“La Ballena”: una película sobre la obesidad y la alimentación como válvula de escape
Cuando terminaste de ver la obra La ballena durante casi 10 años, director y guionista darren aronofsky salió del teatro en Nueva York decidido a adaptar esa historia para el cine.
Convencer a su autor, el dramaturgo Samuel D. Hunter, para que escribiera el guión fue fácil. Fue difícil encontrar al actor ideal para interpretar al protagonista. Esto explica por qué el director de El luchador (2008), cisne negro (2010) y ¡Madre! (2017) tardó casi una década en estrenar la versión cinematográfica de la obra.
Elegido para el papel principal de La ballena era el actor Brendan Fraser, 54 años. Es conocido por protagonizar películas de aventuras como Jorge, rey del bosque (1997), La momia (1999) y Viaje al centro de la Tierra (2008).
Para interpretar a Charlie, un profesor de escritura creativa que padece obesidad de grado 3, el tipo de obesidad más grave, Fraser habló con médicos y personas con trastornos de la alimentación y buscó entender, entre otras cosas, cómo un hombre de 270 kilogramos, el peso del personaje, logra ducharse, levantarse del sofá o caminar por la casa.
Fraser incluso ganó unas cuantas libras. Pero no lo suficiente como para prescindir de las prótesis hechas a medida por la maquilladora canadiense. Adrián Morot de la tecnología 3D. Dependiendo de las escenas que debía grabar, el actor utilizaba rellenos -pintados con pintura que imitaba la textura de la piel humana- que llegaban a pesar 130 kilos.
Por estas y otras razones, el estadounidense pasaba hasta seis horas al día en la sala de maquillaje memorizando sus líneas. Y, no por casualidad, tanto Fraser como Morot estaban nominados al Oscar 2023 en sus respectivas categorías, Mejor actor y Mejor maquillaje.
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(Bueno, aquí hay un aviso revelación sobre la película).
En el largometraje, Charlie vive prácticamente confinado en la casa. Recluso, imparte clases de escritura en línea a estudiantes de secundaria, pero nunca enciende la cámara. Cuando alguien se queja, siempre da la misma excusa: está defectuoso.
Su mejor amiga es Liz (Hong Chau), una enfermera que en su tiempo libre lo cuida. Ella controla su presión arterial, le da un medicamento y lo insta a que vea a un médico o llame a una ambulancia lo antes posible. Él se niega. Dice que no tiene dinero ni seguro médico.
Cada noche, Charlie pide una pizza gigante. Y todas las noches, el repartidor realiza el mismo ritual: deja la pizza en una silla del porche y toma el dinero del buzón. Cuando el protagonista abre la puerta para recoger su “pedido” después de unos minutos, el repartidor ya se ha marchado.
Un día, cuando abrí la puerta para recoger la pizza, el repartidor todavía estaba allí. Y no pudo disimular su disgusto ante la apariencia de su cliente. “¡Dios mío!” fue todo lo que pudo decir.
Con el empeoramiento de su salud, Charlie intenta reconciliarse con su hija adolescente, Ellie (Sadie Sink), a quien abandonó cuando tenía 8 años para vivir con otro hombre. Cuando muere su novio, víctima de un suicidio, Charlie comienza a comer compulsivamente.
En una escena de la película, el profesor se ahoga de tanto comer. “¿Por qué no masticas como todos los demás?”, le regaña Liz. En otro, devora dos porciones de pizza, una encima de la otra, a la vez.
“Un episodio de alimentación compulsiva ocurre cuando una persona come mucho más que otra en la misma situación, con la sensación de perder el control sobre cuánto come y qué come”, define el psiquiatra Adriano Segal, coordinador de la Comisión de Psiquiatría y Trastornos de la Alimentación de la Asociación Brasileña para el Estudio de la Obesidad y el Síndrome Metabólico (Abeso). “No pocas veces, la persona incluso come cosas que no son agradables, como alimentos crudos o congelados”.
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Emoción y descontrol en la mesa
Segal aún no ha visto la película, pero según la descripción del personaje, cree que Charlie sufre de trastorno por atracón (BED). Para que alguien sea diagnosticado de esta manera, debe haber tenido al menos un episodio de atracones a la semana durante los últimos tres meses.
“La gravedad del TCA depende del número de estos eventos”, explica el médico. Las causas del trastorno aún se desconocen. Pero, según Segal, puede ser provocado tanto por una predisposición biológica o psicológica como por factores externos altamente estresantes.
“No es probable que un evento trágico o estresante por sí solo cause el problema. Sin embargo, existe un patrón de ingesta de alimentos en estudio llamado ‘alimentación emocional’cuando la persona come más, generalmente alimentos hiperpalatables, en respuesta a cambios psíquicos”, aclara la especialista.

En cuanto al tratamiento de la obesidad grado 3 (ya no se utiliza el término erróneo “mórbida”), la principal indicación es la cirugía bariátrica. Según el médico de Abeso, brinda una pérdida de peso más impactante, mayores posibilidades de mantenimiento, es seguro y rentable.
Medicamentos pueden tener buenos resultados en otros grados de obesidad, pero es poco probable que reviertan una condición severa. De todos modos, independientemente de la ruta elegida, también están prescritos cambios en el estilo de vida.
“La cirugía bariátrica no es una cura milagrosa, ni cura la obesidad. Es una poderosa herramienta en el arsenal de opciones para su control. La obesidad es una enfermedad crónica y recurrente. Quienes se someten a una cirugía deben permanecer en tratamiento de por vida y cambiar sus hábitos”, dice Segal.
“Hoy no es raro que las personas que se sometieron a una cirugía bariátrica vuelvan a subir de peso y tengan que usar medicamentos. No significa que la cirugía fracasó. Solo refuerza que la obesidad no tiene cura, sino tratamiento”, pondera el médico.
PD: El titulo de la pelicula no es fatóbico. De hecho, hace referencia a la novela favorita del protagonista: el clásico dick mobypor Herman Melville (1819-1891).
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