Huella ecológica de Eça de Queiroz
En Inglaterra, el museo dedicado a Jane Austen en Chawton, Hampshire, decidió informar a los visitantes con anticipación del contexto colonial en el que vivía la escritora, para que nadie no lo sepa y se sienta aprensivo. Dado que el escritor compró té, azúcar y algodón, ahora se alerta “que la familia Austen consumía productos resultantes de la economía esclavista”. Fuimos advertidos.
Para que el lector pueda disfrutar sin miedo y en buena conciencia de sus autores favoritos, hay cosas que, a partir de ahora, no podrá ignorar. ¿Quién cosechó los granos de los muchos litros de café que consumió Fernando Pessoa? ¿Se alimentaron los gatos de Manuel António Pina con bizcochos bio sin cereales incluidos?
¿Se ocupó Saramago de cerrar el grifo del agua cuando se cepilló los dientes? ¿Y cuántos niños explotados participaron en la confección del abrigo de cachemir de Mário de Sá Carneiro? ¿Y la última novela de Hélia Correia se imprimió en papel procedente de bosques gestionados responsablemente?
¿Y las botellas de champú que utiliza Adília Lopes son realmente recicladas y reciclables? ¿Y puede un poeta blanco como Manuel Alegre llorar por el dolor del colonialismo? ¿Y podemos realmente leer a los mayas sin conocer la huella ecológica de Eça de Queiroz? Cualquier paso en falso en este asunto no será perdonado.
El autor escribe según la ortografía antigua.