Sócrates y el juicio de la historia
El proceso de Marquês inicia hoy una nueva fase. Por fin sabremos si José Sócrates irá a juicio por los delitos que se le imputan. Como dijo Marques Mendes el domingo pasado, habrá tormenta independientemente de lo que decida el juez Ivo Rosa. Si Sócrates es juzgado por corrupción, la política tiembla. Si no, Justice está bajo control.
En cualquier caso, el proceso promete prolongarse durante muchos años. Por lo que hemos visto, los megaprocesos sirven principalmente para retrasar el curso de la justicia. Y deja de existir cuando tarda 15 años en aplicarse. Estos términos son una denegación de justicia.
Sin embargo, hay otro juicio que se puede emitir sobre la conducta del ex primer ministro, con base en los hechos que él mismo admitió ante las autoridades.
Hoy sabemos que José Sócrates financió un estilo de vida lujoso gracias a los sobres de dinero que le regaló un amigo de negocios. Independientemente de si Sócrates es inocente o culpable de los crímenes de los que se le acusa, una decisión que corresponde a los tribunales, podemos emitir un juicio ético.
A diferencia de la ley y la moral, la ética tiene una vocación universal, independientemente de la cultura, religión o marco legal. En Portugal, China o las antípodas, vivir de forma ética va mucho más allá del cumplimiento de la ley, o de la libre interpretación que algunos hacen del noble concepto de “ética republicana”. Vivir éticamente es no dañar, es decir, no hacer a otras personas lo que no queremos que nos hagan a nosotros. Esto incluye no dejarse engañar por quienes ocupan cargos políticos y tienen el deber de estar a la altura de los principios que proclaman.
Por ejemplo, ¿un político que recibe sobres con grandes cantidades de efectivo tiene autoridad para hablar de justicia social, transparencia y cumplimiento de los deberes tributarios, aunque justifique tal excentricidad con “préstamos de un amigo” y una “desconfianza en la banca? sistema ”? ¿Consideraría aceptable el primer ministro de Sócrates que todos paguen sus facturas de la misma manera que el ciudadano Sócrates, con préstamos de «amigos» y sobres con efectivo de ida y vuelta?
Lo que nos lleva a otro juicio, que será el de la Historia. ¿Cómo se recordará a Sócrates dentro de 50 años? ¿Como el político visionario que apostó por las renovables y trató de modernizar la administración pública, o como el primer ministro cuya madre tenía una gran caja fuerte en el desván? ¿Serás recordado como el líder que ganó la primera mayoría absoluta del PS y envidió a la derecha («Soy el líder democrático que la derecha siempre ha querido tener»), o como el primer ministro acusado de corrupción?
Probablemente Sócrates pasará a la historia por todas estas y otras razones. Queda por ver si se resigna a pasar a la historia o si intentará resucitar políticamente, según se anuncie hoy.