Los derechos de las mujeres retroceden en todo el mundo
Esta semana tuvimos el Día Internacional de la Mujer. La fecha, propuesta por la socialista alemana Clara Zetkin, tiene sus raíces en las reivindicaciones del movimiento feminista y las luchas de las mujeres trabajadoras durante los siglos XIX y XX.El 8 de marzo fue reconocido por las Naciones Unidas en 1975, con motivo de la Año Internacional de la Mujer y la 1ra Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en la Ciudad de México.
Una mirada al panorama mundial de los derechos de las mujeres nos recuerda que la fecha es una oportunidad para reflexionar sobre sus logros, exigir cambios y analizar el largo camino por recorrer para lograr sociedades y democracias verdaderamente igualitarias.
A nivel internacional, las mujeres y las niñas constituyen la mitad de la población y garantizar plenamente sus derechos beneficia a la sociedad en su conjunto. En efecto, además de ser un derecho humano fundamental, la igualdad de género es un imperativo para la democracia y afecta positivamente las economías y el progreso de los países en todos los ámbitos.
Con este proceso en mente, la Asamblea General de la ONU declaró la Década de las Naciones Unidas para la Mujer (1976-1985) y en 1979 aprobó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). En 1995, la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer, celebrada en Beijing, reivindicó los derechos de las mujeres como derechos humanos y, a través de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, se estableció una hoja de ruta para el adelanto de la mujer y el logro de la igualdad de oportunidades de género en los ámbitos como la educación, la salud y la política.
Más recientemente, en 2010, la Asamblea General también votó para crear ONU Mujeres, un organismo cuyo objetivo es promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Asimismo, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible establece la igualdad de género como quinto objetivo, concebida como base fundamental para la construcción de un mundo pacífico, próspero y sostenible.
A pesar de la reducción de algunas brechas y de importantes avances en las últimas décadas, como el aumento de leyes e instituciones a favor de la igualdad, la mayor presencia de la mujer en la política y la mejora de sus niveles educativos y salariales, los problemas y dificultades que enfrentan mujeres y las niñas se enfrentan a nivel mundial son enormes. Según ONU Mujeres, una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual en algún momento.
Debido a la existencia generalizada de leyes discriminatorias, las mujeres también experimentan diversas dificultades que impiden su pleno desarrollo humano y profesional. Las mujeres y las niñas son las principales víctimas de la violencia sexual durante los conflictos, se ven especialmente afectadas por fenómenos como la trata y el tráfico de personas y, a pesar de la existencia de leyes de cuotas y paridad, siguen estando subrepresentadas a nivel político.
Según un informe de la Fundación Jean-Jaurès y la organización feminista Equipop, los derechos de las mujeres están retrocediendo en todo el mundo. Este proceso no es solo resultado de la pandemia que agudizó las desigualdades, triplicó los cuidados a las mujeres y aumentó exponencialmente la violencia, la falta de empleo y la precariedad a la que están expuestas. Lo que algunos llaman un «retroceso» contra los derechos de las mujeres es más bien fruto de la alianza de grupos heterogéneos, que incluyen partidos y movimientos conservadores, fundamentalistas y sectores anti-derechos.
Tras el regreso de los talibanes, las recientes prohibiciones a las mujeres y niñas de Afganistán de trabajar o ir a la escuela son solo un ejemplo. Según Amnistía Internacional, las mujeres que se opusieron a la imposición de estas medidas fueron amenazadas, encarceladas y torturadas. Pero las regresiones son generalizadas: la derogación del derecho al aborto en Estados Unidos, su creciente restricción en países como Polonia, o la retirada de Turquía de la histórica Convención de Estambul contra la violencia de género, son ejemplos de la pérdida de derechos adquiridos para las mujeres. niñas a nivel mundial.
António Guterres, Secretario General de la ONU, destacó que lograr la igualdad de género y empoderar a mujeres y niñas son tareas pendientes de nuestro tiempo y constituyen el mayor desafío en materia de derechos humanos a nivel mundial.
En América Latina, la situación también es contradictoria. Según el Observatorio de Igualdad de Género de Ceapal, la región tiene uno de los índices de desigualdad, violencia y discriminación de género más altos del mundo. En Latinoamérica, ser mujer es un factor de riesgo y multiplica las posibilidades de sufrir diversas formas de violencia, que tiene su versión más extrema en el feminicidio.
El movimiento feminista es un actor pulsante en la región y las movilizaciones para combatir la discriminación y la violencia y garantizar los derechos son generalizadas, pero requieren cambios estructurales, redefiniendo los roles de género y transformando gradualmente las creencias y normas sociales que sustentan las desigualdades.
Un aporte significativo es la construcción de democracias paritarias, entendidas como sistemas que posicionan la paridad y la igualdad sustantiva como ejes centrales de participación y representación política en todos los ámbitos. Si bien este objetivo contempla la creación de leyes sobre cuotas y paridad de género, la paridad no se limita a avanzar en la representación numérica de las mujeres, sino que supone el pleno reconocimiento de sus derechos. Es un concepto integral que trasciende lo político y parte del hecho de que las mujeres son ciudadanas de pleno derecho, deben participar en la toma de decisiones y pueden contribuir a la solución de problemas comunes.
En nuestra región, iniciativas como Ateneaesparidad o la Red de Politólogas #NoSinMujeres respaldan esta propuesta y visibilizan que las mujeres importan y que sin ellas no hay democracia ni desarrollo socioeconómico integral. Sin embargo, hoy y siempre, la igualdad de género y la construcción de democracias paritarias debe ser tarea de todos.
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