La mujer como agente económico
“Se ha utilizado la vida de los hombres para representar la de la humanidad en general. Cuando se trata de la vida de la otra mitad de la humanidad, a menudo sólo hay silencio”. – Carolina Criado Pérez, Mujeres invisibles
El innovador trabajo de Claudia Goldin, premio Nobel de Economía en 2023, destaca por reconocer a las mujeres como agentes económicos con sus propios incentivos y restricciones.
Hasta hace poco, los maniquíes de pruebas de accidentes automovilísticos se basaban en la altura y el peso del hombre promedio. Como resultado, las mujeres tienen muchas más probabilidades de sufrir lesiones graves que los hombres en caso de accidente automovilístico. No fue hasta 2011 que se presentó una muñeca de prueba que representaba a la mujer promedio.
También en las ciencias económicas, hasta el trabajo de Claudia Goldin, se descuidaba el estudio de las diferencias entre géneros en el mercado laboral, desconociendo el papel de las mujeres como agentes económicos. Goldin fue pionera en el uso de un marco económico en el que la educación, la fertilidad y la productividad se entrelazan con la identidad y las aspiraciones de las mujeres, así como con el cambio institucional.
Una de las mayores contribuciones de Goldin fue demostrar que, contrariamente a la creencia popular, la participación de las mujeres en el mercado laboral no depende positivamente del desarrollo económico. Las variaciones en la tasa de empleo femenino se deben principalmente a fluctuaciones en la participación de las mujeres casadas en el mercado laboral.
La revolución industrial supuso la transición de la mujer del mercado laboral al hogar y, por tanto, una disminución de la tasa de empleo femenino. Cuando anteriormente trabajaban en la agricultura o en empresas familiares, la industrialización implicaba trabajo manual fuera del hogar, lo que se asociaba con un estigma social negativo.
Fue sólo con el desarrollo del sector de servicios que la participación femenina en el mercado laboral comenzó a aumentar de manera constante, ya que este tipo de trabajo se consideraba respetable y aceptable para una mujer casada.
Esta transformación también tuvo un impacto en la educación. La decisión de invertir en educación depende del beneficio esperado de esta inversión. En la primera mitad del siglo XX, las mujeres esperaban conseguir empleo sólo antes de casarse y, en consecuencia, el beneficio de la inversión era bajo.
En la segunda mitad del siglo se produjo una importante innovación tecnológica –la píldora anticonceptiva– que permitió reducir la incertidumbre de la población femenina sobre cuánto y cuándo trabajar. Esta innovación, junto con el aumento de los servicios, condujo a un aumento de la educación femenina.
El estudio de las decisiones educativas femeninas también contribuyó a comprender el motivo de la lentitud en la reducción de las disparidades de género. La importancia de las decisiones de inversión en capital humano a una edad temprana significa que los cambios sólo se observan cuando grupos de mujeres jóvenes ingresan al mercado laboral, lo que lleva tiempo.
El papel de la mujer en el mercado laboral también es fundamental para el crecimiento económico. Según Goldin, el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral fue el cambio laboral que más contribuyó al aumento del PIB en las últimas décadas.
Si bien el mérito del trabajo y conocimiento desarrollado por Claudia Goldin es indiscutible, la concesión de este Premio Nobel es muy importante en una ciencia en la que la baja representación de las mujeres sigue siendo un problema.
Goldin es sólo la tercera mujer en recibir un Premio Nobel de Economía y la primera en no compartirlo con otros investigadores. Además, un Premio Nobel reconoce no sólo a un individuo, sino también un área de investigación. Este Nobel es, por tanto, un reconocimiento a la importancia de dar visibilidad a la mitad de la humanidad que hasta entonces había sido ignorada.