Por qué los candidatos a Primer Ministro de Portugal no hablan de xenofobia
En un país como Portugal, la ausencia de un debate sobre la inmigración en las estrategias electorales de los líderes de los dos principales partidos, el Partido Socialista (PS) y el Partido Socialdemócrata (PSD), puede parecer irresponsable y, en cierto modo, lo es, pero este silencio también debe atribuirse a una serie de factores complejos que reflejan el actual contexto político portugués.
En los últimos años, el gobierno del Primer Ministro António Costa se ha enfrentado a varias controversias e inestabilidades, que culminaron con su dimisión tras ser señalado como sospechoso de un caso de corrupción y después de que el Presidente de la República no aceptara una solución sin recurrir a elecciones anticipadas.
Esta inestabilidad política, marcada por escándalos, dimisiones gubernamentales y conflictos públicos con Marcelo Rebelo de Sousa, contribuyó a desviar la atención de las principales fuerzas políticas de cuestiones como la inmigración, pero eso no quita que el compromiso de acoger a los extranjeros, especialmente a los brasileños, , disminución tras la votación del 10 de marzo.
La escena política portuguesa está atravesando una transición, con cinco de los ocho partidos con escaños parlamentarios compitiendo con nuevos líderes. Esto incluye no sólo al PS y al PSD, sino también a la Iniciativa Liberal, el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista Portugués.
Esta renovación del liderazgo está en el origen de la reevaluación de las prioridades y estrategias electorales, en las que cuestiones como la inmigración pueden no haber sido vistas como centrales o inmediatas en las agendas políticas de los partidos en el poder.
Para la población portuguesa que envejece (alrededor de la mitad de los casi 2,4 millones de votos que los socialistas obtuvieron en 2021 son de votantes mayores de 54 años), la ausencia de un debate integral sobre la inmigración refleja principalmente cautela política, no una opción estratégica.
A pesar del gran aumento de los casos denunciados de xenofobia, que debe analizarse en perspectiva con el historial de brasileños que viven, estudian, trabajan e invierten en Portugal, el gobierno de Lisboa ha sido incluso elogiado por sus políticas de acogida e integración. La creación del sistema de movilidad de la Comunidad de Países de Habla Portuguesa (CPLP) es prueba de ello.
La situación política actual, marcada por la crisis y la posterior reorganización del espectro político, muestra que los líderes de los partidos están centrando sus estrategias en temas que consideran más inmediatos o menos divisivos para su electorado, buscando quizás estabilizar el escenario político antes de abordar los temas. de carácter polarizador como la inmigración.
El enfoque cauteloso que Luís Montenegro (PSD) y Pedro Nuno Santos (PS) –uno de los dos será el próximo primer ministro portugués– tienen hacia la inmigración en esta campaña electoral, debe verse como una cuestión táctica, no como una declaración política. . El número récord de brasileños que viven en Portugal no tiene por qué sentir ningún peligro por este silencio de los candidatos a la presidencia.
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