Lula lucha por recuperar influencia en África, pero apuesta por la asociación política
Los residentes de Addis Abeba suelen bromear diciendo que la arquitectura de la sede de la Unión Africana, una gran torre que se eleva sobre un complejo inferior, representa a China señalando con el dedo medio a Europa, los antiguos colonizadores de África.
La comparación no es del todo descabellada, ya que el edificio construido en el centro de la capital etíope fue financiado por el régimen chino, con un coste de 200 millones de dólares. Una de las entradas principales al complejo es conocida entre los visitantes como la «puerta china».
Fue en el plenario de este edificio que Luiz Inácio Lula da Silva (PT) se dirigió a los jefes de Estado africanos para defender un acercamiento entre Brasil y los países de la región.
Los asesores del presidente desembarcaron en Addis Abeba con el objetivo de recuperar la influencia y el prestigio que ya disfrutaba Brasil en el continente –especialmente durante los dos primeros mandatos de Lula–. Regresaron a Brasilia con el diagnóstico de que la tarea será mucho más compleja, tanto por la falta de recursos disponibles como por la agresiva política china que, con miles de millones de dólares, dejó poco espacio para nuevos actores.
Lula realizó una visita de cinco días al continente africano, con compromisos oficiales en Egipto y Etiopía. Sus intenciones con África terminaron ensombrecidas por la serie de declaraciones del PT sobre la guerra entre Israel y Hamás. El último de ellos, comparar la acción israelí en Gaza con el Holocausto, desembocó en una crisis diplomática.
Incluso el intento de acercamiento con los países africanos sufrió algunos reveses durante el viaje, en particular con compromisos cancelados en el último minuto que enojaron al presidente. Lula incluso se quejó ante sus interlocutores en la recepción en el continente y canceló su participación en una cena ofrecida por el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, a los participantes de la cumbre de la Unión Africana.
Antes de viajar a Etiopía, la reunión con el dictador egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, se saldó con la firma de sólo dos actos: uno en el área de ciencia, tecnología y educación y un protocolo para facilitar la exportación de carne brasileña.
La situación, señalan expertos e interlocutores gubernamentales, refleja el distanciamiento de Brasil de los países africanos en los últimos años, la falta de una estrategia clara para el continente y, por supuesto, el fuerte papel de China.
El gigante asiático impulsa una agenda africana a través del Foro de Cooperación China-África, con cooperación e inversiones multimillonarias en diferentes áreas, que incluyen temas como infraestructura y cuestiones militares, y abriendo espacio a empresas estatales y multinacionales chinas. China incluso controla algunos bancos africanos.
Por eso hay un diagnóstico de que será difícil para Brasil recuperar el espacio económico conquistado durante los primeros mandatos de Lula. Por otra parte, el tono del discurso de Lula podría resultar en una alianza al menos a nivel político.
«No veo ninguna estrategia», dice el profesor Pio Penna Filho, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia (UnB). «El gobierno no ha podido implementar una política africana y esto en un contexto en el que en los últimos años se ha producido un distanciamiento considerable de África, gradual y escalonado, desde el gobierno de Dilma».
Añade que el presidente encontró al continente africano en una situación completamente diferente a la que vio en sus primeros mandatos. El discurso del propio Lula, añade Penna Filho, centrado en la cooperación para combatir el hambre y la pobreza, ya no encuentra la misma acogida.
«Otros países también han comenzado a actuar más activamente en África. Está China, que no ha interrumpido la política africana en ningún momento, está Rusia, que también está activa en ciertas partes de África, [além da atuação de] Estados Unidos y la Unión Europea», agrega el profesor. «Entonces Brasil estaba perdido, más aún sin estos mecanismos del BNDES».
Se refiere al mecanismo que permitió al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social financiar la exportación de servicios, lo que facilitó las operaciones de las constructoras brasileñas en el exterior. Esta herramienta fue una de las bases para la expansión de empresas nacionales en África, con proyectos de gran escala en Mozambique, por ejemplo.
Los colaboradores de Lula reconocen entre bastidores que Brasil ya no tiene las mismas condiciones que permitieron su avance en el continente africano y culpan a los últimos gobiernos de esta situación. También señalan que Petrobras cambió su política de gobernanza, que Eletrobras fue privatizada y que las constructoras brasileñas perdieron su poder como resultado de la Operación Lava Jato. Además, durante los gobiernos de Michel Temer y Jair Bolsonaro se eliminaron mecanismos de crédito para la exportación de servicios del BNDES, que ahora el gobierno de Lula busca retomar.
Por otro lado, un consejero de Palacio señala que «la situación no está perdida» y que el Gobierno ve la posibilidad de recuperar parte del espacio mediante cooperación e inversiones en las zonas de transición agrícola y energética.
Acercamiento político
Ana Elisa Saggioro García, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), señala que el gobierno brasileño no busca competir con China en el continente africano ni con otros miembros del Brics con presencia histórica en la región.
Por otro lado, el viaje de la delegación presidencial, añade, tuvo un objetivo más político. En primer lugar, para que este acercamiento político sirva como paso inicial hacia una nueva relación económica en el futuro. «Entonces no es que no haya una estrategia, pero es diferente del momento anterior cuando Brasil surgió y, debido a su situación económica más favorable en ese momento, desarrolló mecanismos para apoyar la internacionalización de las empresas brasileñas», dice.
«Así que Brasil ahora tiene que moverse en una esfera más política y sólo entonces buscar algún espacio de mercado», analiza García. Menciona también que el viaje a Egipto y Etiopía también forma parte de la disputa que Brasil viene librando principalmente con India para obtener el papel de portavoz del llamado Sur Global, el grupo no formal de países en desarrollo.
Asesores del Palacio do Planalto señalan que el discurso de Lula en la Unión Africana fue ampliamente aplaudido, reforzando la tesis de que hay espacio para una alianza más política con el continente africano. Brasil tiene como una de las banderas de su presidencia temporal del G20 la reforma de la gobernanza global, particularmente en el área de la economía.
Y uno de los puntos críticos de Lula es precisamente la cuestión de la deuda africana. El presidente quiere la condonación de esta deuda o mejores condiciones de financiación, para permitir que los importes de las cuotas y los intereses se utilicen para inversiones en países del continente.