Tancos. Como el director de la PJ Militar habrá protegido asaltante y escenificado operación para pasar por delante de la PJ
PJ cree que no hubo denuncia anónima: el lugar donde las armas fueron encontradas fue combinado entre asaltante y elementos de la PJM, escondiendo la identidad del sospechoso. Todo por una lucha de poder.
El 18 de octubre de 2017, un breve comunicado de la Policía Judicial Militar (PJM) ponía fin a un misterio: las armas desaparecidas del país de Tancos habían sido encontradas en un terreno descampado en la zona de la Chamusca. En la primera frase, explicaba que el descubrimiento se había hecho "en la prosecución de sus investigaciones en el marco de la lucha contra el tráfico y el comercio ilícito de material de guerra (…) con la colaboración del núcleo de investigación criminal [NIC] de la Guardia Nacional Republicana (GNR) de Loulé.
La información hizo levantar las cejas en el párrafo 174 de la calle Gomes Freire en Lisboa. En la sede de la Policía Judicial (PJ), a quien cabía investigar el robo del material de Tancos -y que no había sido advertida de la aparición de las armas-, la duda fue inmediata: ¿qué investigación era esa, a la que la PJM estaba haciendo con el NIC de Loulé? La pregunta surgía en un contexto de gran tensión, con una larga lista de desentendimientos entre las dos policías. A la que se sumaba ahora el descubrimiento del material militar y la decisión de la PJM de recoger de inmediato las armas y llevarlas al Cuartel de Santa Margarita, impidiendo cualquier trabajo de investigación pericial en la escena de crimen, el tal terreno, para la incredulidad de los inspectores de la PJ.
En seguida, se decidió abrir una investigación paralela a lo que investigaba el robo: la PJ también quería conocer las circunstancias exactas de las apariciones de las armas. El hilo de la medalla que los inspectores comenzaron a tirar acabó por llevarlos a la cima de la jerarquía de la PJM, historia de lucha por el poder, honor y desgraciado.
La historia contada por la Judicaria Militar llegaría a público con todos los detalles, poco después de la aparición de las armas. En esa tesis, en la madrugada del 18 de octubre, esta policía había recibido una denuncia anónima: las armas robadas de Tancos habían sido largadas en la Chamusca y aún allí, sin que se supiera quién las dejó allí. Recogido el armamento, fue llevado a los paíis de Santa Margarita y sólo allí los inspectores militares habrían percibido que se trataba del material desaparecido en la madrugada del 28 de junio, cuatro meses antes, de los Paios Nacionales de Tancos. Sin pistas sobre los autores del robo, la la recuperación de las armas permitiría sólo la certeza de que no entrar en la circulación de grupos criminales, pero no abría ningún camino hasta los sospechosos, mucho menos sobre quién hizo tal denuncia anónima.

El presidente de la Comisión Europea, José Luis Rodríguez,
La investigación de la PJ y del Ministerio Público concluyó que, al final, todo no pasó de una puesta en escena, una historia forjada que comenzará el 4 de julio en la visita del Presidente de la República a las instalaciones militares de Tancos. En esa visita, en una sala donde estaban presentes varios militares y otras entidades, el director de la PJM, Coronel Luís Augusto Vieira, reveló los datos que tenía sobre el robo de las armas, con hechos y nombres, por ejemplo. Los investigadores creen que este pasaje de información ha llevado a que varios medios de comunicación hayan divulgado, al día siguiente, informaciones muy relevantes, que acabaron por cuestionar a los sospechosos para el trabajo que se estaba haciendo. Las noticias sobre el caso se fueron repitiendo a lo largo de varias semanas y acabarán por presionar a uno de los hombres involucrados en el robo de las armas, asustado por la eventualidad de ser encontrado. Así, meses después del asalto, decidió actuar, con una confesión que acabó por llamar, de forma inesperada, a PJM y al NIC de Loulé. Días antes del descubrimiento de las armas, en la tesis de los investigadores, vínculos personales entre ese sospechoso del robo y elementos de la GNR de Loulé hicieron llegar a los oídos de inspectores de la PJM una información determinante: alguien sabía dónde estaban las armas – y estaba disponible para devolverlas, en secreto.
En ese momento, ya pesar de que no estaban a cargo de la investigación – pasada a la PJ – los militares seguían tratando de encontrar a los autores del robo y las armas desaparecidas, en un trabajo paralelo que no debería hacerse. Aquella información transmitida por los elementos del NIC de Loulé, también a través de una conexión personal a la PJM, les permitía pasar al frente de la judicatura y "cerrar el caso", con dividendos para la propia imagen, dentro y fuera del Ejército. El problema es que la "fuente", el hombre involucrado en el hurto de las armas, nunca podría ser revelada, por lo que era necesario encontrar una solución alternativa. En ese contexto, se ha preparado un plan simple, con la intervención directa del Coronel Luís Vieira, director de la PJM: las dos policías se articular, las armas serían dejadas en un lugar combinado, para luego ser encontradas, a través de una supuesta denuncia anónima. El resto es la historia que se conoce: el material desaparecido de Tancos fue descubierto, sin pistas sobre los autores.
Desvendados los bastidores de la aparición del armamento, la pregunta siguiente en las cabezas de la PJ y del MP pasó a ser "por qué?". ¿Qué razones tenían el director y otros elementos de la PJM para montar ese plan, sabiendo que, de esa forma, crear obstáculos a la investigación del robo y, potencialmente, impedir que ese sospechoso, con quien habían combinado la devolución de las armas, se detuvo , acusado y juzgado? La respuesta parece estar en la guerra abierta entre las dos policías. PJ y PJM tienen nombres parecidos, pero están en lados opuestos de la barricada – y con posiciones aún más extremas, precisamente, a causa del robo de Tancos, que comenzó en manos de los militares y acabó entregado a los civiles.
Encontrar las armas y "cerrar el caso" podría ayudar a recuperar la imagen de la PJM, fragilizada por varios procesos judiciales. A lo que el Observador constató, aquella policía se sentía cada vez más "aislada", dentro y fuera del Ejército. Los casos de los Comandos y del Colegio Militar habían creado distancia entre la PJM y los militares. A esto, se había sumado la mayor "piedra en el zapato": el fracaso en las investigaciones a la desaparición de armas de guerra en la Base de los infantes de marina en el Alfeite (Almada) y del Centro de Tropas Comandos de la Carguera, ambos en 2011. Por otro lado, la PJ Militar entendió siempre que la investigación al crimen de Tancos era de su competencia. y lo hizo todo para mantenerla.
El supuesto plan acabó por ruir y el nombre dado por la PJ a la operación de este martes, con búsquedas y detenciones, no fue elegido por casualidad. "hubris", Palabra de origen griego, significa "Arrogancia, presunción o exceso". Lo que la investigación cree haber saturado la evaluación de los inspectores militares involucrados, incluida la del director, hasta el punto de comprometer el descubrimiento de los autores del asalto a Tancos, por esa supuesta lucha de poder.
En la Policía Judicial Militar, ya se esperaba que el caso de Tancos tenía nuevos episodios, pero nada en la dimensión de la bomba que estalló este martes por la mañana en la sede de la institución, en el Restelo. El director general fue detenido y varios inspectores de la PJM, militares de las Fuerzas Armadas, también fueron constituidos acusados por sospechosas de haber cometido crímenes que van desde (por haber obstaculizado las investigaciones), prevaricación, falsificación de documentos, tráfico de influencia, favorecimiento personal practicado por funcionario (del sospechoso que, supuestamente, fue protegido), abuso de poder, rectificación, detención de arma prohibida y tráfico de armas.
El día comenzaba a nacer y ya los inspectores de la Policía Judicial entraban en casa de los diversos elementos de la Policía Judicial Militar, en una operación que involucró a cinco magistrados del Ministerio Público y cerca de un centenar de investigadores y expertos de la Policía Judicial. En Lisboa y Oporto, que se llevará a cabo cuatro personas conectadas a la PJM: el director general de que la policía y un sargento en el operativo montado en la capital, y también un sargento de la Guardia Nacional y un mayor del Ejército en la capital.
Pero habrá más desarrollos a este nivel. Además de los cuatro elementos ya detenidos, la Policía Judicial prepara al menos una detención vinculada a este caso: la de un mayor del Ejército, integrado en una misión de entrenamiento de la Unión Europea en la República Centroafricana desde marzo y que, en los últimos meses, de partir en misión, lideró las acciones del equipo de inspectores militares que investigó la desaparición del material de guerra de los Paios Nacionales de Tancos. Es el mismo militar que, en octubre, en la madrugada en que estaba de piquete, recibió la supuesta denuncia anónima que acabó por resultar en la recuperación de parte del material robado en junio del año pasado. Esta nueva detención aún no tiene fecha marcada.
También fueron detenidos tres militares del Núcleo de Investigación Criminal de la GNR de Loulé, entre ellos el jefe de esa unidad. El comunicado de la Fiscalía General de la República hace referencia a la detención de un civil, el único en la lista de detenidos de este martes. El documento no identifica este elemento, pero la conclusión es evidente: se tratará del sospechoso del robo en Tancos que combinó la entrega de las armas con la PJM, a través del NIC de la GNR de Loulé.
La historia del día tiene todavía otros protagonistas. Dos miembros de esta policía ser llamados durante la mañana para rendir declaraciones, como testigos, ante la PJ: el ex director de la Unidad de Investigación Criminal, el coronel Manuel Estalagem, y el inspector jefe João Bengalinha, antiguo responsable del equipo que investigó desaparición de armas de Tancos. En uno y otro caso, la PJ no pretende constituirlos como inculpados.
En esas dos encuestas, los investigadores quisieron percibir de forma más detallada la versión de la PJM para la supuesta denuncia anónima que llegó al número de teléfono del piquete. Preguntaron por los pasos concretos que se dieron desde que esa supuesta llamada fue hecha, hasta que el material de guerra terminara transportado a los países de Santa Margarita, antes incluso de que la Judicatura era informada de la existencia de una denuncia. Las conversaciones con los testigos también pasaron por las relaciones institucionales entre las dos policías (marcadas por episodios de tensión que acabaron reflejados en la comunicación social) desde que la Fiscalía General de la República entregó el caso a la Policía Judicial, secundando el papel de los inspectores militares en la investigación . Hasta porque los investigadores consideran que el plan supuestamente montado sólo sería de conocimiento de los elementos ahora detenidos (y del noveno aún por detener). Otros inspectores de la PJM y militares de la GNR, que hasta pudieron haber estado involucrados en la operación para recoger el material, estarían incluso convencidos de que todo había partido de tal denuncia anónima, sin ninguna representación.
Eran las 16h30 del 28 de junio de 2017 cuando un sargento y una plaza, que hacían una ronda móvil, dieron por el robo. Las cerraduras de los palos 14 y 15 habían sido rojadas con violencia y faltaba material en el interior. La perforación de la red exterior de seguridad confirmaba las sospechas: había habido un asalto a los Paios Nacionales de Tancos.
El caso fue inmediatamente reportado a los superiores jerárquicos y, tres horas después, la comunicación era hecha a la propia Policía Judicial Militar, que llegaría a Tancos a las 22h00 de aquel día. También se estableció contacto con el fiscal desplazar el Departamento de Investigación y Acción Penal de Lisboa y la escena del crimen fue salvaguardado. Los militares todavía hicieron una ronda para percibir qué lugares por donde podía haber entrado personal extraño al servicio. Y la PJ Militar acabó a hacer una lista-luego divulgada en medios de comunicación españoles- de lo que había desaparecido: en un padre se habían robado 22 bobinas de alambre de tropezar, 1450 municiones de 9 mm, 15 disparadores, 18 granadas de mano de gas desgarro; en otro, 30 granadas de mano de obra, 120 granadas de mano ofensivas, 44 LAW (arma anti coche), 102 cargas de corte explosivas, 264 velas de explosivo plástico PE-4A; 30,5 láminas explosivas y 60 iniciadores.
El material desaparecido era preocupante. Y el mismo día, la Policía Judicial Militar se puso en contacto con la PJ. Necesitaba ayuda internacional para lanzar el llamamiento de lo que había desaparecido, no fuera a ser recuperado en alguna operación policial.
Por esa época, se percibió también que, en la dirección del norte de la PJ – y en un momento en que los casos de asaltos a ATM se multiplicaban – había una información vaga que apuntaba a un posible asalto futuro a un padre, eventualmente para desvío de material que sería utilizado por grupos criminales muy violentos. Los datos estaban reunidos en una encuesta que corría en el DCIAP, pero la información era escasa: no se sabía dónde sería el padre, si era militar o civil.
La coincidencia era evidente y, ante el robo en Tancos, la Procuradora General de la República, Joana Marques Vidal, decidió mantener el proceso en el DCIAP, unir las dos investigaciones y entregarlas a la Policía Judicial. La lista de crímenes graves bajo sospechosos era extensa: "Asociación criminal; contra la seguridad del Estado, con excepción de los que respeten el proceso electoral; organizaciones terroristas, terrorismo, terrorismo internacional y financiación del terrorismo; hurto, daño, robo o rectificación de cosa móvil que por su naturaleza, sea sustancia altamente peligrosa; "ejecutados con bombas, granadas, materias o artefactos explosivos, armas de fuego y objetos armados, armas nucleares, químicas o radioactivas", hacía saber a Marques Vidal, ya a principios de julio. Así, la competencia de investigación extravasaría la de la Policía Judicial Militar, que a la luz de la ley sirve para investigar crímenes estrictamente militares o cometidos en el interior de unidades militares. Por lo tanto, el caso debía quedar en la alzada de la Unidad Nacional Contra Terrorismo de la PJ, aunque "con total colaboración institucional de la Policía Judicial Militar".
La información de que la investigación cambiaba de ángulo, y de manos, sólo se hizo pública en respuesta a una serie de noticias que daban cuenta que la PJ sabría desde 2016 que podía haber un asalto al país de Tancos. La sospechosa es que la fuente de esas noticias estaba en la propia Policía Judicial Militar, que se se quejaba de no haber sido informada de esas sospechas – y que seguía sin aceptar haber quedado sin la investigación. En el marco de la visita oficial a Tancos, del 4 de julio, que contó con la presencia del Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, acompañado del ministro de Defensa, Azeredo Lopes, y por el Jefe del Estado Mayor del Ejército, Rovisco Duarte. Una visita que acabó por hacer (aún más) públicas las divergencias entre las dos policías, que son, al final, la clave de un caso que acaba con la decapitación de la cumbre de la PJM.