Venezuela hasta el fondo: los números del país de Nicolás Maduro
Nicolás Maduro inicia su tercer mandato presidencial este jueves. La comunidad internacional no le reconoce legitimidad, pero no puede ignorar los números de la grave crisis venezolana.
Nicolás Maduro vuelve a tomar posesión como Presidente de Venezuela este jueves tras las elecciones presidenciales de mayo de 2018. No será una toma de posesión normal-después de que las elecciones no hayan sido reconocidas por varios países de la región por Estados Unidos y también por la Unión Europea, varios países decidieron no enviar delegaciones. Portugal es uno de ellos. Las excepciones serán marcadas por representaciones de Cuba, México, Bolivia, Irán o Turquía, entre otros.
Pero esta no será también una toma de posesión normal porque Venezuela ya no es un país normal. A pesar de ser una de las mayores potencias petroleras del mundo, ya pesar de haber sido una de las naciones más ricas de América del Sur, este es ahora un país al borde del colapso. En este texto, abordamos cuatro realidades (y miramos los números de cada una de ellas) que demuestran bien esta situación: la escasez alimentaria, la inseguridad galopante, la quiebra del sistema de salud y el éxodo de todos aquellos que quieren huir a este escenario.
Nicolás Maduro cogía en ese micrófono con un aire feliz y bonachón, al estilo de un padre de la novia que, ya después de la mesa de los quesos, piensa por bien dirigir algunas palabras a los invitados. Recorriendo la platea con los ojos, el dictador venezolano los fija en uno de ellos y dice: "¡Está tan delgado, Gustavo! …".
Sentado entre tantos otros, Gustavo se apresuró a responder a Nicolás Maduro con gestos. En la cara, sacudió los puños delante de la cabeza y simuló el movimiento. "¿Andas a correr?", Le preguntó el Presidente de Venezuela. Gustavo confirma nuevamente con un gesto, pero, en esto, la atención de Nicolás Maduro es desviada a otras personas de la platea, que entran en bullicio.
"¡Es la dieta de Maduro!", Dicen algunas, en coro. El tono es divertido y Nicolás Maduro corresponde a doblarse, con una broma sexual: "La dieta de Maduro te pone … duro! Sin necesidad de viagra! ".
El tono ligero y divertido de aquel momento contrasta con el que se vive un poco por todos los hogares venezolanos. La escasez alimentaria es una de las realidades más agudas de la crisis venezolana. Después de comprobar que la inflación y oferta menor que la demanda llevaba a las personas a hacer cola durante horas en los supermercados, el régimen de Nicolás Maduro impidió que muchos fueran a las compras en los días deseados, pero antes en fechas previamente designadas en el calendario.
Además de escasas, las carnes, rojas y blancas, se venden a precios prohibitivos que los dejan fuera del alcance de la mayoría de la población – con la excepción de cuando, como en un mercado de Maracaibo, donde la BBC estuvo presente, la carne se vende ya podrida por los comerciantes, que bajan los precios para arrojar la mercancía que las fallas de luz estropeó.
Actualmente, se estima que el salario mínimo de Venezuela, 4500 bolívares, valga 6,38 dólares estadounidenses, también equivalente a 5,57 euros. La imposibilidad de comprar alimentos de calidad de forma regular y sostenida quedó patente en una fotogalería de la autoría de Reuters, en la que, junto a bienes de primera necesidad, se colocaban torres con el dinero necesario para comprarlos. A la altura, en agosto de 2018, un kilo de carne valía 1,45 dólares; la misma cantidad en carne de pollo subía a los 2,22 dólares; un kilo de queso costaba 1,14 dólares; y un kilo de zanahorias quedaba por 0,46 dólares.
No son, por eso, de sorprender las conclusiones presentadas en la edición de 2017 del ENCOVI, encuesta que desde 2014, mide la calidad de vida en Venezuela en diferentes parámetros. De acuerdo con ese estudio, el 64,3% de los venezolanos perdieron peso en 2017, con cada uno a perder en promedio 11,4 kilos – esto después de que la media de pérdida de peso en 2016 ya fue de 8 kilos. Además, 9 de cada 10 venezolanos no podían pagar su alimentación diaria y aproximadamente 8,2 millones de ellos – lo que representa un cuarto de la población – comía sólo dos o menos veces al día y, en general, comidas de mala calidad.
Según adelantó al Observador uno de los autores del ENCOVI para la alimentación, los números de 2018, que serán divulgados en febrero, confirmarán el aumento de esa tendencia.
¿Cómo se llega aquí? Con una dieta que pierde calidad y cantidad y una población que se alimenta a base de arroz, maíz, harina de trigo y tubérculos, garantiza el ENCOVI.
Excluyendo países que están en guerra declarada, como Siria o Yemen, Venezuela es el más violento de todo el mundo. De acuerdo con el Observatorio Venezolano para la Violencia, en 2018 murieron 23047 personas de forma violenta en aquel país – lo que fija la tasa de homicidio en los 81,4 por cada 100 mil habitantes.
Este número coloca a Venezuela por encima de los países de la región que regularmente aparecen en las estadísticas, el gobierno de El Salvador estima que en 2018 su tasa de homicidios se situó por debajo de los 50 y Honduras se situó por debajo de los 40, estimaciones – y gana aún otra dimensión cuando se tiene en cuenta que, en 2017, la tasa global de homicidios fue de 5,15. Es decir, la tasa de homicidio en Venezuela es un 1480% mayor que la media global.
"La violencia se apoderó del país. La criminalidad que antes se concentraba en algunos municipios ahora abarca casi todo el país ", se lee en el informe de 2018 del Observatorio Venezolano para la Violencia. Según esa organización, que junta especialistas de ocho universidades públicas y privadas de Venezuela, la situación de pobreza generalizada ha contribuido al aumento del crimen violento. "El empobrecimiento agudiza y ha cambiado las formas de delito, creando nuevos actores y un nuevo tipo de delincuente no profesional: las personas que son empujadas al crimen por el hambre. También se alteran las formas del crimen, ya que los delincuentes y ladrones profesionales ya no buscan dinero, sino bienes y comida.
Otra realidad subrayada por el Observatorio Venezolano para la Violencia es la del creciente número de homicidios por parte de las autoridades, sea la policía o los militares. Este año, ese observatorio registró 7523 muertes cometidas por agentes de seguridad, señalando que éstas pueden ser clasificadas como "ejecuciones extrajudiciales". El hecho de que los homicidios a manos de las autoridades no sean divulgados oficialmente lleva al Observatorio Venezolano para la Violencia a creer que el número real es "muy superior" a los 7523.
En septiembre de 2018, para un artículo en el que dimos a cinco venezolanos de diferentes procedencias -desde una reforma a un ex ministro-, hablamos con la periodista Indira Rojas, del sitio Prodavinci. Al teléfono, la joven de 29 años nos contó cómo le diagnosticaron epilepsia en la adolescencia y cómo, desde entonces, pasó a necesitar tomar ácido valproico.
Cuando fue diagnosticada, los medicamentos se encontraban fácilmente. "Compráramos hasta las tres cajas", recordó entonces. Pero a medida que la crisis en Venezuela se iba instalando, el medicamento de que Indira Rojas tanto necesita para hacer frente a su enfermedad ha desaparecido. Ante la escasez, cambió de fármaco. Después, pasó a tomar ácido valproico pediátrico, por no haber para adultos. Pero también eso desapareció. Cuando hablamos a finales del mes de agosto, Indira Rojas sólo ha tenido acceso a los medicamentos debido a que un amigo de la familia que viaja regularmente a Portugal, fue el favor de comprar inventiva. "Después mi madre le paga", explicó. "Ella no me quiere decir cuánto le paga, para que no me siento mal."
La historia de Indira Rojas es similar a la de millones de venezolanos que, en alturas de necesidad, no consiguen tener acceso a medicamentos esenciales o, entonces, están obligados a recurrir al mercado negro oa las ayudas en el exterior para conseguirlos. En octubre, la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven) advirtió que el país tenía falta del 85% de los medicamentos que a la salida se comercializar. Este anuncio se hizo después de que el gobierno fijó los precios de 56 principios activos de medicamentos, pero ni esos elementos están garantizados en el día a día de Venezuela.
También los hospitales públicos están en una situación muy próxima al colapso. Las cifras presentadas por la ONG Cepaz son sintomáticas de ello: el 71% de las urgencias de hospitales públicos no consigue funcionar de forma regular, habiendo un total del 22% que ha cerrado; en el caso de las cirugías, el 79% de los bloques operativos presentó falta de material quirúrgico; de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hospitales, faltaron el 88% de los medicamentos en aquellas unidades de salud.
También hay enfermedades y epidemias que, después de haber prácticamente desaparecido de Venezuela durante los años de mayor prosperidad, están hoy de vuelta. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre los 975 700 casos de malaria en el continente americano, más de la mitad – 53%, es decir, 519.109 – fueron en Venezuela. Según la Alianza Salud, ONG venezolana, ese país pasó de representar el 2% de los casos del continente, en el año 2000, para superar la marca del 50% en 2018.
Según la Alianza Salud, también la tuberculosis volvió en fuerza a Venezuela. Después, en 1936, ese país registró 111 pacientes en 100 mil habitantes, el número se había reducido a sólo 24,9 en 2015. También en el mismo período, la mortalidad de esta enfermedad pasó del 85,2% al 9,2%. Sin embargo, a partir de 2015, empezó a haber una subida de los casos de tuberculosis, con 32,4 cada 100 mil habitantes a tener esa enfermedad -lo que subraya la Alianza Salud, representó un retroceso de 40 años, hasta números anteriores a 1980.
La Organización Mundial de la Salud confirmó en agosto de 2018 que el sarampión volvió a ser endémico en Venezuela. Hasta entonces, ya se habían confirmado 3545 casos y 62 muertes por sarampión.
Me fui, me fui a mí
Con mi cabeza llena de dudas, pero me fui
Y aquí estoy, creyendo en mí
Recuerde todo lo que un día fui.
La emigración masiva de personas que salen de Venezolana para huir a la pobreza y la inseguridad es tal que, además de ser conocido como el éxodo venezolano, ya tiene un himno oficioso. Reymar Perdomo salió de Venezuela a finales de 2017, atravesó la frontera con Colombia y, más tarde, llegó al Perú, con una maleta en una mano y una guitarra en la otra.
"Mi música está ligada a la realidad y, cuando algo se convierte en realidad, eso es un estorbo al gobierno", dijo Reymar Perdomo al Huffington Post mexicano. La decisión de emigrar fue tomada cuando, en el tiempo en que era profesora de la escuela primaria en Venezuela, tuvo que acompañar a una de sus alumnas al hospital, después de haberla desmayado en el patio por la mañana. "Tenía un grado de desnutrición muy avanzado, ya no comía hace más de cuatro días", contó aquella venezolana de 29 años.
Esta fue la razón de Reymar Perdomo, que es sólo una entre varias apuntadas por los más de 3 millones de venezolanos que, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas y la Organización Internacional de Migraciones, ya salieron de su país para recomenzar sus vidas. En el Informe sobre la Movilidad Humana Venezolana 2018, la razón más señalada por aquellos que salieron del país fue la inseguridad, un total del 72,3%. El hambre (63,1%), los altos niveles de estrés en el cotidiano (62,9%) y la falta de medicamentos (56,3%) también son frecuentemente referidos por los protagonistas de este éxodo venezolano.
Entre los que salen de Venezuela, la gran mayoría está entre los 20 y 39 años (73,7%), tiene estudios universitarios (59,2%) y tenía empleo (83%) antes de salir. Sobre este perfil de migrantes, jóvenes con estudios superiores, Nicolás Maduro intentó alertar que la emigración fuera de Venezuela puede llevar a vidas más difíciles que se puede imaginar.
"Hubo gente que se fue a otro país, lo pusieron en la cabeza, y ahora se arrepintieron. No saben cuántas personas se están lavando en Miami ", dijo. Dirigiéndose a la audiencia, añadió: "¿Ustedes iban a lavar los sanitarios a Miami? ¿Salid de vuestra patria amada? No iría, nunca. Todos esos venezolanos que fueron son el producto de una falsa esperanza ". Y después, al mismo tiempo que apelaba a su regreso, lanzó, sin embargo, críticas a los que salieron: "En momentos de dificultades, no se abandona la familia. No se abandona la patria. En momentos de dificultades, lo que se hace es trabajar ".
A estas declaraciones, varios venezolanos a vivir en el extranjero respondieron con videos donde aparecían a limpiar … sanitas. "Mira, Maduro, estoy limpiando sanitarios en Ecuador. Esto no me ofende, ¿sabes? Aquí gané para comer dignamente y vivir como una persona normal. "Ahí, en Venezuela, ni lavando sanitas, ni siendo ingeniero, ni teniendo la mejor profesión del mundo se logra sobrevivir", dijo un venezolano en uno de esos vídeos. "A todos los que estamos en el extranjero, si los términos de lavar los sanitarios, eso no nos rebaja, es un orgullo. Yo lavo el inodoro de otra persona, pero gano un salario y algo merecido, que es calidad de vida.
Otra inmigrante venezolana, que dice vivir en Miami, habló directamente a Nicolás Maduro, diciendo que éste "llena la boca" a decir que es "el Presidente trabajador" y denigre "el trabajo de los venezolanos en el extranjero". "Soy profesora universitaria, tengo una maestría en gestión administrativa, un doctorado en ciencias de la educación y, como muchos venezolanos, tuve que salir de mi país para sobrevivir", dijo. "Desde que llegué a este país, limpios. Y, gracias a mi trabajo que hago orgulloso y dignamente, pagado este apartamento donde vivo, tengo un coche de 2017 que todos los días me lleva al trabajo, mantengo a mi familia en Venezuela. Mi madre, mis sobrinos, mis hermanos y también mantenía a mi abuela, que nos murió hace dos meses porque no pudo hacer su último tratamiento.