La derecha debe unirse en un solo partido
En octubre, en una crónica para este periódico, intenté explicar cómo el electorado de la derecha, en particular el del PSD, se convirtió en anti-sistema tras el programa de intervención de la troika. Anti-sistema contra la oligarquía que domina la política, casi falló el Estado y se apoderó del gobierno a pesar de no haber vencido las elecciones legislativas; Anti-sistema contra los 'empresarios' que de manos de gobierno Sócrates casi fallaron el Estado y que con el apoyo del PCP y del BE acechan su próxima oportunidad.
En ese momento me refería también que, por esa razón, el choque entre el electorado del PSD y la actual dirección del partido sería inevitable. Este choque es ahora evidente en los sondeos, en la incapacidad de Rui Rio para presentar una idea, proyecto, visión para el país. Un año después de haber sido elegido líder del PSD sabemos que Río habría cambiado uno u otro detalle en la gobernación de António Costa (tal vez un mayor rigor en las cuentas públicas), pero lo esencial sería el mismo.
La invención de la gereconza ensambló las izquierdas al punto de sólo con mayoría absoluta ser posible a la derecha de regresar al gobierno. Dada la polarización retraída de la política portuguesa, una coalición preelectoral, preferiblemente una fusión del PSD y CDS Alianza solamente un partido de derecha, no sólo se hace necesario como algo natural.
Sólo con un gran partido de derecha que gane las legislativas con mayoría absoluta es posible desalojar la gestión del gobierno y asumir un verdadero programa político reformador del Estado, de efectiva reducción de la deuda pública (y no sólo del PIB). Sólo con un gobierno con una victoria en las urnas (como se exige en democracia) es posible llevar a la práctica un programa de libertad política, económica, social y cultural sin las condicionantes impuestas por los partidos de extrema izquierda que sostienen una gobernación socialista que, como socialista que es, confunde el interés colectivo con los intereses particulares, la gobernanza del Estado con la gestión de los fondos públicos para satisfacer una base electoral que le sea leal en el día de las elecciones.
Hasta entonces es indispensable que el PS asuma las responsabilidades de su gobernanza. Con el enfriamiento de la economía mundial, una pequeña desaceleración de la economía portuguesa es suficiente para descubrir el mosaico que cubre las cuentas de Mario Centeno. Deshecho la ilusión, el temor de un tiempo que al final vuelve hacia atrás puede transformarse en una verdadera pesadilla para António Costa. Si es importante que esta vez, los socialistas, los comunistas y los bloques favor son responsables de la forma descartado y se deja gobernar Portugal en los últimos cuatro años, también es esencial que el retorno de la derecha al gobierno de no cumplir con el calendario, pero con motivo del diferencia.
A pesar de que el país necesita cambiar de rumbo a prisa puede ser mala consejera. Lo peor para el PS se pueden superar en 2019. Y lo peor para el PS es la mejor para Portugal. La verdad es que, aunque muchos niegan el presente, el destino correcto en Portugal es unir a ganar las elecciones, para superar la camisa de fuerza impuesta que él y dejó regla con el fin de liberar al país de los oligarcas.
Pequeña nota sobre el plomo del acuerdo de Theresa May para el Brexit
Difícilmente cualquier acuerdo para el Brexit sería aprobado por el Parlamento británico porque quien votó "Leave" en 2016 quería salir de la UE, pero no sabía cómo. La gran lección que se retira de todo este proceso es la inutilidad (y el peligro) de referendos mal hechos. No sólo no se deben votar ideas abstractas (salir de la UE puede significar mil y una cosas diferentes y traer consigo mil y una consecuencias) como es injusto que en un día concreto una serie de ciudadanos decida de forma definitiva el futuro de un país, así como el futuro de otros ciudadanos que aún no pueden votar o han nacido siquiera.
Esta es la razón de ser de las democracias representativas: votar propuestas concretas que los ciudadanos no tienen tiempo para analizar debidamente. Los diputados británicos difícilmente aceptarían votar entre quedarse o salir de la Unión Europea sin conocer los detalles de la salida. Si no lo harían por qué pidieron que lo hicieran los votantes en un referéndum? En una democracia representativa las cuestiones polémicas no se someten a referéndum porque son divisivas, ni tampoco las consensuadas porque hacerlo se vuelve innecesario. ¿Es que los diputados, a los que cabe evitar y corregir errores que se confunden con actos democráticos, serán capaces de llamar a sí un asunto que no debería haber sido sometido a referéndum?
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