La corrupción de la que todo el mundo habla

Fue una casualidad, por no mencionar el destino, que me encontrara con alguien que investiga la corrupción en Portugal desde un punto de vista científico. Así que terminé trabajando en la corrupción, a lo largo de los años, aunque de forma lateral. El tema ha puesto en primer plano no solo la investigación necesaria, sino también la organización de los ciudadanos en un importante activismo social como la Transparencia Internacional Portuguesa.

Tener contacto con este tipo de investigaciones me ha permitido acceder a literatura con desarrollo desde diferentes enfoques. Desde estudios sociológicos, de carácter judicial o estudios de Derecho, hasta políticas públicas y Ciencias Políticas, sin perder de vista aspectos de Economía Política o Economía “pura”, o incluso de las ciencias del comportamiento y Psicología y Psicología Social.

La diversidad de disciplinas y enfoques que menciono como ejemplo muestra lo complejo que es estudiar este fenómeno. Dado que esta transdisciplinariedad es una dificultad añadida para quienes buscan analizar el mundo con explicaciones que pretenden ser científicas, es también por ello que su necesidad de estudio cobra aún más relevancia.

Me parece que el término corrupción se ha convertido en un arma arrojadiza para todos aquellos que, a menudo con un conocimiento fáctico limitado del tema, solo quieren “decir mal del sistema” y no buscar mejorarlo de manera constructiva. Esa es la frontera fina pero importante, en lo que es el análisis de los fenómenos de corrupción y en lo que, en definitiva, es su lucha no se debe cruzar.

La crítica generalizada al uso que muchos harán de los recursos estatales contrasta con el uso efectivo de estos recursos en beneficio propio. En otras palabras, caminamos de aquí para allá, en cafés y reuniones con amigos (antes de la pandemia) o en Facebook. gritar “Aqui d’el rei” contra los corruptos, generalmente todos o casi todos los políticos, así que dicen algunos sin ninguna prueba, pero luego, si al menos pudiéramos “hacerlo” o conseguir una cita meses antes, terminar un trámite administrativo en un ayuntamiento, o, aparentemente, tener acceso a la vacuna Covid antes de que sea el momento adecuado para nuestra creencia, todo está bien.

Evidentemente, no todos los ejemplos que menciono corresponden, al menos en Portugal, exactamente al delito de corrupción, pero la lógica es la misma: externalizar lo que es la corrupción, sobre todo para los políticos, porque entonces no tenemos que corregir nuestro propio comportamiento. . ¿Y eso significa que sostengo que los ciudadanos no deben controlar el comportamiento de sus representantes? No claro que no. Pero tal vez, solo tal vez, cada uno de nosotros debería comenzar por repensar nuestro comportamiento diario.

Recientemente, en un artículo que consulté, titulado en portugués Percepción vs. Experiencia: Explicar las diferencias en las medidas de corrupción utilizando microdatos, Una vez más me di cuenta de lo difícil que es medir la corrupción en una sociedad. Y como esta medida es difícil, entender el fenómeno dentro de la sociedad donde nace, habita y se desarrolla ya no es sencillo. Por regla general, lo mejor que se puede captar son exactamente las percepciones que los ciudadanos tienen de la corrupción que los rodea, lo que dista mucho de ser ideal.

Existe la idea de que la corrupción está directamente relacionada con la experiencia de los demás, pero no es así, y estos autores lo demuestran. Esto no es ni bueno ni malo, sin embargo nos muestra que muchas veces esa idea que pasa por las redes sociales, las charlas de café y las redes sociales puede estar enfatizando el fenómeno. No estoy diciendo que haya ‘corrupción cero’ en el país, y mucho menos que no debamos preocuparnos y actuar en consecuencia. De hecho, este texto va exactamente en la dirección opuesta, pero yo sostengo que debemos pensarlo dos veces antes de abrir la boca y poner excusas como: «todos los políticos son corruptos» o «todos los funcionarios públicos son corruptos», etc.

Debemos exigir que quienes nos representan hagan lo mejor que sea humanamente posible, pero quizás deberíamos comenzar por exigirnos a nosotros mismos antes de hacerlo a los demás.

El autor escribe según la ortografía antigua.

Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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