Sin Ronaldo vira la historia (la crónica de la Supercopa Europea, que el At. Madrid ganó al Real por 4-2)
En la mejor o peor forma, Ronaldo era un puro jugador de Champions. Y no sólo no es algo razonable ya que es absolutamente justo decir que las últimas cuatro Ligas de Campeones ganada por el Real Madrid tenía una naturaleza muy personal de los portugueses, el hombre que tan a menudo resuelto con goles cruciales, incluso en juegos en los que los madrileños jugado menos también.
Los mejores del mundo son así.
Sólo que Ronaldo ya no vive en Madrid. Hizo las maletas y se fue a Turín, tal vez para intentar este hecho nunca antes, que iba a liderar tres equipos en la conquista de la Champions. Porque le encanta ir detrás de lo que antes a todos parecía imposible.
Y esto puede ser más simbólico que cualquier otra cosa, como una ironía poética, pero lo cierto es que en el primer juego europeo sin Ronaldo, el Real Madrid perdió una copa europea tras tres Liga de Campeones seguidas y dos Supercopas Europeas.
Esta jugada en Tallinn, fue para el Atlético Madrid, que fue cliente del Real en las Champions de 2014 y 2016, dos finales dolorosos para los colchoneros que tuvieron ahora en la capital de Estonia una pequeña venganza – porque una Supercopa Europea nunca será una Champions, pero vencer al Real Madrid es siempre vencer al Real Madrid.
La fiesta en Madrid ya estaba garantizada, pero el triunfo por 4-2 del equipo de Diego Simeone y ahora de Gelson Martins (que no salió del banco), conseguido en la prolongación, hace que la fiesta se haga en la Plaza Neptuno, frente al Museo del Prado y no allí a 500 metros, en la Plaza Cibeles, frente al imponente Palacio de Comunicaciones.
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En el primer partido oficial de la época para ambos equipos, es una derrota sin Ronaldo, que podría ser más simbólica que otra cosa porque, a la verdad, estamos en un primer partido oficial de la época para ambos equipos y es injusto hablar de depresión post-Ronaldo u otros escenarios igualmente catastróficos.
En la segunda mitad de la jornada, el Real Madrid ha sido el mejor equipo en el campo, con Gareth Bale, Karim Benzema y Luka Modric (aunque el croata, a confiar en las noticias, estado durante buena parte de la pretemporada con la cabeza en Milán) a hacer todo el esfuerzo posible para probar que, sin Ronaldo, éste será el año de ellos.
Esto mismo que el Real hasta había sufrido temprano, luego al primer minuto, en una jugada en la que a la fuerza de Diego Costa se juntaron unos cuantos errores en cadena de la defensa de los merengues. En primer lugar, de Sérgio Ramos, que no consiguió ganar de cabeza al delantero y luego lo dejó huir. Después de Varane, que no fue capaz de hacer el doblez y, por fin, de Keylor Navas, que se encogió ante el remate fortísimo del hispano-brasileño.
Es posible que la ventaja haya sido lo peor que pudo haber ocurrido al Atlético, que aún aplicó su juego de presión intensa durante algunos minutos, pero rápidamente se vio tragado por un Real que, no estando ni de cerca ni de lejos muy afinado, dio señales de conexión, porque, a excepción de Ronaldo, sustituido por Asensio, el once base es incluso de la última época.
Y por eso no fue sorpresa para nadie el empate a los 27 ', que nació de una cabalgata de Bale a la derecha y terminó con el galés a cruzar y Benzema a ganar bien la espalda a Savic ya cabecer a la portería de Oblak.
La primera parte acabó con el Real Madrid por encima, pero en típico juego de inicio de temporada: aún muchos pases equivocados, un par de decisiones poco acertadas. El Atlético, por esta altura, apenas tocaba en la pelota.
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En la segunda parte, el Atlético comenzó mejor, pero fue el Real a marcar, a los 63 ', en una gran penalidad convertida por Sérgio Ramos, que parece ser así el hombre elegido para sustituir a Ronaldo en estos lances.
Y fue aquí donde se sintió la falta de Ronaldo. Para el 2-1 al Real Madrid Atlético obligado a cambiar e ir hacia adelante y el portugués querido estos momentos: le gustaba dar golpe final cuando el oponente intentó todo para todo. Pero el Real ahora no tiene a Ronaldo y tampoco tiene exactamente un banco muy profundo, a diferencia del Atlético Madrid. Burgos, a sustituir a Simeone, castigado, lanzó Correa, partey y Vitolo y los tres goles que los colchoneros vendrían a marcar tuvieron la marca de este trío.
Es la diferencia.
Pues bien, y vamos a ellos. A los 79 ', Marcelo quiso inventar a la derecha y Juanfran aprovechó para quedarse con el balón, en aquel que sería otro de muchos errores incomprensibles de la defensa del Real Madrid y que no terminaría por aquí. El lateral dio entonces a Correa que cruzó para la entrada de rompiente de Diego Costa. Y así se hizo el empate, que definitivamente llevó al Atlético hacia adelante – sólo aquí apareció aquel Atlético intenso, de presión constante y juego simple y eficaz que nos trajo la era Simeone.
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Con todo empatado a los 90 ', la cosa quedó resuelta aún en la primera parte de la prolongación. Con el Real Madrid sin soluciones en el banco para refrescar el equipo, los colchoneros marcarían entonces dos veces más. La primera a los 98 ', en otro error de la defensa y de un jugador que raramente vemos equivocarse, Varane. El campeón del mundo intentó salir con la pelota, partey la robó, trianguló con Diego Costa y luego cruzó a Saúl. El español, con un gesto perfecto, ofreció al pueblo de Tallin lo que en lenguaje técnico llamamos "billete". Un remate fortísimo, a media altura, un disparo que fusiló Navas.
El 4-2 llegó ocho minutos después, en otro arranque de Diego Costa que dejó a Carvajal plantado en el suelo. El delantero dejó entonces a Vitolo y éste, de primera, dio al lado donde apareció Koke que también de primera remató a la portería. Todo en movimiento, como tres ruedas dentadas que permiten que cada una de ellas funcione.
El Atlético tardó en aparecer, pero apareció. Y el Real tendrá que lidiar con las evidencias: no tiene a Ronaldo y no tiene nadie decisivo como Ronaldo. Después de este juego, Florentino Pérez ya debe estar de libreta de cheques en la mano.