Teletrabajo sí, pero …





Las medidas de contención adoptadas a principios de este año por varios países, con el propósito de controlar la propagación de la pandemia Covid-19, implicaron el uso generalizado del teletrabajo, como una forma de asegurar la supervivencia de las empresas y normalizar la vida económica.





Aunque había países donde el teletrabajo, al menos de forma parcial u ocasional, ya formaba parte de las rutinas de organización del trabajo, concretamente en países del norte de Europa, como Dinamarca, Suecia y Holanda, con valores cercanos al 30%, pero también en países del sur y este de Europa, como Grecia, Italia, República Checa o Polonia con una penetración del teletrabajo del 10%, además de EE.UU. y Japón, con valores en torno al 20% y 16%, respectivamente (Organización Internacional del Trabajo, 2020), la necesidad de confinamiento aceleró su propagación.

La obligación de quedarse en casa supuso que, en poco tiempo, las organizaciones tuvieran que adaptarse y crear las condiciones para que el trabajo remoto a gran escala se hiciera realidad. Salvo los sectores de salud, logística, industria, turismo, restauración, construcción y agricultura, en los que el teletrabajo es imposible o tiene mayores dificultades para su implementación, todo el área de servicios, administración pública, El sector financiero y las tecnologías de la información, tuvieron que adaptarse globalmente a esta forma de trabajar.

Una alta proporción de trabajadores fueron enviados a casa al comienzo de la pandemia, y muchos aún no han regresado a las empresas, habiendo estado trabajando a distancia durante meses, con una computadora y una computadora. smartphone. La amplia difusión de Internet de banda ancha en los hogares y las herramientas de comunicación de datos, voz y video facilitaron el éxito de esta nueva realidad laboral.

En este contexto, surge una discusión con relevancia: si el teletrabajo llegó para quedarse y, de ser así, en qué medida. Los estudios aún son escasos, pero ya identifican claramente las ventajas y desventajas de esta nueva realidad.

Entre los aspectos positivos, para los trabajadores destaca la reducción de gastos, ya que ahorran recursos en desplazamientos y comidas fuera de casa, no dedican tiempo al transporte entre casa y trabajo y gozan de mayor autonomía y flexibilidad en gestionando el tiempo y ritmo de su trabajo, facilitando un mejor equilibrio entre la vida profesional y familiar. En muchos casos, los trabajadores se sienten aún más motivados, lo que unido a los beneficios mencionados puede resultar en un impacto positivo en la productividad laboral.

Sin embargo, cabe señalar la dificultad que a veces existe para separar el trabajo de la vida personal, cuando es necesario dar respuesta a alguna solicitud doméstica, que puede interferir con la fluidez y concentración del trabajo. Pero, incluso hay quienes no se adaptan al teletrabajo, que se sienten aislados, por falta de interacción con los compañeros y que manifiestan fatiga psicológica con su persistencia.





En lo que a las empresas se refiere, el trabajo a distancia aporta una mejor gestión de sus espacios físicos, la reducción de algunos costes y una aceptación más banal de la contratación de trabajadores a distancia, ampliando el mercado de contratación. Sin embargo, algunos riesgos también se acentúan como consecuencia del uso masivo de tecnologías de la información y la comunicación y la consecuente mayor exposición al ciberriesgo. Los efectos negativos sobre la productividad pueden surgir como resultado del debilitamiento del espíritu de pertenencia al grupo y la desaparición de una cultura corporativa que pretende ser fuerte y cohesionada.

De hecho, dentro de las consecuencias importantes de la crisis pandémica se encuentran la aceptación del teletrabajo como una alternativa más para el ejercicio de la profesión, y una convicción reforzada de que la proporción de teletrabajadores seguirá siendo alta después de la pandemia, en comparación con la situación prepandémica.

Pero, no se equivoque, esto no significa que el teletrabajo sustituya por completo el trabajo de oficina. Por el bien de nuestra cordura, la necesidad de demostrar nuestro humanismo, seguiremos necesitando trabajar presencialmente en empresas. Estar cara a cara en un encuentro, leer expresiones corporales e interpretar expresiones faciales, innovar con el trabajo en equipo, discutir y negociar, a partir de las relaciones sociales que se establecen en persona, hace que el trabajo cara a cara sea inalienable y un factor decisivo para la productividad. y para el bienestar de las personas.

La solución seguramente estará en un equilibrio entre el teletrabajo y el trabajo presencial, lo que permite a cada empresa, según las especificidades del sector en el que opera, alcanzar sus objetivos económicos y sociales.

Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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