Por qué los referéndums de Rusia en Ucrania se consideran ilegítimos

Calificados de farsa por las potencias occidentales, los referéndums de anexión promovidos por Rusia en las partes ocupadas de Ucrania chocan no solo con las leyes internas del país de Europa del Este sino también con los preceptos del derecho internacional.

En cuanto a la Constitución ucraniana, en vigor desde 1996, las votaciones realizadas por Moscú bajo una fuerte presencia militar en las zonas conquistadas en la guerra contradicen el artículo que define que «las cuestiones relativas a las alteraciones en el territorio se resolverán exclusivamente con un referéndum que involucre a los todo el país». .

En los referéndums participaron únicamente las poblaciones de los lugares a anexionarse, las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk, en el Donbass, además de las provincias de Kherson y Zaporízhia, áreas que ocupan el 15% del territorio del país.

La Constitución también establece que, para ser convocado, un referéndum de este tipo debe ser solicitado por al menos 3 millones de ciudadanos. La palabra final, al final, recae en la Rada, el Parlamento y el presidente, hoy Volodymyr Zelensky, quien ha llamado al proceso «pseudorreferendos».

El proceso de anexión también va en contra de la Carta de la ONU, el texto básico del derecho internacional durante más de medio siglo. El documento dice: «Todos los miembros evitarán en sus relaciones internacionales la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado».

Bajo esta interpretación, invadir territorio vecino el 24 de febrero fue una acción ilegítima y realizar referéndums en un estado que no es gobernado directamente es una forma de injerencia que vulnera la soberanía y la libre determinación de los pueblos.

El pasaje ha servido de argumento a diferentes actores, desde la ONU hasta Kiev, para denunciar la agresión rusa. Zelensky, por ejemplo, ha dicho que si Moscú no respeta el texto básico, no puede seguir siendo miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

También hay extractos de las Convenciones de Ginebra y La Haya que tratan de las reglas para la ocupación del territorio enemigo en una guerra. En este caso, los ocupantes ganan autoridad, pero deben respetar, “salvo que se lo impidan absolutamente, las leyes que ya estaban vigentes en el país”.

Potencias occidentales como Alemania, Estados Unidos y Polonia ya han dicho que no reconocerán el resultado del referéndum. Liz Truss, la recién elegida primera ministra del Reino Unido, dijo que nunca reconocería los «intentos rusos de anexar territorios soberanos».

Entre el discurso y la práctica, sin embargo, está en la memoria el ejemplo de Crimea, anexada por Rusia en 2008. Los gobiernos occidentales también condenaron el acto de Moscú en su momento, pero lo cierto es que Vladimir Putin asimiló la península sin grandes dificultades.

Como era de esperar, con poca transparencia y sin seguimiento internacional, los referéndums fueron victorias abrumadoras. En Donetsk, más del 99% habría estado a favor de la anexión. El número más bajo de apoyo se dio en Kherson: 87%.

Antes de la votación, las encuestas publicadas por agencias de noticias vinculadas al Kremlin ya dibujaban un escenario ampliamente favorable. Una encuesta liderada por el diario estadounidense The Washington Post, con tres institutos independientes en enero -por lo tanto, antes de la guerra- dibujó algo diferente.

El proyecto entrevistó por teléfono a 4.000 personas que vivían en el Donbass, tanto en áreas ya ocupadas por los separatistas rusos como en las que están bajo el control de Kiev. En general, el 42 % dijo que prefería quedarse en Ucrania, el 31 % dijo que quería la anexión de Rusia y el 9 % quería la independencia.

En los recortes había, por supuesto, discrepancias. En las áreas controladas por Kiev, el 72% quería que los territorios regresaran a Ucrania. Entre los residentes de las porciones separatistas, el 49% dijo que quería ser parte de Rusia.

Del lado ruso, lo que estaba surgiendo era un apoyo abrumadoramente favorable a la anexión de Kherson y Zaporijia, según mostró una encuesta realizada en agosto por el instituto independiente Levada, con 1.612 rusos: el 45 % dijo que las regiones deberían ser parte de Rusia, el 21 % que debe ser independiente y el 14% que debe seguir siendo ucraniano. El apoyo a la anexión fue más alto entre la población mayor de 55 años (51%); en el rango de 18 a 24 años fue del 37%.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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