La frialdad de los argumentos de los portugueses que mantuvo a su hija en el tronco
Portugués condenado por haber mantenido la hija escondida en el maletero en sus dos primeros años de vida.
Cinco años de prisión, tres suspendidos, acompañamiento socio-jurídico por cinco años, obligatoriedad de tratamiento y pérdida total de la responsabilidad parental. Rosa Maria da Cruz, el portugués de 50 años originario de Povoa de Varzim que mantuvo a la hija de un trastero y el maletero de un Peugeot en sus primeros 23 meses de vida, oyó frase postrado de corte de Tulle, en el centro de Francia. Antes, había pedido perdón a su hija. A continuación, fue encaminada a la cárcel.
En casa, Rosa María da Cruz tiene otros tres hijos entre los 9 y los 15 años y el compañero, que, nos aseguran en la aldea de ambos, Fontarcarda, la conoció ya ella era madre.
Nada se explicó sobre el futuro de los niños, a pesar de conocerse mucho de su pasado. Un pasado que se inscribe en los pasos de la hermana menor, que nunca conocieron, nunca vieron, Serena – Rosa la llamó así, dijo inicialmente, por no llorar; más tarde, se deshizo, sobre eso y muchas otras cosas: inventó el nombre a la prisa cuando uno de los bomberos llamados cuando la niña fue descubierta por un mecánico se lo mostró para que se despidiera de ella.
disimulación
La frialdad de los argumentos y la modificación de versiones es una de las marcas del juicio que mantuvo a Francia en suspenso.
Rosa alegó "negación de embarazo". Y ahí entra el pasado de dos de los hijos. El segundo nació sorprendiendo a todos en un almuerzo de familia durante unas vacaciones en Póvoa de Lanhoso. El tercero vio la luz sin anunciarse, en las escaleras de casa, en 2009. Domingos, el compañero, sólo supo de su existencia, supuestamente, días antes. De Serena nunca tendrá desconfiado, ni cuando nació, en 2011, ni en los dos años que el niño vivió en casa. No conducía, apenas entraba en el coche, nunca iba a la recaudación y el olor nauseabundo del vehículo fue atribuido a las alfombras.
Eso es lo que Domingo dijo a la corte en portugués. Él no habla francés, a diferencia de Rosa, que se recuerda en Fontarcada no hablar portugués y, por lo tanto, no vive con el pueblo.
Serena nació, Rosa cortó el cordón, la posó y fue a tratar los quehaceres de madre de tres hijos. No veía en ella una hija y se le refirió como "una cosa". Alega, también, que sólo la percibió como ser cuando Serena sonrió, a los 18 meses. Cinco meses después, fue descubierta. Rosa dice que quiso que fuera.
El tribunal prefirió retener la versión de la "disimulación", por ser necesaria mucha organización para esconder un ser vivo durante dos años.
El Ministerio Público pedía una condena mayor-ocho años- para que Rosa comprendiera que "Serena no es un no evento". Existe, sobrevivió a la supervivencia infligida por la madre, que admite haberse olvidado de alimentarla, tuvo días. Y que se limitaba a dejar el biberón seguro en el cojín. Y que no la lavó.
Serena existe con "síndrome autista irreversible" y "déficit funcional del 80%". No interactúa. No habla. Sólo ingiere sólidos hace un año. Pero, testificaron los jueces, parece feliz en su familia de acogida. Rosa fue condenada. Sólo faltó un porqué.