Recuperación empresarial: ¿aplanar la curva?









Solo te resistes cuando miras más allá del horizonte. De lo contrario, la resistencia es solo el aplazamiento del fin.

Hoy en día, resistir en la salud pública es, como se ha dicho, aplastar la curva, es decir, crear condiciones para que el sistema de salud pueda resistir el choque y sobrevivir, más allá de este desafío. Esto también es cierto en la economía, donde la prioridad del gobierno parece ser evitar una catástrofe inmediata, ganando tiempo para, por un lado, evaluar los efectos concretos de la pandemia en la actividad económica; y, por otro lado, comprender la dimensión y el alcance de las respuestas europeas a la crisis.

Todos nos damos cuenta de que las medidas excepcionales que estamos adoptando en nuestro sistema de salud, y en la estructura general del país, como medio de defensa de la salud, tienen una duración limitada. Esto se debe a que, debe recordarse, hoy y después de la pandemia, la enfermedad (y la muerte) continuarán siendo parte de nuestras vidas. También será así en la economía.

Es por eso que las medidas gubernamentales para apoyar a las empresas corresponden, en esta etapa, a un esfuerzo financiero sin precedentes. Pero también es por eso que, más allá del horizonte, que el Primer Ministro estableció en la última entrevista para fines de mayo, es necesario encontrar soluciones para la continuidad, sostenible y fuera del marco actual de excepción. Quizás todavía sea necesario, como muchos argumentan, que el apoyo financiero a las empresas, en esta etapa, sufra una inyección de capital con pérdidas (sin crédito). Pero todos entendemos que esta solución es muy limitada en el tiempo.

En términos de racionalidad, la inyección masiva de dinero en la economía, en las circunstancias actuales, es equivalente a los fanáticos que necesitamos para salvar vidas humanas en el sistema de salud. Pero es urgente, aunque difícil para todos nosotros, cruzar ese horizonte.

Más allá de ese horizonte, no será posible salvar a todas las empresas, incluso aquellas que puedan resistir los próximos meses bajo el ala del Estado. Y luego, cuando regrese la (nueva) normalidad, la vida tendrá que continuar fuera de un marco de excepción.





Sin embargo, fuera de este marco, el marco legal concreto para la insolvencia y la recuperación de la empresa contará mucho.

En esta área, Portugal ha tenido dos «reformas» recientes. Uno, en 2012, con el Programa Revitalizar; y otro, en 2016, con el Programa Capitalizar. Al principio, en medio de una crisis financiera, la prioridad era recuperar empresas viables, evitando liquidaciones innecesarias, lo que tuvo un impacto significativo en el saldo de los acreedores bancarios, a pesar de que eran beneficiarios de diversos apoyos públicos. En un segundo momento, el más reciente, la prioridad era clara: dar armas a los acreedores bancarios para luchar contra los deudores deudores y eliminar las empresas más frágiles (aunque fuera de una crisis sin precedentes) de la economía.

Lo que digo tiene ejemplos muy concretos: el bloqueo de procesos especiales de revitalización, a través de reglas de acceso draconianas; el nuevo régimen de cumplimiento de promesa extrajudicial; e incluso la hipótesis (¡se sorprenderá!) de que un acreedor mayoritario pueda apoderarse obligatoriamente del capital social de las empresas deudoras, lo que planteó, y sigue planteando, muchas dudas constitucionales.

A esto se suma la ausencia de medidas que se han reclamado durante mucho tiempo y que incluso el ahora distante Programa de revitalización no ha logrado. A la cabeza, la articulación de normas entre la Autoridad Tributaria y la Seguridad Social, que le otorgan al Estado, como acreedor, una voz única en la reestructuración de su deuda; y mitigar una lectura obtusa del principio de indisponibilidad de los créditos fiscales.

Los tiempos eran diferentes, pero comenzaron a correr.

Ahora, es necesario (y urgente) aprender del pasado y hacer lo que aún no se ha hecho: construir un marco legal capaz de mantener compañías viables en el mercado, evitando, siempre que sea posible, su liquidación. Sin embargo, aquí, con una nota, quizás sin precedentes, de solidaridad. Es solo que todos nos damos cuenta de que pocas empresas emergerán de esta crisis sin consecuencias y eso requerirá un esfuerzo de asistencia redoblado y conjunto.

Por otro lado, y hablando de solidaridad, es necesario prestar atención a lo que sucedió con los bancos en los últimos años. Ahogándose en préstamos incobrables, otorgaron miles de millones de préstamos a compañías sin rostro, que los compraron por valores residuales y ahora se dedican a cobrar coercitivamente, y a menudo sin escrúpulos, esos créditos de compañías y familias.

Si no fuera posible, como he argumentado hasta ahora, limitar esta monstruosa transferencia de créditos, de manos que todos consideraban creíbles (bancos) a entidades cuya opacidad es evidente, ahora es posible repensar este mecanismo; inspeccionar estrictamente el desempeño de estos nuevos acreedores; y, sobre todo, aplicar el régimen de moratoria que se está planificando para los bancos. De lo contrario, cerramos una puerta, pero olvidamos una ventana.

Manuel Rivas

Fernando Rivas. Compagino mis estudios superiores en ingeniería informática con colaboraciones en distintos medios digitales. Me encanta la el periodismo de investigación y disfruto elaborando contenidos de actualidad enfocados en mantener la atención del lector. Colabora con Noticias RTV de manera regular desde hace varios meses. Profesional incansable encargado de cubrir la actualidad social y de noticias del mundo. Si quieres seguirme este es mi... Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/manuel.rivasgonzalez.14 Email de contacto: fernando.rivas@noticiasrtv.com

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