¿Qué pasa con la dignidad de los niños y los padres?

Cuando comenzó el actual movimiento de protesta de los maestros de escuelas públicas, escuché una huelga en la televisión, creo que vinculada a STOP, el Sindicato de Todos los Maestros, declarando algo así como que lo importante es poner a los estudiantes en el centro, es decir, que el las demandas de los docentes por mejores condiciones de trabajo y remuneración, el pago de los montos retenidos, la dignidad que reclaman, son un factor en la calidad de la enseñanza, es decir, revierte en beneficio de los estudiantes, sus familias y el país.

Pensé que se iniciaba un hecho extraordinario, un cambio de paradigma, correcto en mi opinión, al colocar el problema: los estudiantes en el centro.

Después, mi percepción es que las cosas han cambiado. Con la entrada de los sindicatos ligados al PCP, que se adueñaron del movimiento con el apoyo expreso de ese partido, la contestación adquirió un cariz meramente reivindicativo y corporativo y finalmente ahora parece transformarse en una pura lucha político-partidista y en que las letanías a la calidad de la enseñanza son un mero estribillo gritado. Los otros partidos de oposición casi desaparecieron.

La educación es primordial, pero esta necesidad básica para la vida aún no ha entrado en la mente de los gobernantes, década tras década. Y no es una cuestión que atañe sólo al habitual chivo expiatorio, los Ministros de Educación, siempre criticados, tantas veces con razón. El actual Ministro de Hacienda debe ser exprimido tanto como el Ministro de Educación. Por ejemplo, en vez de dilapidar 3.200 millones de euros en un acto contra el país en una empresa inútil para el crecimiento del turismo, el gobierno debería haber resuelto las quejas de los docentes y pasar página. El primer ministro debería poner fin a esta debacle que afecta a millones de personas.

Como escribió un periódico español, la clase media baja es cada vez menos clase media y cada vez más baja. Y añado, no sólo en cuanto al dinero del que disponen las familias, sino también por el enorme daño moral y educativo que esto está causando a padres e hijos.

Ocultas, subordinadas a los problemas específicos de los docentes de la escuela pública, se encuentran cuestiones relacionadas con los métodos de transmisión de conocimientos en la enseñanza, y las desigualdades que de ellos se derivan.

Hace unos días un niño de 12 años me comentaba que no le gustaba la química física pero que le gustaba mucho el laboratorio de la asignatura. Recordé mis días de escuela secundaria y, por lo que he estado siguiendo, poco o nada ha cambiado en la enseñanza. De hecho, poco ha cambiado desde finales del siglo 19. No… de hecho, poco ha cambiado desde la enseñanza medieval, como dos autores que aprecio mucho y que vivieron su infancia en el cambio del siglo XIX al siglo XX. escribió.

Stefan Zweig (1881 – 1942) en “El Mundo de Ayer, Memorias de un Europeo” (Assírio & Alvim) refiriéndose a su experiencia escolar en Viena, Austria, a mediados de la década de 1890 escribió: “La verdadera misión del maestro, en acorde con el espíritu de la época, no era para adelantarnos, (…) no era para animar nuestras energías, sino para disciplinarlas y nivelarlas. (…) Hasta los catorce o quince años aún podíamos soportar la escuela. Nos burlábamos de los profesores, aprendíamos las lecciones con una curiosidad apagada. Hasta que llegó el momento en que la escuela no era para nosotros más que aburrimiento e incomodidad. Discretamente, se había producido un fenómeno extraño: nosotros, habiendo entrado a la escuela secundaria como niños de diez años, ya habíamos superado intelectualmente la escuela en los primeros cuatro años de los ocho que permaneceríamos allí”.

Lo que estaba sucediendo al mismo tiempo en los Estados Unidos no era diferente. En 1899, John Dewey (1859 – 1952), filósofo y erudito estadounidense, colocó la experiencia y el conocimiento asociativo en el centro de la enseñanza, tal como lo enseñó Aristóteles. Dewey escribió que “hay muy poco espacio en el salón de clases tradicional para que el niño trabaje. Ha faltado en su mayoría el taller, el laboratorio, los materiales, las herramientas con las que el niño pueda construir, crear y preguntar activamente (…). (…) Nuestra universidad no fue más allá de la Edad Media en cuanto a las tradiciones docentes medievales.”

En su primer libro, “Escuela y sociedad”, resultado de una serie de conferencias en la Escuela Primaria Universitaria y publicado por The University of Chicago Press, Dewey escribió: “El propósito de estas actividades prácticas en la escuela no se encuentra principalmente en la escuela misma, sino en su conexión, en el lado social, en la vida exterior, mientras que en el lado individual estas actividades responden a la necesidad del niño de acción, expresión, deseo de hacer algo, de ser constructivo y creativo, más que de simple pasividad y conformismo.

Dewey agregó: “He tratado entonces de indicar cómo se puede vincular la escuela a la vida para que se gane experiencia en un ambiente familiar, (…) donde lo que el niño aprende se traslade y aplique en la vida cotidiana, haciendo de la escuela un organismo orgánico”. todo en lugar de un compuesto de partes aisladas. (…) La experiencia tiene un aspecto geográfico, es artístico y es literario, tiene aspectos científicos e históricos. Todos los estudios emanan de aspectos de una Tierra única y de una vida única vivida en ella. (…)

“Vivimos en un mundo donde todos los lados están conectados entre sí. Todos los estudios surgen de las relaciones en un solo gran mundo común. Cuando el niño vive en una relación concreta y variada en este mundo común, estos estudios se unifican naturalmente. El crecimiento del niño hacia la capacidad social y de servicio, su mayor y más vital conexión con la vida, se convierte en una meta unificadora, y la disciplina, la cultura y la información encajan en las fases de su crecimiento”. (traducción del autor del artículo)

El problema de Portugal es mucho más complejo y profundo que la mera dignidad de los docentes. Es la dignidad de los hijos, de los padres y la educación adaptada a la actualidad: la educación es uno de los pilares del crecimiento económico. Según los economistas, las tres cosas que impulsan el crecimiento real son la infraestructura, la educación y la investigación. Portugal está mal en los tres.

Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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