¿Los dolores de crecimiento son comunes en los niños?
La llamada «dolor creciente» Es una queja muy común en las consultas de pediatría, siendo la principal causa de dolor recurrente en las extremidades. Afecta del 4 al 20% de los niños en edad escolar entre 5 y 12 años, siendo más frecuente en niñas.
Aunque no entendemos muy bien cómo se manifiesta este dolor, parece que no tiene nada que ver con el crecimiento en sí. Aun así, el término se ha popularizado con el tiempo. Los médicos a menudo lo llaman «dolor en las extremidades» y se caracteriza por episodios de dolor agudo en las piernas en su conjunto.
Por lo general, el niño no puede señalar un lugar específico, sino que pasa las manos vagamente por los muslos, las piernas o detrás de las rodillas.
El dolor es bilateral, es decir, afecta ambas piernas, alterna o simultáneamente, con frecuencia variable – a veces, las molestias se presentan todos los días.
Clásicamente, el dolor se manifiesta al final de la tarde y más a menudo a la hora de acostarse. Ocasionalmente, puede incluso despertar al niño en medio de la noche.
Aunque puede ser bastante intenso, el niño se despierta al día siguiente de buen humor y los episodios no interfieren con sus actividades diarias, como la rutina escolar, los juegos y los deportes.
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Los padres a menudo informan que los episodios de dolor ocurren especialmente en los días de mayor actividad física, pero también pueden ser desencadenados por el frío o en momentos de estrés emocional.
Alrededor de 2/3 de estos niños también se quejan de dolor de cabeza recurrente o dolor abdominal. El “dolor de crecimiento” puede tener un personaje familiar. Para que te hagas una idea, en la mitad de los casos los padres o hermanos tenían los mismos síntomas que los niños.
¿Cómo diagnosticar?
el primer paso es hablar con el pediatra. Una anamnesis y una exploración física bien realizadas suelen ser suficientes para el diagnóstico, ya que el cuadro suele tener unas características muy típicas.
Si persisten las dudas o aparecen signos de alarma, se debe derivar al niño a un especialista en reumatología pediátrica para una mejor evaluación.
Después de todo, ¿cuáles son las señales de advertencia y las posibles complicaciones?
A pesar de su cronicidad, los episodios pueden repetirse durante meses o años, y los padres están muy preocupados, el “dolor de crecimiento” es una situación muy benigna. No provoca limitaciones físicas ni deja deformidades ni secuelas.
Sin embargo, hay algunos señales de advertencia que pueden ser indicativos de situaciones más graves, diferentes al “dolor de crecimiento”, y que necesitan ser excluidas. Son ellos:
• Dolor puntual (cuando el niño puede indicar un punto de dolor específico y persistente)
• Dolor muy intenso, con despertares nocturnos frecuentes
• Dificultad para caminar o incapacidad para realizar las actividades diarias
• Presencia de manifestaciones sistémicas como fiebre, falta de apetito y pérdida de peso
• Cambios en el examen físico, como dolor a la palpación de huesos o músculos, debilidad muscular, inflamación articular, claudicación, entre otros.
Ante la presencia de cualquiera de estos signos, la Sociedad Paulista de Reumatología aconseja que el niño sea derivado a un especialista en reumatología pediátrica.
ÍNDICE DE ENFERMEDADES
¿Son necesarias pruebas de laboratorio o de imagen?
No Usualmente. Pero cuando se realizan, las pruebas son normales.
Sin embargo, si se presenta alguna de las señales de advertencia antes descritas, la investigación debe proceder con la realización de exámenes complementarioscomo hemograma, pruebas inflamatorias o radiografía de extremidades, así como otros procedimientos a solicitar según sospechas diagnósticas.
¿Hay tratamiento o medidas preventivas?
El primer paso es tranquilizar a los padres y al paciente sobre la naturaleza benigna de la condición y el buen pronóstico del “dolor de crecimiento”.
En el momento del dolor, el niño se beneficia de calor local, masajes y estiramientos de piernas, que deben ser guiados por el médico.
Incluso se pueden usar analgésicos comunes, como paracetamol o dipirona, pero, por lo general, el dolor es de corta duración y se resuelve con medidas locales; generalmente alivian las molestias incluso antes de que el medicamento haga efecto.
Muchos niños presentan una mejoría en la frecuencia de los episodios dolorosos con la práctica de masajes diarios por parte de los cuidadores, favoreciendo el calentamiento de los músculos de las piernas al final del día y acogiendo al niño. El resultado es una mejora en la calidad de vida de toda la familia.
*Lucia Maria de Arruda Campos es miembro de la Sociedad Paulista y de la Sociedad Brasileña de Reumatología, médica responsable de la Unidad de Reumatología Pediátrica del Instituto del Niño y del Adolescente del Hospital das Clínicas (FMUSP), también miembro de Pediatric Rheumatology International Organización de Ensayos (PRINTO) y Liga Panamericana de Asociaciones de Reumatología (PANLAR).