La actividad física prolonga el efecto de las vacunas contra el Covid en los grupos de riesgo
En un estudio publicado el año pasado, investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) encontraron que estar activo aumenta la respuesta inmune a las vacunas COVID-19. Ahora, en una rama del trabajo, se han dado cuenta de que mantener el cuerpo en movimiento también hace que el efecto de las dosis dure más.
Para llegar a esa conclusión, los científicos analizaron 748 pacientes del Hospital das Clínicas de São Paulo con enfermedades reumáticas autoinmunes, como artritis reumatoide, lupus, esclerosis sistémica, miopatías inflamatorias, entre otras.
En estas personas, el sistema inmunológico no funciona tan bien como debería (están inmunodeprimidos). De esta forma, no solo son más susceptibles a la Covid grave ya que tienden a tener una respuesta inmune más baja cuando se vacunan. De ahí que sean grupos prioritarios para recibir nuevas dosis del agente inmunizante.
En la investigación de la USP, los científicos probaron primero la seguridad y eficacia de dos dosis de CoronaVac entre este personal y luego después de seis meses de vacunaciónrealizó análisis de sangre a los voluntarios: este es el tiempo que tarda en comenzar a disminuir la respuesta al agente inmunizante del Instituto Butantan, según estudios previos.
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Los participantes también informaron cómo eran sus hábitos con respecto al ejercicio. Para hacerse una idea, 421 ejercieron, mientras que 327 estaban inactivos.
A partir de estos datos se observó lo siguiente: seis meses después de la aplicación de la vacuna, las tasas de anticuerpos (tanto IgG como neutralizantes) fueron significativamente más grande en aquellos individuos que practicaban ejercicios físicos en comparación a los sedentarios.
¿Hay beneficios por empezar ahora?
Esta es una elección que siempre vale la pena, defiende el especialista en fisiología del ejercicio Bruno Gualano, líder de investigación y docente del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la USP. Incluso porque se ha demostrado que mudarse está relacionado con una reducción en el riesgo de varias enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión y cáncer.
En el estudio de la USP, los sujetos que practicaban alguna actividad física moderada o vigorosa durante al menos menos 150 minutos por semana. Es decir, algo así como 30 minutos, cinco veces a la semana.
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Los investigadores no evaluaron cuánto tiempo habían mantenido estas personas una rutina activa antes de recibir las dos dosis de la inyección, pero se tomaron en cuenta otros puntos.
“Les preguntamos si habían hecho ejercicio una semana antes de la vacuna, por ejemplo, y también cómo se comportaban en el tiempo libre, en el trabajo, en los desplazamientos diarios y en las actividades del hogar”, explica el profesor de la USP. La respuesta a la vacuna fue proporcional a la cantidad de actividad practicada.
El investigador comenta que algunos de los voluntarios realizaron 50 minutos de ejercicio diario, por encima del mínimo exigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y mostraron una respuesta inmunológica mayor que los demás.
“Cada sistema del cuerpo responde de manera diferente a la actividad física, incluido el sistema inmunitario. Tan pronto como la persona cambie la rutina, sentirá los beneficios en el cuerpo con el tiempo. Y aumentan a medida que esta práctica se vuelve regular”, analiza Gualano.