Una posible tesis de la alternancia de bloques políticos
Como primera aproximación, diría que el voto libre de los portugueses mostró claramente que querían mantener el gobierno del Partido Socialista.
Ni el desgaste natural que provoca un gobierno ya largo, ni los avatares de gestionar una crisis pandémica, ni las extrañas encuestas que se han publicado y que han servido de alimento a muchos comentaristas y analistas, ni las desviaciones, desaciertos e imprudencias que el Gobierno no dejó de practicar, ni el hecho de que, por el gusto de hacerlo, estamos asistiendo a un luchador solitario (António Costa) siendo desafiado políticamente por despiadados gladiadores de diferentes áreas políticas, ni el ambiente de resignación/estabilidad y el “pequeño poco” que la pandemia ayudó a consagrar, nada de eso, en fin, fue capaz de sacar del poder al PS. Peor aún, para evitar que alcance la mayoría absoluta.
Si bien defendí en su momento la constitución provisional de la “geingonça”, ante la tensión que estaba mostrando el gobierno de derecha (por supuesto con la influencia de la troika), siempre consideré que no podía constituirse, en a largo plazo, una solución estable, reformista y ambiciosa en cuanto a los objetivos de nuestra débil economía y sociedad en general. En primer lugar, por las diferencias estructurales y llamativas que encierran los modelos de sociedad asumidos por BE y PCP.
Por ello, la derrota/castigo que el pueblo acabó infligiendo a la BE y al PCP constituye el punto de partida para la construcción de un pilar europeísta de centroizquierda, un pilar identificado con el socialismo democrático o una socialdemocracia a la europea. (esta es la disposición del PS en el Parlamento Europeo), que naturalmente no dejará de mantener puentes coyunturales de diálogo a su izquierda.
Por un lado, el PCP parece estar asistiendo a su natural e histórico declive, pero conserva mucho poder municipal e influencia en los círculos sindicales. El BE, en cambio, puede pensar más en su débil implantación electoral, autárquica y sindical, y por ello reconoce el error de derribar gobiernos con “sello de izquierda”.
Y del lado derecho, ¿qué decir?
Rui Rio fue demasiado ambiguo, ya que al autocalificarse de centro, parpadeó demasiado a ciertas ideas de su derecha, obviamente con la intención de cazar votos útiles, objetivo que fracasó.
Pero la agitación de la derecha se acentuó con la evolución ascendente de Chega (un caso a tratar, tal vez inspirado en el comportamiento de la derecha moderada en ciertos países europeos importantes) y la Iniciativa Liberal. Esto podría conducir, a mi juicio, a una combinación de esfuerzos entre un líder del PSD y la IL (más el irrelevante CDS), en el sentido de consolidar un bloque alternativo de carácter más social-liberal.
Y aquí el PSD debería volver al nombre del antiguo PPD, porque esa es su posición en el Parlamento Europeo, sobre todo porque, en mi opinión, este partido siempre ha sido anticomunista e incluso anti-PS, cuya militancia parece para mí haber asumido siempre un carácter algo más liberal y conservador que socialdemócrata, en el marco de un partido democrático, europeísta, de centro-derecha.
Es en este supuesto que podemos tener, en un futuro no muy lejano, en aras de una sana democracia, la existencia de dos bloques políticos alternos con vocación mayoritaria, uno socialista/socialdemócrata y otro socialliberal. , pero ambos no dependientes en demasiado extremismo, ya sea de derecha o de izquierda. Pero, atención, tomemos en cuenta que el Presidente de la República también juega sus cartas…
El autor escribe según la ortografía antigua.