La Virgen María más allá de la metáfora





"¿Cómo puede Jesús ser hijo de una virgen?", Fue la pregunta que el Observador dirigió al obispo Manuel Linda y al padre-filósofo Anselmo Borges. De las respuestas que han dado, se destacan afirmaciones controvertidas que voy a transcribir.





Aunque reconociendo que el texto de la Anunciación se refiere explícitamente a María como "una virgen", Manuel subraya que (1) "Nunca debemos referir a la virginidad física de [sic] Virgen Maria", (2) pues lo que en la virginidad de María es importante "la plena donación", "un "corazón indiviso", su "devoción plena", condición esa – dice -indispensable para "ser madre de Dios". En algunas condiciones, incluso una mujer que haya perdido la integridad genital se podría – remata a D. Manuel – ufanar de ese significado de virginidad.

Por su parte, el Sr. Borges viene a poner de relieve los mismos textos (1) la "teología" a expensas de la "biología" para concluir que los (2) los estados evangélicos sobre la virginidad de María, sólo si usted quiere "decir la importancia de Jesús como hijo especial de Dios ". Aunque admitiendo que los dos autores no afirman exactamente lo mismo, parece inagotable que, en la mente de ambos autores, el tema de la concepción y parto virginal de Jesús constituye, en los términos de las redactoras del artículo, una de las "ideas erradas sobre la vida de Jesús "que pasó a integrar la" tradición "cristiana.

No se hizo esperar, en la caja de los comentarios y en las redes, el sobresalto de numerosos lectores, para quienes D. Manuel Linda no es obispo de una diócesis cualquiera, ni es A. Borges un opinador desinformado.

Entiendo que dichas declaraciones oscurecen tres puntos esenciales.

1. En primer lugar, se trata de afrontar muy seriamente la cuestión de la veracidad de los evangelios sobre la concepción de Jesús: ¿es un acontecimiento histórico real, o no pasa de leyenda piadosa que pretende interpretar el misterio de Jesús?

La respuesta pasa por descartar el paralelismo con modelos paganos de narrar nacimientos de semidioses (faraones, Hércules, el emperador Augusto …), pues el contexto explicativo de la génesis de Jesús es bíblico y simultáneamente realista. En Mateo y Lucas, nada encontramos de un viraje cósmico, o de contactos físicos entre Dios y los hombres; sólo una historia muy humilde de enorme grandeza: "la obediencia de María que abre la puerta a Dios. La Palabra de Dios, su Espíritu, crea en ella al Niño; lo crea a través de la puerta de su obediencia "(Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, III, 51).





Mutatis mutandis, en la palabra humana analogías con esa palabra creadora de realidades radicalmente nuevas: pensemos en la palabra del juez cuando declara un culpable o absolve, o en el estadista cuando declara guerra o paz … De donde se sigue que, a diferencia de haber sido superpuesto a los evangelios en un segundo el tiempo, como insinúa A. Borges, será más razonable pensar que el misterioso nacimiento de Jesús era conocido de su Madre (ya través de ella del evangelista que "todos había invertido meticulosamente desde el origen"- Lucas 1,3), sólo que no se quería hablar demasiado de él ni convertirlo en un acontecimiento vulgar. Es justamente con esta hipótesis que trabajan autores de la envergadura científica de G. Delling y J. Gnilka y, en esta senda, Benedicto XVI: «me parece normal que sólo después de la muerte de María se pudiera hacer público el misterio y entrar en la tradición del hombre, el cristianismo primitivo ". De ese modo, "el acontecimiento, un hecho entonces dado a conocer, se volvía a reflexionar en la búsqueda de su comprensión [na] lógica de Dios … Así se desarrolló la cristología "(cf.Jesús de Nazaret, III, 49).

2. Pero el mayor problema de las citadas declaraciones es el descarte de una pieza central del Credo cristiano: el de que Jesús, Hijo único de Dios, fue "concebido por el poder del Espíritu Santo" y "nació de la Virgen María". El Credo es para los cristianos el mínimo denominador común que todos deben comulgar. Retirarle cualquier pieza, por aparentemente describir la pretensión cristiana, implica minar todo el edificio de la fe.

Ahora bien, como señala claramente el teólogo protestante K. Barth, en la afirmación de la virginidad de María y de la concepción virginal de Jesús está en cuestión nada menos que uno de los dos polos de la historia de Jesús en que el actuar de Dios interviene en el mundo material: el de su nacimiento incorrupto. El otro polo es el de la resurrección del sepulcro, de donde Jesús salió, sin haber sufrido la corrupción. En esa misma línea de la llamada 'alta cristología', para en el liberal H. Küng es posible leer que el dogma del nacimiento virginal de Jesús acoge el significado de que «Dios ha iniciado un verdadero nuevo comienzo». De tal modo que "el origen y el significado de su persona y destino han de comprenderse, no a partir del curso de la historia mundana, sino de la acción de Dios en Él"En el caso de Christian, 456).

¿La concepción virginal y la resurrección escandalizan el espíritu moderno? Tanto peor para el espíritu moderno, incapaz de admitir que – dice Benedicto XVI (ibid.– el Dios creador y redentor actúe sobre la materia, como si que (en última instancia, la realidad secular) no fuera su lugar. Si Dios no tiene poder sobre la materia, entonces no es Dios … Pues, porque a Dios pertenece la materia, está en juego aceptar que «a Dios nada es imposible (Lc 1,37).

3. Como se dice en el artículo, también llegó al observador "Aquella altura del año" … En que, añadiré, pavelamente ciertos medios de comunicación se empeñan en recordar a los pobres cristianos las "preguntas más difíciles sobre la cuadra navideña", dejándolas en el zapato respuestas asumidamente "inconvenientes". No está ahí el problema para los creyentes en la virginidad de María más allá de las metáforas … El problema está en los Anselmos B. de los tiempos modernos servir, requentada y la laicidad de la objetividad histórica, la respuesta mayor que la que aparentemente nada se puede pensar … Me refiero al el proyecto desmitologizador de la fe cristiana, con el que hasta los discípulos de R. Bultmann pronto rompieron luego en la década del 60. Un proyecto que dialécticamente se reconduce a la teología liberal del siglo XIX, donde Jesús no pasa de dulce soñador de Galilea (Renan).

En este y en tantos otros episodios mediáticos recientes, los fieles católicos asisten a la cacofonía aparentemente reinante en el seno de la jerarquía eclesiástica. Una jerarquía que, en tiempos de descrédito sin precedentes, no puede comprometer la transmisión fiel del depósito de la fe, si todavía pretende ser creíble en materia de moral y de derecho. Se entiende por eso que, sobre la razón de ser del magisterio de la Iglesia, el entonces cardenal Ratzinger ha dicho al que venía como Prefecto de la Doctrina de la Fe (en el que por lo demás fue seguido por su actual sucesor, el cardenal Ladaria): "Proteger la fe de los simples, de aquellos que no escriben libros, que no hablan en la televisión y no pueden escribir editoriales en los periódicos".

Esta tutela pública de la fe es justamente la oportunidad perdida, no sólo por el padre-filósofo (teólogo, no, por favor, señores periodistas!), Pero más preocupantemente por el prelado de la diócesis de Oporto, en la víspera de la celebración del misterio de la Encarnación en el seno de la Virgen María.

"Feliz solsticio de invierno para ambos!", Les propone un lector desalentado.

Por respeto a un sucesor de los Apóstoles ya un presbítero de la Iglesia de Cristo, propondré antes, a rematar este triste episodio de protagonismo mediático, las palabras del padre-científico Resina Rodrigues ("La Palabra en el Tiempo, 280):

"Los exegetas y los teólogos tienen miedo de lo sobrenatural de la pacotilla. Es correcto. Siempre que sospechan que algunas historias han sido ampliadas por la devoción de las primeras comunidades cristianas, tratan de reducirlas. Tienen razón …

Pero hay un sobrenatural, que es Dios. Como yo creo en Dios que vino al mundo en la persona del Hijo, comienzo aquí a tener cuidado con las reducciones. Por lo demás, hay una cosa que aprendí con dos herejes, Platón y Einstein: que la muy grande belleza es una señal de la verdad. Esto para decir que creo en este texto de San Lucas.

Creo que María es la Virgen Madre de Dios.

Creo que Dios se dirigió a María.

Creo que María tuvo una respuesta simple, humilde y bella …

Vengan los teólogos de la encarnación a explicarme que les gusta más una maternidad como las otras. ¿Y qué? ¿Por qué ha de ser tabulado por ese gusto?

biblista

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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