Hajj. La Peregrinación a La Meca
La ciudad de La Meca, en Arabia Saudita, siempre fue el epicentro espiritual de la fe islámica: los 1.600 millones de musulmanes del mundo se genuflan diariamente en esta dirección durante las oraciones. Pero hoy, el santuario del Islam se vuelve aún más vital: unos 2,5 millones de peregrinos hacen su viaje único al lugar, cumpliendo así la Hajj, el cuarto pilar del Islam y una de las mayores concentraciones de la historia la humanidad.
Etimológicamente, Hajj es un término árabe que se remonta al tiempo del profeta Abraham y que significa un caso o una prueba contra la cual nada se puede argumentar. Una prueba irrefutable, en el vernáculo jurídico.
La Hajj se realiza en el mes de Zul-Hiyya, el último mes del calendario islámico lunar en los lugares sagrados de Arafat, mina y Muzdalifahy está compuesta por varios rituales simbólicos con el propósito de reforzar nuestra fe, de que son ejemplo la caminata de Agar entre los montes de goma de borrar y Marwa en busca de agua para salvar a Ismael de la muerte.
Dios hizo, en consecuencia, brotar agua por intermedio del arcángel Gabriel, que tocó la tierra, creando la fuente de Zam Zam, expresión que la propia Agar usó, en el intento de cesar la abundancia del agua sagrada concedida por Dios.
No resisto, pues, a la tentación de comparar esta migración masiva a los recientes flujos migratorios, con propósitos diversos, es cierto, pero con una avaricia y reveladora coincidencia: la profunda incertidumbre que marcaba el mundo de antaño, en particular en relación a los medios de transporte , desconociendo al peregrino que viajaba de camello se iba a llegar vivo y son a su destino, es sustituido por una segura y precaria viaje en avión o barco, obligándolo a huir de su propia casa, pero permaneciendo el miedo y la inseguridad sobre el futuro.
¿Qué desencadenó entonces la tenacidad de millones de fieles, a salir de su zona de confort ya rumiar hacia el centro de su mundo espiritual?
El mismo profeta Muhammad (que la paz y la bendición de Dios estaban con él) fue un peregrino y, cuando se le preguntó sobre ello por Dios, fue testigo él mismo de Hajj y de la jornada hecha, en varios contextos, teniendo el propósito superior de difundir el bien y la verdad.
No olvidemos que el Islam es una religión de matriz abierta, teniendo por ello el legado de Abraham. Es este legado que la peregrinación pretende concretizar con el desplazamiento de millones, sólo con el propósito de su entera dedicación a Dios y de recuerdo mutuo del verdadero fin de esta vida efímera.
Es necesario dejar claro que el objetivo no es adorar la piedra, sino lo que esta simboliza: la casa de Dios, hecha con gran sacrificio personal por Abraham. Y, a pesar de los millones, cada uno de los fieles ora individualmente con el Altísimo. Es en esta simbiosis contrastante que asienta la belleza de la cosa – es como si cada uno de los fieles tuviera una relación una e insustituible con Su Creador.
Lo que hace esta caminata particularmente especial es que los creyentes se encuentran totalmente despojados de bienes materiales, y como Dios los ha traído al mundo, y literalmente sólo con un pedazo de tela alrededor del cuerpo y con el propósito de la adoración. Los prejuicios, las manías y los criterios diferenciadores en función de la belleza, de la raza, del dinero, que habitualmente tenemos, quedan a la puerta: allí, somos todos iguales. Las selfies, éstas, también son raras. Y así se demuestra el carácter universal e integrador del Islam.
Aunque sólo una fracción de los musulmanes es capaz de hacer la peregrinación, que está naturalmente exenta para aquellos que no disponen de condición financiera para realizarla, se puede decir con amplia seguridad que todos anhelan un día trasladarse a este lugar único. Desde luego porque el origen de la peregrinación se remonta a los primordios del Islam, antecediéndolo hasta, y porque todos los musulmanes crean un vínculo afectivo y emocional con esta circunscripción de terreno.
Se nota que la ansiedad en allí ir es exponencialmente estimulada, dado que la oración es efectuada diariamente en dirección a la Caaba (piedra negra que está literalmente en el centro de la Mezquita Al-Haram y que está circundada en el sentido antihorario siete veces, componiendo este un de los rituales de la peregrinación).
Es parte de nuestra convicción que sólo allí va el musulmán que Dios quiere y permite, siendo bendecido al que es invitado, del mismo modo que sólo recibimos en nuestra casa a quien queremos y nos es querido.
Los relatos varios y caricatos son conocidos por los cuatro rincones del mundo, se creen o no -porque todo tiene por base la fe-tales como el de una joven que en el monte Arafat pidió que Dios derrama su Misericordia sobre ella y repentinamente haya comenzado a llover, hecho raro en aquella zona.
En el plano de la experiencia personal, puedo asegurarles que toda esta jornada está dotada de un júbilo y una mística increíbles. Dejé por mí arrojar lágrimas involuntariamente a mi salida de La Meca.
La enorme multitud de fieles que invade La Meca cada año prueba continuamente el lugar en cuanto a su capacidad de acomodación, a pesar de las varias y seductoras dificultades, se reconozca. El gobierno de Arabia Saudita gastó millones para expandir y mejorar la estructura del lugar, levantando tiendas para acomodar a los peregrinos y caminos con varios niveles para eliminar la congestión.
A quien concluye este recorrido se atribuye el admirable título de Hayji, codiciado y orgulloso ostentado por quien tiene el privilegio de allá ir y ser perdonado. Por lo menos así lo esperamos, considerada la infinita misericordia de Dios.
Un Santo y Feliz Eid Ul Adhá para todos, son mis votos.
Khalid Sacoor D. Jamal es el Director de la Comunidad Islámica de Lisboa