intervención médica y/o psicológica, sin estigma ni prejuicio.

Entonces, ¿cómo inicias una conversación con alguien que parece estar sufriendo? Primero, pasa un tiempo atento, sin tus ojos en tu teléfono, para esa persona. Puedes decir que has notado que ella es diferente, siempre comenzando desde su perspectiva y nunca tratando la observación como una verdad absoluta, y mucho menos como una acusación.

Puedes mencionar que te sientes preocupado por la otra persona. Y ofrecer un espacio y un tiempo para una buena conversación. Escucha más de lo que hablas. bienvenidos. Muestre que hay ayuda disponible y esté presente. Puede preguntar abiertamente sobre el suicidio, pero nunca juzgar o criticar.

Otra recomendación es incluir a la escuela en este bienvenidos. Trabajar en sociedad con ella fortalece el cuidado y la prevención, nadie está solo en este barco, ni el joven que sufre y piensa en la muerte, ni los padres, que pueden (y deben) ser guiados y acompañados en este proceso.

Un proceso que muestra mejoras significativas cuando además se busca apoyo especializado, con seguimiento medico y psicologico. La depresión y otros trastornos mentales son tratables, y los profesionales de la salud pueden ayudar al joven y a la familia a sobrellevar la situación.

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Es en este espíritu de alianza que formamos parte del Movimiento Falar Inspira Vida, una iniciativa que ya brinda guías sobre cómo abordar temas sensibles en salud mental, junto a entidades que brindan apoyo para la prevención y posvención del suicidio. Juntos, podemos cambiar realidades y marcar la diferencia.

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* Alexandrina Meleiro es psiquiatra y vicepresidenta de la Asociación Brasileña de Estudios y Prevención del Suicidio (ABEPS);
Karen Scavacini es psicóloga, PhD por la USP y fundadora y directora general del Instituto Vita Alere

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Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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