RIP por el RAP





No es necesario ser teólogo para afirmar, con cierta certeza, que los buenos humoristas están inexorablemente condenados. No, no es lo que están pensando: no están predestinados al infierno, como nadie está, sino al cielo, que es el destino natural de todos los que hacen de la alegría su forma de ser y estar en este mundo.





En las cajas de comentarios de las redes sociales, hay una presencia obligatoria: la de los 'enemigos", Unos avenidos que odian todo y todos. Lo peor ni siquiera son sus razones sin razón, donde abundan las incoherencias y las falsedades, pero el hecho de que son, por regla, muy aburridas. Como no son cristianos – la caridad es el signo distintivo de los seguidores de Cristo – no saben lo que es la alegría, que es una actitud genuinamente cristiana.

Antes de proseguir con este Requiescat in pace (RIP), debo confesar que no conozco personalmente a Ricardo Araújo Pereira (RAP). Aunque una vez se ha referido críticamente a una crónica mía, salvo error en Gobierno Sombra, lo admiro desde su magistral, bosquejo de la "hombre que parece que sucedió no sé qué". No estoy de acuerdo con todo lo que dice, pero aprecio su gracia y buen humor y es, precisamente por esta su tan grave culpa, que temo que esté inexorablemente condenado. ¡Al cielo, claro!

Según la teología, el cielo es un estado de constante alegría, sin ninguna tristeza o temor, donde reina una buena disposición permanente, que nada ni nadie puede perturbar. Y es así para siempre jamás. En el cielo, todo es alegría y carcajadas, de aquellas bien sonoras y francas, de que sólo los niños son capaces. ¿No habría sido por esto que Jesucristo, que algunos decían ser glotón y bebedor (Mt 11, 19), dijo que el reino de los cielos es de los que saben ser como los más pequeños (Mt 19, 14)?

¡Imagínese, por el contrario, una persona alegre y divertida en el infierno, a contar anécdotas ya hacer reír a los condenados! ¡Sería el total descalabro! De acuerdo, el gerente del lugar, que da por nombre, entre otros, de Belcebú, no tendría más remedio que expulsarla. Pero para dónde si, en la otra vida, más allá del infierno sólo hay el cielo? Por lo tanto, también por este motivo, el RAP está incluso condenado a salvarse.

Si los buenos humoristas, por razón de su maestría en el oficio, han prohibido el infierno y, por eso, han garantizado el cielo, los menos buenos tienen que pasar primero por el purgatorio, para refinar su gracia. Los pésimos -como son los blasfemos y ordinarios- están destinados al infierno de los 'enemigos", Donde tengan que oír sus grajas sin gracia no será, ciertamente, el menor de los tormentos.

No se piensa, sin embargo, que el RAP, sólo porque garantizado está condenado al cielo, no tiene pecados: él mismo, públicamente, ya los confesó varias veces. No es verdad que el infierno es para los pecadores y el cielo para los que no lo son: todos somos pecadores y todos estamos destinados a la bienaventuranza celestial. El cielo es para los pecadores que confiesan que lo son, como el RAP, y quieren dejar de serlo; mientras que el infierno es para los pecadores que se juzgan santos, como los 'enemigosY, por eso, no se enmendan, ni piden perdón. Como el RAP confesó que la pereza es uno de sus principales defectos y la mayoría de las faltas exige algún esfuerzo, los pecados que no evita por virtud, omite por pereza, lo que va a dar al mismo. Es decir, va al cielo no sólo por sus virtudes, sino también por el efecto virtuoso de su vicio: al mérito del bien que hace, añade la ventaja del mal que, por pereza, no lo hace.





Hay una cosa que nadie perdona al RAP: la inteligencia de su humor. La ironía no es para todos y, quien no la entiende, reacciona a veces con odio, que es, en general, signo de poca inteligencia. Pero no es sobre todo por la inteligencia que el RAP se salva, hasta porque consta que hay tipos inteligentes en la compañía de Belcebú, que tampoco tiene nada de tonto, se diga de paso. Lo que más cuenta para la salvación es la caridad, y esa es la principal culpa del RAP: hay amor, mucho amor, en su humor.

Dos ejemplos sólo. Una conmovedora recuerdo de la abuela, que tiene por título "Amor y patatas"(RAP, Estar vivo alejar, Tinta China, Lisboa, 2018, p. 31-32). La dicha cocinaba unas patatas fritas que quedaban invariablemente blandas, porque las hacía con mucha anticipación y luego las cubría con la tapa de una olla, en la que se condensaban gotas de agua que, cayendo sobre las patatas, las ablandaban. A este propósito, escribió el RAP:En casa de mi abuela, nunca comí patatas que no fueran blandas. Cuando hoy me ponen en el plato patatas crujientes, pienso: esta persona sabe freír patatas, pero ella no me ama". Sólo quien ama es capaz de apreciar patatas fritas blandas, porque es capaz de sobreponer a su propio placer el amor de otro. Un "hater"Habría dicho: odiaba patatas fritas blandas y nunca lo perdoné a mi abuela! Pero quien ama es capaz de ver, apreciar y enaltecer la moleza de las patatas fritas, porque ve todas las cosas a la luz del amor, o sea, a la luz de Dios, porque Dios es amor (1Jn 4, 8.16).

En tu "Curriculum vitae", El RAP escribió:",Nunca fui escogido en último lugar en el fútbol. Tal vez ese sea mi mayor orgullo."Pero, más adelante en la misma crónica, corrigió:",Una vez, a la cena, hice a mis hijas reír tanto que una expulsó agua por la boca y la otra hizo pis. Después de todo, ese es mi mayor orgullo. Nunca haber sido elegido en último lugar en el fútbol viene a continuación"(ídem, pág. 55). Esta afirmación, no obstante el realismo de la reacción fisiológica, es de los textos más bonitos que alguna vez leí.

El RAP tiene muchas cosas para estar orgulloso: es sin duda la mejor comediante portuguesa de hoy en día, uno de los comentaristas políticos más influyentes, un actor excepcional, un magnífico cronista, etc. Debe tener innumerables récords de audiencias, de ventas de libros, de audiencias y sellos. Ha tenido y tiene resonantes éxitos, aquí y más allá del mar, donde también es conocido y admirado. Pero, de lo que más se enorgulle, en toda su vida, es de la felicidad que proporcionó a sus hijas durante una prosa cena en familia. Si esto no es poesía, no sé lo que es, ni sé lo que es poesía.

Un cristiano triste es un triste cristiano, como decía San Francisco de Sales. Los santos son alegres por definición: no en vano se llama gracia a la participación humana en la naturaleza divina. Pecar es perder el estado de gracia, que es la peor desgracia que puede suceder a alguien. San Felipe de Néri era la alegría en persona y San Josemaría Escrivá decía que la felicidad del cielo es para los que saben ser felices aquí en la tierra.

Santo Tomás More, otro santo bien dispuesto, hasta compuso una oración para pedir el buen humor: ".Dame, Señor, un alma que no conozca el aburrimiento, ni las murmuraciones, ni los suspiros, ni los lamentos, ni las preocupaciones excesivas con ese obstáculo llamado 'yo'. Concede, Señor, el don del sentido del humor. Me permite la gracia de aprovechar la risa, para que saboree en esta vida un poco de alegría, y la pueda compartir con los demás". Y María, la "llena de gracia", Es por eso mismo y con absoluta precisión teológica, graciosísima.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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