Jerónimo de Sousa y el abrazo de oso
El elogio que se repite incesantemente sobre la persona de Jerónimo de Sousa, como persona seria, afable y honesta, nos permite sacar dos conclusiones.
La primera, y la más obvia, es que hemos llegado a tal punto de degradación de la imagen de nuestra clase política que el hecho de que un líder de partido sea visto como un ser humano decente, que cree en lo que defiende y trata a los demás las personas de la manera correcta.- es un hecho digno de mención y admiración. En un mundo ideal, la noticia sería que hay un político deshonesto o incorrecto en el trato, no al revés.
Sin embargo, no vivimos en un mundo ideal. Y, sobre todo, afortunadamente no vivimos en el mundo ideal que Jerónimo de Sousa y su partido han tratado de construir en las últimas décadas, porque, a juzgar por todas las experiencias que se han dado alrededor del mundo, este paraíso se derrumbaría rápidamente. convertirse en un infierno.
Si el PCP hubiera tomado el poder en 1975 e impuesto su visión de la sociedad en Portugal, hoy Jerónimo de Sousa probablemente sería conocido por otras razones además de su calidad humana. Esto, si, empero, no hubiera tenido la desgracia de ser borrado de los libros de historia y de las fotografías oficiales, como consecuencia de las luchas de poder y las purgas internas que en ocasiones sacuden a los regímenes comunistas.
La segunda conclusión es que Jerónimo de Sousa y el PCP son cada vez menos relevantes en la escena política portuguesa y el elogio al líder comunista tiene su propio elogio fúnebre -quizás prematuro- para el propio partido. Es más fácil elogiar a alguien que ya no es una amenaza.
Uno de estos homenajes vino de António Costa, cuyo partido ha sido el principal beneficiado del descenso electoral que ha sufrido el PCP desde la creación de la ‘geingonça’. El presidente del Gobierno insistió en subrayar que Jerónimo de Sousa fue en gran parte el responsable de crear la ‘geingonça’, con sus declaraciones de la noche del 4 de octubre de 2015. Se puede decir que, tanto para Jerónimo como para Marcelo, las palabras de elogio y el apoyo será quizás más temible que la crítica, aunque sea sincera.
Al final, la ‘gengonça’ fue un “abrazo de oso” que permitió al PS salir del desconcierto en el que se encontraba tras los años de Sócrates, recuperar el poder y abrir paso a la actual mayoría absoluta.
Por otro lado, como George Marchais y el PCF en 1981, Jerónimo de Sousa y el PCP se dejaron arrastrar a una trampa potencialmente fatal, dejando que el gobierno socialista se atribuya, con su electorado, varias medidas que los comunistas lograron hacer que se implementen, a menudo en contra de los deseos del propio PS. Y, en el último acto de esta tragicomedia, Jerónimo de Sousa y el PCP todavía cargaron con la culpa del fin de la ‘geingonça’, pagando un alto precio electoral en las últimas elecciones legislativas.
Es poco probable, sin embargo, que en 2015 el PCP desconociera los riesgos electorales que correría con la aventura de la ‘geingonça’, sobre todo porque es bien conocido el citado ejemplo histórico del “abrazo de oso” de Mitterrand a Marchais. Resta, por tanto, saber por qué el partido aceptó correr este riesgo, en lugar de habilitar un nuevo ejecutivo liderado por Passos Coelho, quedándose cómodamente en la oposición, como un partido de protesta siempre dispuesto a capitalizar el descontento con las políticas de la PAF. Tal vez fue un error de cálculo. ¿O tal vez el PCP enfrentó amenazas existenciales de las que no somos conscientes, relacionadas con el papel de los sindicatos? – y eso hizo de la alianza antinatural con el PS un mal menor. Dada la clandestinidad con la que opera el PCP, como se vio una vez más en la elección de Paulo Raimundo, es posible que nunca sepamos la verdad.
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