La secesión de las élites





Vivimos tiempos complejos. Tan complejos que hay quienes los buscan descifrar con tesis simples. "The Revolt of the Elites and the Betrayal of Democracy", publicada en 1995, un año después de la muerte de su autor, Christopher Lasch, concluía que en América de entonces las élites se habían alejado del país y de las realidades en que vivía el resto de la población. Según Lasch la amenaza a la democracia ya no vendría de la revuelta de las masas populares, sino de la ruptura, tan económica como cultural e intelectual, entre el pueblo y las élites. En el centro de las ciudades, las élites habrían perdido el contacto con la mayoría de la población que se mantenía en los suburbios más complicados, que se beneficiaban de una enseñanza privada mejor que la de la mayoría (ya que la enseñanza pública se degrada a ojos vistos) y viviendo en el centro de las ciudades, las élites habrían perdido el contacto con la mayoría de la población que se mantenía en los suburbios más complicados.





El estudio de Lasch fue repescado porque muchos ven en él una explicación para el fenómeno Trump. También en Francia hay quien quiera seguir el mismo camino. En febrero de este año, Jérôme Fourquet, analista político francés, publicó un pequeño estudio para la Fundación Jean-Jaurès (próxima al partido socialista) en el que transpuso el entendimiento de Lasch para la realidad francesa. De acuerdo con Fourquet, la política de mezcla social ha retrocedido en Francia en los últimos treinta años. Esto ha sucedido de forma silenciosa y progresiva y en diversos sectores de la vida cotidiana, como en la escuela, en los tiempos libres e incluso en los barrios de las ciudades francesas. Su tesis es que, sin que las personas se hayan apercibido, se ha dado una separación social entre los más privilegiados y los menos favorecidos, hasta el punto de que los primeros ya no conozcan los segundos, como si de dos países, dos poblaciones diferentes, si tratar. Fourquet llega a analizar varios datos estadísticos para sostener su conclusión, entre éstos hasta el final del servicio militar obligatorio que forzaba a los miembros de las clases más altas a conocer y tratar con los ciudadanos, como el propio califica, de las clases populares.

La tesis es tentadora, pero engañosa. Un intento de recuperar los moldes de la revolución marxista, maquillando a los actores: en vez de ricos contra pobres, tenemos, ciudadanos con un estilo de vida ciudadano contra los que viven en el mundo rural y en los suburbios de las ciudades. Cosmopolitas vs. plebe. La tesis cautiva si tenemos en cuenta los tumultos de las últimas semanas en Francia. Los chalecos amarillos, ciudadanos aparentemente sin filiación partidista que protestan contra la carga fiscal, son contra un presidente joven, que tuvo una educación cuidada, le gusta leer filosofía (me pregunto cómo el gusto de Mitterrand por el arte sería apreciado hoy en día , que alcanzó la cima de una carrera en un gran banco, la figura típica del hombre nuevo que llegó donde llegó por haber tenido acceso a todo lo bueno, le fueron concedidas todas las bendiciones. Un afortunado que vive sobre una alfombra roja extendida a sus pies. Ideas falsas que se pegan y se quedan. Ante la candor de los chalecos amarillos, Macron sería el presidente desligado de los franceses y sin legitimidad para presidir la República Francesa. El hecho de haber vencido las elecciones hace un año y medio no interesa. Para estas tesis la legitimidad no viene del voto. Nunca vino y nunca vendrá.

La idea es tentadora, pero engañosa. El que lo demuestra es Pierre-Antoine Delhomás que, en la última Le Point y sin responder directamente a la tesis de Fourquet, muestra por A + B que Francia es de los Estados más igualitarios del mundo. Que, citando datos del Instituto Nacional de Estadística y de los Estudios Económicos, si antes de impuestos los vencimientos del 10% que más ganan es 22,4 veces superior al 10% que menos reciben, esa diferencia pasa a ser sólo 5,6 a veces, después de pagar los impuestos. Y la razón de la aproximación entre ricos y pobres está, precisamente, en el papel nivelador, distributivo, del sistema fiscal francés. Esto en 2017. Este periodista francés subraya otro hecho: que la crítica de los chalecos amarillos se ciñe al nivel de los impuestos que son demasiado altos. No son los únicos, ya que las élites también se quejan y están saliendo del país (hay un montón de francés para mover a Portugal disfruta de un régimen fiscal más favorable hasta que el portugués). La tasa fiscal francesa es tan elevada que, en 2017, los impuestos, tasas y contribuciones sociales alcanzaron el 48,4% del PIB. Sólo el 27 de julio de cada año un francés comienza a trabajar para sí.

El gran dilema francés, y portugués, como sabemos, es que incluso con este nivel de carga tributaria déficit del Estado. Incluso con todos los impuestos que el Estado cobra a los franceses, el dinero que recibe no llega para los gastos. El drama es que Macron no tiene condiciones de cumplir lo que prometió para acabar con la violencia sin que el futuro de Francia se vea aún más comprometido. El principal problema de Francia, Portugal, la mayoría de los países de Europa Occidental y los EE.UU., es que la deuda ha alcanzado un valor tal que, para la prestación de servicios sociales no se derrumba, los Estados están deshaciendo lentamente. Hasta hoy se fue comprando paz social con benesses. Desafortunadamente, y con un espacio de maniobra cada vez más pequeño, lo más seguro es que muchos más chalecos amarillos saldrán a las calles. Porque en este punto concreto de los impuestos no hay ninguna secesión de las élites. Todos están de acuerdo. El problema se resume en el simple hecho de que el dinero no llegue. Y no creo que haya ceguera sobre este asunto. Él es conocido y reconocido por todos. Simplemente, llegamos al salve quien pueda. Los ricos huyen del país y los pobres salen a la calle, pero viven todos el mismo problema.

Si hay secesión de las élites es de las que viven pegadas a empleos para la vida aunque a costa del erario público. Si hay secesión de las élites es de las que viven desde hace tanto tiempo en las ciudades que creen normal y razonable sacar los animales de los proverbios. De las que defienden la imposición de tasas e impuestos verdes sin considerar siquiera un minuto que son los más pobres los principales perjudicados con una política fiscal que los fuerza a hacer lo que esas elites hacen de buen grado y sin esfuerzo de mayor. Lo cierto es que vivimos tiempos complejos para los que muchos buscan soluciones simples. La primera es la división de los ciudadanos entre buenos y malos. La segunda, la deslegitimación del poder elegido. El tercero, la imposición del caos para el establecimiento de un nuevo orden. El procedimiento no es de ahora: se describe y se explica en cualquier libro de historia del siglo XX.

abogado





Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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