Más que diálogos, se necesitan compromisos con el centro. ¿Será posible?

¿Qué está pasando en la sociedad portuguesa? Sí, un tono de impaciencia y hasta asomos de indignación mezclados -cada vez menos- con un tono anestesiante y resignado que el control de los equilibrios macroeconómicos ha permitido, de alguna manera, y hasta ahora, asegurar.

Especialmente frente a los violentos choques externos que fueron la pandemia y la guerra en Ucrania (es decir, sus efectos más visibles), el Gobierno habrá hecho algo positivo. Claramente en el caso del proceso de vacunación y con las limitaciones propias de un país de pocos recursos por diversas debilidades, a lo que se suma cierta falta de dirección a la hora de repartir –aunque insuficiente– apoyos económicos y otros incentivos a familias y empresas, mientras que víctimas de los efectos inflacionarios que potenció la guerra en Ucrania.

Ahora parece bastante visible que un cierto clima de “anestesia” empieza a dar paso a oleadas de impaciencia y, sobre todo, de indignación, en varias áreas clave, como la educación, la salud, la vivienda (y el caso TAP). Cabe señalar que en los casos de indignación se hará presente la importante pérdida de poder adquisitivo que dictó la inflación (sin contrapartida en aumentos salariales), pero no solo.

En el seno de las diversas reclamaciones (por ejemplo, docentes, SNS, etc.) casi siempre hay cuestiones de fondo por resolver, por regla general asociadas al modelo de servicio público a prestar y a la contratación, evaluación y progresión profesional de los respectivos profesionales. . Sabiendo que todos estos problemas no se pueden superar de un vistazo, por lo tanto, es urgente tomar medidas efectivas y de sentido común para que la sociedad portuguesa los absorba (y esto nunca sucederá con el radicalismo).

Sin embargo, es difícil llegar a un compromiso cuando los dos grandes partidos más de centro –PS y PSD– se combaten intensamente, por razones de peso electoral, que por regla general conducen a la exacerbación de diferencias que, en la práctica, no se juzgan tan flagrantes, en el sentido de que los consensos mínimos duraderos se hacen inviables desde el principio.

¿No comparten estos dos partidos una matriz socialdemócrata, aunque con diferentes matices? Es cierto que algunos de ellos tienen que ver con el peso de tendencias más o menos estatistas en la economía y, quizás por eso, la apuesta es complicada… Sin embargo, estoy convencido –y en cierto modo el ejemplo del artilugio en el largo plazo lo confirma – que abrir las puertas al extremismo en materia de gobernabilidad siempre acabará teniendo consecuencias que la sociedad rechaza, lo que no quita que estos puntos de vista menos moderados – aunque deseablemente minoritarios – puedan extraer algunas aportaciones positivas concretas. Pero, en mi opinión, ¡que se detenga ahí!

Además, en el caso de un posible artilugio de la derecha, quedan muchas perplejidades por superar, en primer lugar el peso electoral relativo del PSD, es decir, su afirmación inequívoca.

En definitiva, en un entorno todavía marcado por un cierto control macroeconómico, es importante por ahora resolver los problemas de fondo que sectores clave han expresado con vehemencia, y esto sólo será posible mediante la negociación y la voluntad de consenso, ya que no habrá un Gobierno responsable que pueda ceder en todo, es decir, en lo que tenga grandes implicaciones financieras.

Si el Gobierno quiere dejar algún “trabajo” duradero, tiene que ser el primero en dar ejemplo de diálogo constructivo basado en propuestas moderadas, pero si la falta de espíritu de compromiso parece ser un mal que obstaculiza a la sociedad portuguesa, es también es hora de que la oposición moderada –y me refiero en particular al PSD– acentúe sus diferencias en áreas clave. Pero también debe ser un actor que no se distancie de posibles consensos, aunque sean parciales, para que, una vez en el poder -lo que será una hipótesis en el próximo ciclo legislativo-, no cambie radicalmente las “reglas del juego”. ”, introduciendo nuevas ideas en el debate. Choques innecesarios.

En mi opinión, esta no parece ser la tendencia que se está gestando. Por eso, y sólo en las circunstancias críticas del momento, se apela tanto a la palabra compromiso, sin querer sofocar nunca las valencias de un régimen democrático que mitiga la presencia de cualquier radicalismo ideológico en los ámbitos de la gobernabilidad.

El autor escribe según la ortografía antigua.

Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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