Rechazo a la Constitución en Chile es una nueva señal de fatiga política en América Latina

Un proceso constitucional que duró cuatro años llega a su fin en Chile como un nuevo símbolo del cansancio de la población hacia la clase política en América Latina. Incluso después de un largo debate impulsado por un fuerte deseo de transformación, el 56% de los chilenos prefirió su actual Constitución a cualquier cambio en un referéndum este domingo (17).

«La propuesta de reforma constituyente terminó generando frustración y desinterés en gran parte de la población», admitió el propio presidente Gabriel Boric, gran impulsor inicial del proceso, tras conocerse los resultados.

«No se trata tanto de izquierda o derecha, sino de cansancio, aburrimiento, desinterés por la política. Falta de relación entre la demanda de la sociedad y la oferta política», dice el sociólogo Eugenio Guzmán, profesor de la Universidad del Desarrollo (UDD).

Una señal de ello es el cambio de opinión del electorado en los últimos años. Todo comenzó con el «estallido social» de 2019: protestas masivas que fueron provocadas por el aumento de los precios de los billetes de metro y culminaron en una violenta explosión contra el alto costo de la vida, las fallas del Estado en educación y salud y la corrupción.

Corte a escena, y la conclusión de los analistas es que la clase política fue incapaz de responder a este enfado ni reconducirlo, y la población reaccionó polarizándose.

En primer lugar, cuando el péndulo oscilaba hacia la izquierda, una gran mayoría expresó su deseo de revisar la Carta Magna liberal heredada del régimen del dictador Augusto Pinochet, escrita en 1980 y diluida en la década de 2000.

Posteriormente, se vio envuelto en un proceso marcado por la inexperiencia y el desorden en la elaboración de una primera propuesta de cambio, formulada por una Asamblea Constituyente compuesta por 154 personas, la mayoría ciudadanos comunes y corrientes. Rechazó este texto, considerado demasiado progresista y marcado por discusiones identitarias.

Luego dio un giro hacia el otro lado del espectro político y eligió un nuevo consejo con mayoría de ultraderecha. Si un año la Asamblea Constituyente estaba debatiendo los derechos de las mujeres, la comunidad LGBTQIA+ y los pueblos indígenas, al siguiente estaba pensando en cómo limitar el derecho al aborto.

Ya cansada, la población ha optado ahora por rechazar también la nueva Constitución. «Si bien el electorado chileno ha sido sumamente variable en estos años, lo cierto es que hay una constante: una gran parte de la ciudadanía no se identifica con los partidos y considera que las élites viven en una burbuja ajena a los intereses del mayoría», afirma el politólogo Gabriel Gaspar, para quien la victoria de los «contras» de este domingo significó una derrota para los extremistas.

Chile también ha cambiado mucho desde entonces. Si el primer proceso electoral se dio en un momento en que la población pedía cambios profundos, en la Seguridad Social, en salud, en el reconocimiento de los derechos de las minorías, ahora los chilenos quieren orden y seguridad.

«Voté a favor porque ya estoy jubilado y quiero certeza. Quiero mantener mi sistema de jubilación y de seguro de salud, que son buenos y privados. También voté por la seguridad y el control migratorio», dijo Carlos Ronda, de 72 años. a votar en el Estadio Nacional este domingo.

En los últimos años, el país ha experimentado una crisis económica, con aumento de la inflación, la pobreza, la informalidad y la violencia, con la expansión del crimen organizado que los chilenos desconocían. También atraviesa una crisis migratoria, con la llegada de venezolanos y peruanos.

Para un consultor político de un partido de derecha que no quiso ser identificado, la victoria de la «contra» refleja la incapacidad de las fuerzas políticas para reconducir la crisis social de 2019 —y, en consecuencia, todos los problemas sociales— a través de la vía institucional y canales políticos. Afirma que el resultado es una crítica importante a una forma de liderazgo que no es sólo de izquierda, sino también de derecha, para generar acuerdos políticos y un producto como la Constitución.

El fenómeno no es exclusivo de Chile, y repite un proceso que el estudio del Latinobarómetro llamó recientemente «recesión democrática» en América Latina, con el colapso de la evaluación de los gobiernos y de la imagen de los partidos políticos en la última década.

Siete de cada diez latinoamericanos dicen estar insatisfechos con la democracia y, en algunos países, la indiferencia o preferencia por un régimen autoritario es mayor que el deseo de soberanía popular. Chile sigue, sin embargo, siendo el país con mayor defensa democrática de la región.

Boric llamó la atención sobre esta tradición en sus intervenciones de este domingo, afirmando que «es algo que no se debe minimizar, porque no todos los lugares son así», y apostó por un llamamiento a la unidad y al consenso. «El final del proceso debería generar un clima para un mejor entendimiento», afirmó.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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