¿La clínica es siempre soberana?
El diagnóstico de las enfermedades se basa en el raciocinio clínico, proceso cognitivo que involucra la integración e interpretación de informaciones recogidas por el médico, posibilitando la formulación de hipótesis diagnósticas y la proposición de conductas adecuadas frente a un problema de salud.
Desafortunadamente, hay pacientes que pueden describir solo algunos síntomas, a menudo de manera inexacta, y, por otro lado, los médicos pueden identificar e interpretar los datos de manera selectiva. Por lo tanto, este proceso es propenso a errores.
Automáticamente, y sin pensarlo mucho, solemos repetir o escuchar la clásica frase “la clínica es soberana”. ¿Pero lo hará? Hubo un tiempo en que las llamadas “pruebas complementarias” solo “complementaban” el razonamiento clínico.
Sin embargo, hoy, la recursos tecnológicos aplicadas a la medicina son utilizadas por profesionales con un alto grado de especialización y no sólo confirman el diagnóstico o reducen las dudas que la historia clínica y el examen físico generan en el razonamiento médico, sino que orientan sobre el origen y la gravedad de la enfermedad. También permiten establecer medidas preventivas en relación con determinadas condiciones.
¿Alguien duda actualmente de la importancia de conocer el niveles de colesterol o glucosa en sangre con el fin de identificar a las personas en riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2? O alguien que niega el papel de un resonancia magnética cráneo para evaluar la extensión de un accidente cerebrovascular? O, todavía, alguien que menosprecia el uso de genómica en la personalización de los tratamientos?
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Habría muchos ejemplos para enumerar, pero el hecho es que nuestro cuestionamiento de ninguna manera compromete el alto espíritu humanista que impone la práctica de la medicina. Solo muestra la existencia de nuevos e indispensables recursos que, si se utilizan racionalmente, añaden posibilidades de mayor corrección, rapidez y eficiencia diagnóstica.
El diagnóstico sigue siendo un acto médico, pero ya no se basa exclusivamente en la anamnesis, el examen físico y el razonamiento clínico, humanamente sujeto a trampas, heurísticas y sesgos. Sin un diagnóstico correcto, todas las acciones posteriores se ven comprometidas, con el riesgo de daños irreparables para los pacientes.
Hace mucho tiempo, el bien práctica médica dejó de ser una actividad individual y aislada, asumiendo el trabajo colectivo entre equipos y especialidades. Es impensable hoy en día que una sola persona pueda abarcar todo el conocimiento sobre la práctica médica, por muy general que ésta sea.
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Estas consideraciones no pretenden reducir la relevancia de la atención médica, sino resaltar las posibilidades de ampliar sus competencias a través del uso racional de métodos diagnósticos y terapéuticos incorporados a la práctica clínica.
LA medicina diagnóstica − resultado de la integración de tres áreas médicas, anatomía patológica, diagnóstico por imágenes y patología clínica/medicina de laboratorio − puede mejorar la eficiencia en la detección de enfermedades y contribuir a la atención del paciente.
En este sentido, para la práctica de la medicina moderna, no es razonable despreciar el apoyo de algoritmos ni el uso del aprendizaje automático para optimizar el pensamiento y el comportamiento de los profesionales. Este trabajo conjunto entre diferentes especialistas (y con diferentes tecnologías) genera ahorros para el sistema de salud, conduce a los resultados deseados y beneficia a los pacientes con decisiones más rápidas y efectivas.
* Adagmar Andriolo es profesor de Medicina Interna y Medicina de Laboratorio en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), expresidente de la Sociedad Brasileña de Patología Clínica/Medicina de Laboratorio y miembro de la Academia de Medicina de São Paulo; Wilson Shcolnik es presidente de la Asociación Brasileña de Medicina Brasileña (Abramed) y expresidente de la Sociedad Brasileña de Patología