Jean-Paul Rappeneau: "Soy un espectador que hace películas. Y las películas que le gustaba ver "
A los 86 años, Jean-Paul Rappeneau es uno de los más distinguidos y consagrados realizadores franceses, a pesar de haber hecho sólo ocho películas en medio siglo de carrera. En el caso de que se trate de una película de ficción, se trata de una de las películas más importantes de la historia de la saga, que se estrenará en el mes de mayo. "La vida es una fiesta", con Yves Montand e Isabelle Adjani (1982), o "Cyrano de Bergerac" (1990), con Gérard Depardieu, cuya copia restaurada el realizador vino a presentar en la apertura de la 19ª Fiesta del Cine Francés (de que es el " padrino de este año), y ya está en cuartos de repuesto en portugués. La Fiesta muestra aún más cuatro de sus cintas, las citadas "Escándalo en el Castillo" y "¡Qué Familias!", Más "Mi Irresistible Salvaje" y "Boa Viagem".
Ganador de un Premio Louis Delluc y de tres Césares, Rappeneau fue guionista de Louis Malle, Alain Cavalier y Philippe De Broca. Es un realizador de un perfeccionismo a toda prueba, incluyendo en la tradición del cine francés clásico y de calidad hecha en el seno de la industria y perteneciendo a ese grupo cada vez más raro de cineastas cuyos logros agradan tanto al gran público, ya los cinéfilos más exigentes con lo que ven. La película más reciente es la divertidísima, animadísima y autobiográfica comedia dramática "¡Qué Familias!" (2015), donde dirigió a Mathieu Amalric, Gilles Lellouche, Nicole García, Marina Vacth y André Dussolier. El observador habló con Jean-Paul Rappeneau en Lisboa.
"Cyrano de Bergerac" es una de sus películas favoritas?
Sí, pero sólo lo fue al final. Tuve mucho miedo antes porque estaba convencido-al principio, cuando la película me fue propuesto, porque no era un proyecto mío – que no se podía hacer cine con una pieza antigua y, juzgaba yo, muy poeirenta. Y durante todo el rodaje estaba siempre pensando si el cine iba a poder apoderarse de esta viejita, si el lenguaje cinematográfico podía cuidar de este texto. Y precisamente, tal vez que ese miedo todo lo que sentí acababa por dinamizar y conseguir concretar una apuesta que mucha gente encontraba imposible, al principio. Hasta mi hijo mayor me decía que el "Cyrano de Bergerac" iba a ser un suicidio. Al final, había logrado vencer ese miedo y la primera vez que vi la película, descubrí que funcionaba. Fue una satisfacción.
La verdad es que consiguió coger una pieza de teatro y darle una respiración cinematográfica.
Sí, y que no estaba allí.
Además, hizo que la pieza ganara una dimensión de película histórica y de aventuras, que es un género clásico del cine francés.
También pienso eso. Había un argumento de cine escondido en la pieza. Cuando miramos bien a ella, descubrimos allí una película de aventuras, que tiene una aventura interior, la de Cyrano, y otra exterior, toda su envolvencia.
Vi en YouTube una entrevista que dio recientemente, y donde le hicieron la pregunta inevitable: ¿por qué hace tan pocas películas, sólo ocho en 50 años? Respondió citando a Malraux: "Cada pintor tiene su formato". ¿Podemos decir también que cada realizador tiene su ritmo, y su es así, muy pausado? ¿Te gusta preparar las películas larga y metódicamente?
Mientras no haya encontrado un ritmo, las cosas no funcionan. Esto sucedió con el "Cyrano de Bergerac", el ritmo no está en la pieza, tuve que encontrarlo para la película, y los versos alexandrinos de Edmond Rostand me ayudaron a hacerlo. Yo siempre digo que mientras no me pongo a golpear el pie, las cosas no funcionan. Y si no me estoy moviendo cuando los actores están ensayando, idem. Y lo saben. Hay actores que se sienten incómodos si me ven mover durante el rodaje. Philippe Noiret, por ejemplo, me decía, "¡Deja de moverse!". Por otro lado, el Gérard Depardieu, en el rodaje del "Cyrano de Bergerac", paró incluso en medio de una tirada y le pregunté por qué. Y él respondió: "Porque tú has dejado de moverse."
Es un cineasta de una categoría cada vez más rara. Sus películas consiguen agradar al llamado "gran público", pero también a una minoría cinéfila, más exigente y más difícil de satisfacer. ¿Tiene idea de ello?
Estoy de acuerdo. Por lo que dice que soy un espectador que hace películas, y películas que me gusta ver. Pero no suelo pensar en que los verá. Cuando mi primera película, "Escandalo en el castillo", se estrenó en 1966 – una película que hice porque le gustaba la historia -, tuvo un enorme éxito en Francia y ganó el premio Louis Delluc, me sorprendió. Es decir, como la historia de la película me había gustado, también agradó a la gente. Y pensé mi última película, "¡Qué Familias!", Como es un conjunto de pequeñas historias que me sucedieron cuando era nuevo, una película más personal, autobiográfica, incluso, y pasado en la provincia y no en París, no iba a funcionar. Pero eso no sucedió, fue lo contrario.
También dijo que cuando hace una película, se siente en un "mini-mundo". ¿Puede explicarme cuál es ese "mini-mundo"?
Es como estar en una vida paralela. Nunca me ha ocurrido acabar una película ya con la idea del próximo en mente. Creo que es algo inconcebible. Me siento como un tipo que cayó de un tren, y que está al borde de la línea, a recuperarse, mientras el tren sigue su camino. Retomo entonces mi vida normal, poco a poco, regreso al mundo real, con la familia, los amigos, la casa que construí en Bretaña.
¿Cómo te surge la idea de una película?
Aparece, como una visión. Hay un momento en que entregué una idea, y luego empiezo a ver los personajes en los actores con quienes hablo. Recientemente, estuve con un actor que hasta comenzó a interpretar al personaje mientras le estaba contando la idea de la cinta. Poco a poco, las cosas se van desarrollando y cuando me meto al trabajo, es para durar los tres próximos años, y ahí me quedo como loco. Sólo pienso en la película, me obsesionado. Puedo pasar horas discutiendo el color de una mesa que va a ser usada en una escena. En "¡Qué Familias!", Hay una conferencia en Londres, alrededor de una mesa oval. Llegamos allí para filmar y no había mesa ovalada, era redonda y enorme. Y como íbamos a rodar en un hotel, no les podía pedir que cortar la mesa. Por eso, le dije a mi asistente para preguntar a la gerencia si me vendían la mesa, para poder serrar. Me tomaron por loco, claro. Finalmente, arreglé una solución visual para filmar la escena como quería. Pero antes, caminé como loco, hasta llegué a poner la hipótesis de cancelar la película. Después me calmé y allí llegamos a esa solución.
¿Da mucha importancia a la escritura en la preparación de la película? Es de aquellos realizadores que llega a la platea con el argumento cerrado y no se mueve ni en una coma?
Escribo mis argumentos con la mayor precisión posible, y hago muchas versiones. Ayuda mucho estar todo preparado cuando llegamos al rodaje. Soy muy meticuloso, ando siempre con un metro desplegable en el bolsillo, para que esté todo certo y en su lugar durante el rodaje. En el rodaje de "El Hussardo en el Tejado", Juliette Binoche vio esos dibujos, con el lugar en que están las cosas, con las posiciones y el movimiento de los actores, etc. , quedó asombrada y me dijo: "Pero ahí está dibujado todo lo que tengo que hacer. "¿Qué es lo que me sobra para hacer, colorear los muñecos?" Claro que el actor es el que trae la vida a esos dibujos. Sin él, nada hecho, la película no existe, no tiene vida.
, Que se estrenará en el mes de mayo de este año. ¿Tenía buenas experiencias como todos ellos?
Ah, sí, sí. Gérard Depardieu, por ejemplo, es como un hermano para mí. Comenzó por tener una relación difícil con Yves Montand cuando hicimos el "Mi Irresistible Salvaje", en 1975. El rodaje no fue pacífico, discutimos un poco, pero después de ver la película pasó a ser él que quería rodar conmigo a toda costa , y filmamos a continuación "La vida es una fiesta". No tengo más recuerdos de ningún actor. Me gustan los actores. Es necesario que les guste, en especial de las actrices, lo que es más fácil. Creo que hasta podemos enamorarnos de las actrices, después es más fácil filmar con ellas. Mejor: es obligatorio apasionarnos por ellas durante el rodaje. Después, cada cual va a su vida. Y los actores que son ultra-sensibles sienten cuando les gusta. Yo soy el primer espectador de mis películas, y por eso hasta aplaudo a mis actores cuando acabo de rodar una escena. A veces me levanto y voy a abrazarlos. Es muy importante para ellos, recarga las baterías, los motiva.
¿Crees que hay un tema recurrente, un motivo común a todas sus películas, o que al menos llame a algunos de ellos? El hecho de que sus películas sean muy románticas, por ejemplo?
Hay muchas cosas ligadas a mi infancia, a mi amor por los primeros libros que leí, al hecho de que vivía en una casa con un gran jardín. Hay ese tema de la casa, una casa grande, siempre, en algunas películas. Por cierto, una de mis piezas favoritas es "El Cerejal", de Tchékhov. Hay sobre todo muchas sensaciones que he vivido, muchas alegrías y tristezas, y particularmente de la infancia. Hay muy poco de mi vida adulta en mis películas. Y tengo siempre muchos personajes que se relacionan de forma intensa unas con otras, esa dimensión románica de la que habla.
¿Se siente parte de alguna tradición o de alguna escuela del cine francés? ¿O es un individualista?
Nunca tuve nada que ver con la Nova Vaga y su tipo de cine, a pesar de ser amigo de todos los realizadores que la compusieron. Me siento más cerca de Jean Renoir, por ejemplo. Y me gusta mucho el Max Ophuls, sobre todo de las películas francesas de él. De Jacques Becker, también. Es uno de mis realizadores favoritos.
¿Ha tenido una visión para su próxima película?
Sí, tuve, existe un nuevo proyecto de película. Pero al mismo tiempo estoy escribiendo un libro donde cuento un poco mi vida, es autobiográfico, y tengo que terminarlo. Estoy vacilante entre cuál de ellos privilegiar, pero acabará siendo la película. Es que el libro ya va bastante adelantado. En fin, película o libro, es un pequeño dilema que resolveré a finales de este mes.