La moda en el camino hacia la sostenibilidad social
La sostenibilidad se ha convertido en un tema prioritario para la mayoría de las empresas, independientemente de su sector, no solo por la necesidad de cumplir con la legislación específica y la mitigación de posibles sanciones, sino también por las exigencias del mercado. Inversionistas y consumidores han ido dirigiendo sus preferencias hacia empresas que buscan tener un menor impacto en el medio ambiente y que adoptan culturas corporativas enriquecidas con prácticas éticas e inclusivas.
Sin embargo, no se ha logrado una implementación plena y efectiva de acciones claras relacionadas con el impacto social, las cuales, por su nivel de complejidad, generalmente quedan en un segundo plano.
En cuanto a la industria de la moda, existe un importante esfuerzo por crear y mejorar los procesos productivos y la adopción de criterios de economía circular. Son acciones necesarias, ya que debido a la moda rapida y el consumo indiscriminado durante la última década, esta industria ganó el segundo lugar entre las más contaminantes del mundo, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo UNCTAD.
Entre los principales desafíos se encuentran los microplásticos que desprende la ropa debido al lavado constante, y las 92 millones de toneladas de residuos que genera anualmente la industria. Estos últimos, en lugar de ser tratados de manera responsable, aparecen acumulados inesperadamente en áreas naturales de países en vías de desarrollo, como el desierto de Atacama en Chile, o en los campos de Kantamanto en Ghana.
Desafortunadamente, el problema no termina ahí. Los compromisos de sostenibilidad de las empresas de moda solo tienden a mitigar sus impactos ecológicos. Por ejemplo, solo los materiales tradicionales son reemplazados por orgánicos o reciclados. Sin embargo, se descuidan varios aspectos fundamentales relacionados con la ética y la seguridad en la cadena productiva. Siendo la confección una de las actividades donde más se recurre a la subcontratación, existe una clara falta de transparencia en la responsabilidad social.
Más. La globalización ha aumentado la eficiencia de los procesos de producción, permitiendo el acceso a mano de obra no calificada más barata en los países en desarrollo, especialmente aquellos con poca supervisión regulatoria. No es casualidad que la mayoría de las marcas produzcan en países como Bangladesh, India y China. En estos, la producción es realizada por población vulnerable, evidenciando un estilo de “esclavitud moderna”, donde existen altos índices de explotación infantil, abuso laboral y una remuneración casi inexistente. Mientras las marcas de moda no exijan que las prácticas de sus proveedores sean equiparables a las propias, el impacto social no será evidente y por tanto seguirán siendo muy difíciles de gestionar.
La sostenibilidad en la moda implica un enfoque integrado. Los esfuerzos en el campo ecológico son importantes, pero no debemos olvidar que los seres humanos están involucrados en todos los procesos, y que la libertad y los derechos civiles son vitales para el desarrollo y evolución de una sociedad. El aspecto social y el aspecto ambiental son dos caras de la misma moneda.
Actualmente, existe una fuerte tendencia de nuevas marcas que apuestan por la transparencia de su cadena productiva, habiendo optado por realizar sus procesos de fabricación localmente o en geografías que garanticen una fuerte presencia regulatoria en materia de derechos de los trabajadores. Nos corresponde a nosotros, como consumidores, apostar por piezas socialmente responsables para apoyar las buenas prácticas en esta industria.