La ley de autodeterminación de la identidad de género y el tiempo para crecer libremente
Que crezcan libres es lo que pretendemos para nuestros hijos y para todos los niños del mundo. Que crezcan con espacio y apertura para desarrollar lo que son, para centrarse en sus capacidades y valorarlas, y así percibir el fantástico e impresionante valor que cada uno tiene. Cada uno tras de sí un mundo nuevo.
Nacimos con un conjunto inmenso de cualidades, de capacidades y somos todos diferentes. Pero necesitamos referencias, de orientación, de acompañamiento para poder construirse como personas, para humanizarnos. Necesitamos que nos sea dada la posibilidad de saber lo que es ser masculino y lo que es ser femenino y, como la humanidad es interesante por tener esa diversidad. La libertad para decidir sólo existe cuando tenemos conocimiento suficiente para comprender el alcance y las implicaciones que cada decisión trasera. Por eso somos seres que necesitamos de tiempo. Tiempo para crecer y para conocer la vida.
Esta nueva ley y la forma en que puede ser interpretada retira a cada niño ya cada adolescente la posibilidad de que en el tiempo se construya. De pasar por las fases en que se acepta y en que se rechaza lo que se es. En que se duda y en qué se cree. Tiempo para ir percibiendo lo que en la vida es importante. Por eso todos reconocemos que decisiones irreversibles, marcantes y condicionantes del futuro sólo se asumen cuando se tiene edad y madurez. Tener libertad, ser libre es poder decidir y elegir, no lo que me apetece o parece ser más simple, sino lo que sé que me puede dar acceso a una vida más plena. Y eso lleva su tiempo.
Esta nueva ley retira la libertad de crecer con tiempo. Quita la libertad de cada uno de enfrentarse a lo que es o siente ser. Se retira la libertad de ser confrontado, de ser cuestionado y poder reflexionar sobre lo que desea.
Profesora de la Escuela Superior de Enfermería de Porto,, Investigadora en el área de la educación y de la sexualidad, Doctorada en Bioética