Volver a pensar





El lector imaginar que en Portugal, las opciones electorales en el legislativo se redujeron a sólo dos. Por un lado, un bloque de partidos anti-sistema (PPC y BE), con propuestas de ruptura en varias áreas de la gobernanza. En el otro lado, el bloque de los partidos del arco de gobernanza (PS, PSD y CDS), que aseguraría la gobernanza. Es fácil percibir los problemas que tal situación plantearía. En primer lugar, el bloque de partidos del centro sería siempre gobierno, a pesar de ser incoherente (porque atravesaría desde el centro izquierdo al centro derecho) y crecientemente burócrata (para anular las divergencias políticas internas). En segundo lugar, el bloque de partidos de ruptura sería la única alternativa para los electores que, aunque no se repetía ideológicamente en él, quisieran manifestar su desagrado con las decisiones del gobierno – haciendo que sus resultados electorales aumentar a la medida del surgimiento de desafíos sociales y económicos . Es decir, en un escenario de este tipo, dejaría de haber pluralismo y no existiría alternancia política, sino sólo dos fuerzas en polos opuestos y en constante confrontación.





Parece un escenario inverosímil, lo sé. Pero es, en la práctica, lo que pasa en la política europea. Por un lado, las familias del centro derecha y centro izquierda, que no se distinguen en las propuestas para el futuro de la Unión Europea y que gestionan los destinos del proyecto europeo a una sola voz. Por el otro lado, los populismos y extremismos de izquierda y derecha que ambicionan fragmentar Europa, y cuyo crecimiento electoral inquieta el establecimiento Europea. En este contexto, los problemas son exactamente los mismos: no hay una verdadera alternancia política y quien está desilusionado con el liderazgo del proyecto europeo va cediendo al llamamiento de los populistas – incluso porque muchos de los desafíos actuales de las sociedades europeas sólo son abordados políticamente por estos partidos (y, incluso por el ángulo equivocado). Es decir, esta situación de polarización política es una bomba de tiempo y se volverá insostenible a la medida del crecimiento electoral de los extremistas, poniendo en riesgo el propio proyecto europeo.

No sé cuál es el mejor escape para este problema de representación política en las instituciones europeas. Pero sé que es fundamental reflexionar sobre esto y evaluar soluciones, como la avanzada por Miguel Morgado, diputado del PSD: generar alternativas dentro del espacio democrático y europeísta, con un europeísmo de izquierda y un europeísmo de derecha, para potenciar alternancia y estanque el recurso a los populismos por parte de aquellos que no están satisfechos con los actuales líderes europeos. Propone que, en el caso portugués, que implicaría una diferenciación en el discurso y en las medidas propuestas por el PS y el PSD-CDS en los asuntos europeos – todos los europeos, pero, por ejemplo, más federalista y el otro más centrado en la preservación de la soberanía nacional en domínios- clave de la gobernanza.

La idea puede incluso tiene sus límites, pero es un buen punto de partida para reflexionar sobre la posición del PSD y el derecho portugués hacia la UE – porque una cosa es estar arriba-europea, y otro a la obligación de aceptar las vías únicas para la profundización de la UE. Sin embargo, en el PSD, la idea fue rechazada liminariamente por la coordinadora de Asuntos Europeos, Isabel Meirelles, que argumenta que el problema está en la abstención y que defiende que PSD y PS deben mantener el consenso de políticas de los últimos 30 años. Es decir, hacer de cuenta que todo está bien y abdicar de pensar sobre un mal que está devorando a las instituciones de la UE y que seguramente se agrava en las próximas elecciones europeas.

El episodio es sólo uno entre muchos y sirve de ejemplo de la resistencia a nuevas ideas en las direcciones de los grandes partidos, incluso las que vienen de dentro, en especial en un PSD en la oposición y sin proyecto de futuro definido. Lo que hasta cuesta a entender. Las advertencias vienen de todas partes, el vaciamiento de los partidos del centro es una realidad en varios países europeos debido en parte a su incapacidad para adaptarse a las inquietudes de su electorado, e impresiona que, en la dirección del PSD, o o con ellos se inquiete. Sí, en los próximos tiempos, se hablará mucho de populismos a la derecha. Porque las elecciones europeas se están acercando -y se fundan los temores de un aumento significativo de la representación de los euroescépticos. Y porque, en Portugal, la izquierda no se detendrá inventar fantasmas y asociar la derecha portuguesa al fascismo y el extremismo – así señalado Rui Ramos. Pero son episodios como este que nos recuerdan que, hoy, el más urgente desafío de la derecha partidaria es, simplemente, volver a pensar.





Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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