¿Golpe de Estado, guerra civil o transición? Seis respuestas para percibir el presente y el futuro de Venezuela





La autoproclamación de Guaidó como Presidente de Venezuela y su reconocimiento por EEUU aceleró la crisis en Venezuela. ¿Cómo reaccionará Maduro? ¿Y Trump enviar tropas? Aprenda las respuestas.





En Venezuela, 23 de enero es día de caída de dictadores. En aquel día, en el ya lejano año de 1958, fue el turno de caer el régimen de Marcos Pérez Jiménez, a manos de un golpe de Estado. Y, este 23 de enero de 2019, día en que varios venezolanos salieron a las calles para señalar el 61 aniversario de aquella revolución y, sobre todo, para protestar contra Nicolás Maduro, la misma profecía comienza a confirmarse – y éste puede incluso ser el día que marca el principio del fin del régimen chavista.

El punto de inflexión se dio cuando Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, que sólo la oposición reconoce ya la que el régimen chavista no atribuye ninguna autoridad, fue nombrado Presidente interino de Venezuela por ese órgano – y el propio se autoproclamó. Luego, en una reacción que tuvo la velocidad y el impacto de un relámpago, Estados Unidos lo reconoció como legítimo Presidente de Venezuela.

Para Washington D.C., en términos formales, Nicolás Maduro es pasado y Estados Unidos decidió declararlo de inmediato. Poco después, varios otros países se unieron a la iniciativa de Donald Trump, entre ellos potencias regionales de gran importancia para la cuestión venezolana, como Brasil, Colombia, Argentina y Canadá. En Europa, las reacciones fueron más moderadas, pero el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo que sólo la Asamblea Nacional y Juan Guaidó tienen un mandato democrático de los ciudadanos.

Los próximos tiempos en Venezuela son de muchas preguntas e inquietudes. En las próximas líneas, tratamos de responder a algunas de ellas.

Depende de quién responde a la pregunta.





En tiempos normales, la respuesta a esta pregunta sería simple. Como este miércoles quedó aún más claro, sin embargo, los tiempos en Venezuela son de excepción -y esto se debe, en gran parte, al hecho de que diferentes esferas reclaman para sí el poder.

Una de esas esferas es la afecta al chavismo, encabezada por Nicolás Maduro. Se convirtió en Presidente de Venezuela en 2013, después de vencer las elecciones que siguieron a la muerte del ex presidente Hugo Chávez. En 2018, en unas elecciones boicoteadas por la oposición y que gran parte de la comunidad internacional, EEUU y UE incluso, no reconocieron, Maduro fue reelegido con un resultado anunciado del 67,8%. Su toma de posesión se dio el 10 de enero de este año, sólo con el reconocimiento de países como Rusia, China, Siria, Irán o Cuba.

Para entender la actual crisis de legitimidad política en Venezuela, es necesario, sin embargo, retroceder hasta el 6 de diciembre de 2015. Fue en ese día que en las elecciones parlamentarias los partidos de la alianza pro-Maduro fueron derrotados por los partidos de la oposición. El resultado plasmaba la caída de la izquierda bolivariana, cuyos congéneres, ya a la altura, caían poco a poco en el resto de América Latina. Por la primera desde el inicio del chavismo, en 1999, la oposición estaría en mayoría en el órgano legislativo, con 112 diputados, contra 55 para los partidos alineados con la ideología de Chávez. Y así fue como la Asamblea Nacional tomó posesión, en 2016, en pleno contrapeso al régimen de Nicolás Maduro.

Un nuevo parlamento, liderado por la oposición, sería suficiente para cambiar el destino político de Venezuela, pero sólo lo complicó. Porque el régimen de Nicolás Maduro impugnó las elecciones, alegando fraude electoral en estados del interior. Las autoridades electorales venezolanas (con el Consejo Nacional Electoral a la cabeza) y también las judiciales (siendo el Tribunal Supremo de Justicia lo más importante) dieron razón a Maduro y anular los resultados. La oposición no acató la orden de desmovilizarse de la Asamblea Nacional y continuó los trabajos, alegando que la decisión del TSJ fue dictada por el líder autoritario.

Fue así hasta que, en 2017, el gobierno de Nicolás Maduro convocó nuevas elecciones parlamentarias, para formar una asamblea constituyente. Las elecciones, boicoteadas por la oposición, culminaron en la elección de 503 diputados (entre 545 posibles) afectos a Maduro.

A partir de ese momento, Venezuela pasó a vivir con dos parlamentos, cada uno reclamando para sí el poder y el papel legislativo en aquel país: por un lado, la Asamblea Nacional, de la oposición; del otro, la Asamblea Nacional Constituyente, del oficialismo.

Fue precisamente la Asamblea Nacional, que concentra a los partidos de la oposición, que este miércoles declaró Juan al Guaidó como Presidente interino de Venezuela, al mismo tiempo que arranca el proceso de elaboración y aprobación de una Ley de la Transición.

Por eso, la respuesta a la pregunta "¿Quién manda ahora en Venezuela?" Varía según quien la da. Si partir de la esfera chavista, se dice que quien manda en Venezuela es Nicolás Maduro y la Asamblea Nacional Constituyente. Si, en cambio, responde a la oposición, entonces apuntará a Juan Guaidó ya la Asamblea Nacional. Y no parece haber una entidad que pueda desempatar.

En medio de la crisis de legitimidad política que existe en Venezuela, hay una institución en vigor: la Constitución de 1999. Aunque la Asamblea Nacional Constituyente, del oficialismo, como su nombre indica, está preparando una nueva Constitución para Venezuela , es todavía aquel texto fundamental que establece las vigas maestras por las que se rige aquel país.

Y fue precisamente a aquel texto que la Asamblea Nacional, compuesta sólo por la oposición y que el régimen no reconoce, recurrió para nombrar a Juan Guaidó como Presidente interino de Venezuela. El escenario para esta opción fue aprobado por el Tribunal Supremo de Justicia, encabezado por Miguel Angel Martin, magistrado venezolano exiliado en Washington D.C., que escribió una carta Guaidó el 11 de enero de este año.

"Ante la crisis institucional que vive Veneha, me dirijo a ustedes como máximo representante del poder judicial (…) lo exhorto a no prolongar más el cumplimiento del deber contenido en el artículo 233 de nuestro texto constitucional", dijo.

¿Qué dice entonces el Artículo 233 de la Constitución de Venezuela? Que se consideran "faltas absolutas del Presidente de la República", entre tantos, el "abandono del cargo, declarado como tal por la Asamblea Nacional, así como la revocación popular de su mandato". Ahora bien, si la Asamblea Nacional no reconoció la toma de posesión de Nicolás Maduro como Presidente el pasado 10 de enero, pasó de esta forma a llenar el "vacío" que entiende haber en el poder presidencial venezolano.

Y lo que el artículo 233 dice sobre los pasos a tomar en ese caso es que "cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidente electo antes de tomar posesión, se producirá una nueva elección universal, directa y secreta dentro de 30 días consecutivos siguientes. Hasta que se elige y tome posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, la Presidencia de la República será responsabilidad del presidente o de la presidenta de la Asamblea Nacional.

Juan Guaidó asegura que la Constitución de Venezuela, en particular el artículo 233, permite su proclamación como Presidente interino y la convocatoria de elecciones (FEDERICO PARRA / AFP / Getty Images)

De esta forma, a hacer fe en el entendimiento del Artículo 233, Juan Guaidó será Presidente interino de Venezuela durante los próximos 30 días y hasta que tome posesión un Presidente sin embargo elegido.

Nada de esto, sin embargo, es rectilíneo. Y, para ello, basta una razón: Nicolás Maduro no reconoce la Asamblea Nacional y, por eso, no le confiere ninguna legitimidad para alejarlo del poder. Por eso, va a permanecer en el Palacio de Miraflores – o, al menos, así lo intentará.

Fue precisamente a partir del balcón del Palacio de Miraflores, residencia oficial del Presidente de Venezuela, que Nicolás Maduro se dirigió a un grupo de partidarios y al país, en su primera comunicación desde que Juan Guaidó reclamó la presidencia.

Allí, dejó claro que no admite abdicar ni reconoce legitimidad a la Asamblea Nacional para retirarlo del cargo. "Hemos llegado a este palacio presidencial desde hace 20 años, con los votos del pueblo. Y es en este palacio presidencial que estuvimos y estaremos con los votos del pueblo, que es el único que elige presidentes constitucionales en Venezuela ", dijo para concluir que" sólo el pueblo pone, sólo el pueblo saca. "

Nicolás Maduro también lanzó críticas a varios países: EEUU, Colombia y también de Ecuador, un antiguo aliado. Pero fue hacia Estados Unidos, primer y principal país en reconocer la presidencia de Juan Guaidó, que Maduro dirigió las mayores críticas.

"¿Podemos, nosotros, venezolanos, callarnos cuando nos intentan imponer un Presidente desde Washington? Es una irresponsabilidad gravísima, una insensatez gravísima de la política extremista del gobierno de Donald Trump contra Venezuela. No podemos aceptar que intenten dividir a Venezuela, destruir sus instituciones democráticas e imponer un gobierno por vías extra-constitucionales ", dijo.

Una de sus mayores preocupaciones será la lealtad de sus militares. En el discurso que hizo este miércoles, les pidió: "Máxima lealtad, máxima unión, máxima disciplina. Esta vez, vamos a ganar también! ¡También vamos a vencer esta lucha! ¡Leales siempre, traidores nunca! ".

"¿Podemos, nosotros, venezolanos, callarse cuando nos intentan imponer un Presidente desde Washington? Es una irresponsabilidad gravísima, una insensatez gravísima de la política extremista del gobierno de Donald Trump contra Venezuela. No podemos aceptar que intentan dividir a Venezuela, destruir sus instituciones democráticas e imponer un gobierno por vías extra-constitucionales.

Nicolás Maduro, 23 de enero de 2019

Al Observador, expertos en Venezuela y en las cuestiones militares de aquel país aseguran que el líder venezolano puede y debe preocuparse -pero, al final de cuentas, podrá dormir descansado en lo que a sus militares se refiere.

"El ejército en Venezuela chavista fue propiamente montado para dificultar una insurrección militar. Hay muchas divisiones, más que en un ejército normal, además de que son vigilados de cerca por los servicios secretos venezolanos y también cubanos. "Es extremadamente difícil que puedan organizarse", dijo en una entrevista telefónica al norteamericano Harold Trinkunas, experto en Venezuela, de la Stanford University.

También Hernán Castillo, académico venezolano que estudia a los militares de aquel país, dijo al Observador que será poco probable un levantamiento contra Nicolás Maduro. "Es algo que no podemos descartar totalmente, pero la ineficacia de las fuerzas militares es tan grande que no tiene capacidad política ni técnica para dar un golpe de Estado", aseguró. Para ese académico, el gobierno puede, en este momento, prepararse para una "represión masiva".

Esta no es, por razones evidentes, una posibilidad que Nicolás Maduro haya previsto en su discurso de este miércoles. Y, para mirar hacia el futuro, sugirió que se mirara hacia el pasado – más propiamente para el 11 de abril de 2002, día en que Hugo Chávez fue blanco de un golpe de Estado, hasta que logró retomar el poder dos días después.

"El imperio gringo activó muchos planes contra la revolución bolivariana del siglo XXI", dijo, recordando aquel episodio de hace casi 17 años, en el que Pedro Carmona llegó a ser instaurado como Presidente de Venezuela-gesto que Juan Guaidó repitió hoy, aunque en circunstancias distinta. "¿Y qué hizo el pueblo venezolano? Retirado? Se entregó? ¿Traió a Chávez? ¿Dejó él solo? ", Preguntó Maduro, con un" no! "A sonar de la audiencia a cada pregunta. Y después, él mismo dio su respuesta: "El pueblo venezolano, en unión cívico-militar, salió para derribar el intento de usurpación de la presidencia de la república con su fuerza inaudita".

El discurso terminaría con un decir chavista: "Cada 11, llega su 13". Es decir, cada 11 de abril – día en que Chávez fue expulsado por un golpe de Estado – se sigue su 13 de abril – día en que Chávez retomó el poder. Nicolás Maduro intentará a toda costa repetirle el gesto – queda saber hasta dónde y a qué costo.

"En este momento, si el régimen de Nicolás Maduro comenzara a negociar y crear un espacio de negociación, tal vez se pudiera relajar la tensión. Pero se percibe que no están dispuestos a negociar su rendición. "Todavía creen que tienen poder en Venezuela", dice al Observador Ronal Rodríguez, del Observatorio de Venezuela en la Universidad del Rosario, Colombia.

No son de hoy los rumores de una intervención militar norteamericana en Venezuela. Desde que Donald Trump es Presidente, han sido varios los relatos que apuntan que la administración norteamericana ha ponderado e interrogado a sus aliados en la región sobre esa posibilidad.

Una de las primeras veces en que Trump afirmó esta hipótesis fue en agosto de 2017. "Tenemos varias opciones para Venezuela. Y ahora, no vamos a apartar una opción militar. Tenemos muchas opciones para Venezuela. Estamos hablando de un país vecino. Tenemos tropas en todo el mundo en lugares lejanos. Venezuela no es lejano. Y la gente está sufriendo y muriendo. "Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una solución militar, si es necesario", dijo el Presidente de EEUU, que luego rechazó responder si esa "solución militar" sería liderada por EEUU. "No hablamos de eso."

Pero la verdad es que Donald Trump continuó hablando sobre el asunto. En septiembre de 2017, en el mes siguiente a esas declaraciones, el Presidente de los Estados Unidos cenó, al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con cuatro, entonces, líderes de países latinoamericanos: Juan Manuel Santos, de Colombia; Michel Temer, de Brasil; Juan Carlos Varela, de Panamá; Pedro Kuczynski, de Perú. En esa cena, que fue reportada por el Politico, Trump dijo que Estados Unidos estaba "preparado para tomar más acciones en caso de que el gobierno venezolano persista".

Más recientemente, en septiembre de 2018, The New York Times publicó una noticia donde daba cuenta de "reuniones secretas" entre la administración norteamericana y militares rebeldes de Venezuela. En la reacción a la noticia, la Casa Blanca dijo que entra en "diálogo con todos los venezolanos que demuestren un deseo por la democracia" y que quieren "traer un cambio positivo a un país que sufrió tanto bajo Maduro".

El discurso de la Casa Blanca sigue siendo igual al de Donald Trump en agosto de 2017: es posible que haya una intervención militar. "Cuando decimos que todas las opciones están sobre la mesa, eso quiere decir que todas las opciones están sobre la mesa", dijo un alto responsable de la Casa Blanca, cuyo nombre no es citado, a CNN. "Si eligen la ruta de la violencia o quieren usurpar el orden constitucional y la democracia, tenemos que ser claros al decir que hay varias opciones. "Vamos a considerar seriamente cada una de esas opciones", dijo aquel alto funcionario, en una llamada colectiva a varios órganos norteamericanos.

"Tenemos muchas opciones para Venezuela, y ahora no vamos a apartar una opción militar, tenemos muchas opciones para Venezuela, estamos hablando de un país vecino, tenemos tropas en todo el mundo en lugares lejanos, Venezuela no es lejana. Y las personas están sufriendo y muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una solución militar, si es necesario "

Donald Trump, en agosto de 2017

En el Observador, Harold Trinkunas prevé que Estados Unidos y sus aliados en la región van a "continuar aumentando la presión contra Venezuela", pero descarta la posibilidad de una intervención militar, sea esta norteamericana o también de Colombia o Brasil.

"Es altamente improbable, no hay ningún tipo de apetito en la región para eso y Estados Unidos ya no tiene la postura que tuvieron, por ejemplo, en 1989 en Panamá", asegura el académico norteamericano. Y aunque señala la hostilidad de la presidencia colombiana de Iván Duque y del líder brasileño Jair Bolsonaro, Harold Trinkunas tampoco cree que Bogotá o Brasilia tomen esa iniciativa. "Ninguno de los países está en posición de avanzar militarmente, no tienen capacidad para ello. Además, no es lo que les interesa. América del Sur ha sido una región bastante pacífica entre estados en las últimas décadas.

También Dany Bahar, investigador venezolano del Brookings Institution, descarta esa hipótesis. "Sería un desprestigio y una contradicción dentro de la lógica de Trump en relación a Venezuela", dice al Observador por teléfono. "No me parece de todo que Trump vaya a poner botas en el terreno", concluyó.

El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, a bordo de uno de los aviones bombarderos rusos que realizaron ejercicios militares en Venezuela en diciembre de 2018 (FEDERICO PARRA / AFP / Getty Images)

A apartar un escenario de ataque militar de Estados Unidos -o a agravarlo aún más, si se va a comprobar- está todavía el hecho de que en diciembre de 2018 Rusia haya hecho ejercicios militares en Venezuela con aviones Tupolev 160, o es decir, bombarderos supersónicos capaces de lanzar ataques con armas convencionales o nucleares. En el momento en que se anunciaron esos ejercicios militares, involucrando a estas aeronaves conocidas como "Cisne Branco", el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino, fue claro en el objetivo de aquellos movimientos: "Debemos decir al pueblo al pueblo de Venezuela y al mundo entero que , tal como estamos cooperando en varias áreas de desarrollo para ambos pueblos [russo e venezuelano], también nos estamos preparando para defender a Venezuela hasta el último palmo, siempre que sea necesario ".

En la llamada en conferencia para varios órganos norteamericanos de este miércoles, el alto funcionario de la Casa Blanca que comentó la actual situación en Venezuela dejó una pista clara sobre lo que va a ser el próximo paso a dar para presionar a Nicolás Maduro, si no abdique de la energía, sin ser a los tiros. "El mensaje para Maduro y sus comparsas -si es esa la ruta que eligen- será muy clara para ellos. No tendrán futuro inmediato. No van a tener ningún sustento. Y, por eso, de una manera u otra, tienen sus días contados ", dijo a los periodistas.

Cuando se habla de sustento de Venezuela -y, por arrastre, de su régimen -se habla, por encima de todo, de petróleo. Se estima que el 95% de las exportaciones de ese país se concentran en la venta de petróleo. Y es por eso que, en este momento, uno de los escenarios más probables es la aplicación de un embargo petrolero por parte de varios países y organizaciones. "Una cosa son las sanciones personalmente dirigidas que se han hecho hasta hoy. Otra es lo que muy probablemente se hará ahora, que es un embargo completo a la industria petrolera venezolana. "Eso sería una forma de aumentar el cerco hasta la asfixia", dice Ronal Rodríguez. "La cuestión preocupante aquí es que esa asfixia sería sentida no sólo por Maduro como por el pueblo entero de Venezuela", añade.

Hernán Castillo refiere la misma posibilidad – y usa también la misma figura para evocarla. "Más eficaz que una fuerza militar a apoyar a Guaidó, es posible hacer un embargo petrolero, que significaría el estrangulamiento del régimen del usurpador Nicolás Maduro", explica. En cuanto a las consecuencias dañosas que ello podría traer a la economía y la vida de los venezolanos, añade que serviría como "un último sacrificio por la libertad".

"Más eficaz que una fuerza militar a apoyar a Guaidó, es posible hacer un embargo petrolero, que significaría el estrangulamiento del régimen del usurpador Nicolás Maduro.

Ronal Rodríguez, del Observatorio de Venezuela en la Universidad del Rosario (Colombia)

Este no es, sin embargo, un sacrificio que todos estarán dispuestos a llevar adelante. El petróleo venezolano, además de ser explotado por la pretensión estatal PDVSA, es también blanco de inversión de varias empresas extranjeras. A explotar las reservas de petróleo de Venezuela, ya sea en régimen exclusivo o en asociación con el Estado venezolano, están empresas como Chevron (EEUU), Total (Francia), Equinor (Noruega), Eni (Italia) o la CNPC (China) .

Harold Trinkunas recuerda que estas empresas "van a hacer todo para conseguir evitar sanciones al petróleo de Venezuela", incluso presionando a la administración de Donald Trump a no tomar ese paso.

En agosto, cuando hablamos con Hernán Castillo tras la reunión atentado contra Nicolás Maduro, le preguntábamos si era posible que Venezuela resbalara para una guerra civil. A la altura, nos respondió: "Hace mucho tiempo que en Venezuela hay todas las condiciones emocionales, psicológicas, culturales y políticas para una guerra civil. Ahora, hoy, más que ayer ".

Ante los progresos de este miércoles, volvemos a plantear la misma pregunta, y la respuesta ya ha sido diferente. "Una guerra civil y la violencia requieren dos o tres fuerzas y, en este momento, la oposición democrática no está en un plano de violencia", dice. "El objetivo es garantizar que Maduro renuncie y se vaya, buscando refugio en Cuba o en cualquier otro país donde tiene amigos. Para ello, hay que presionar al máximo.

Esta visión de relativo optimismo en cuanto a la pacificación de Venezuela no es compartida por Ronal Rodríguez, que teme una revuelta social si la justicia hace a Juan Guaidó lo que Nicolás Maduro ya dejó en el aire: arrestarlo y juzgarlo. "En este momento, las personas que están en las calles hasta pueden estar felices, pero ¿cómo van a responder si Guaidó es arrestado? "Hay una revuelta sangrienta", dice el especialista colombiano.

Este escenario, sin embargo, puede avanzar de igual forma incluso sin la prisión de Juan Guaidó u otros desarrollos que pudieran llevar a una revuelta. Para ello, señala Ronal Rodríguez, basta que el pueblo deje de reconocer autoridad a las fuerzas de seguridad ya los militares – y que ellos mismos se alejen. "La pérdida del monopolio de la fuerza por parte del régimen puede dar acceso a material bélico a quien quiera y sabe llegar a él", subraya.

Ronal Rodríguez también menciona dos preocupaciones. Una tiene que ver con los colectivo, grupos de vigilancia armada que actúan con vínculos y también la connivencia de las autoridades chavistas, llegando a menudo a actuar contra manifestantes de la oposición al lado de la policía. la colectivo son, además, conocidos por actuar de forma arbitraria dentro de varios barrios, donde acaban siendo el máximo exponente de la autoridad. "Tan pronto como sea evidente que los colectivo ya no cuentan, o no consiguen contar, con la protección del gobierno, puede haber poblaciones dispuestas a actuar contra ellos. La lógica de ajuste de cuentas puede ser muy peligrosa. Hay gente que piensa claramente: 'Los hombres colectivo mataron a mi hijo y ahora soy yo quien los voy a matar ".

La segunda preocupación tiene que ver con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), grupo terrorista de inspiración marxista-leninsta que, a diferencia de las FARC, todavía combate al Estado colombiano, y que el 17 de enero de este año mató a más de 20 personas en un atentado en Bogotá. Al igual que sucedía con las FARC, el ELN ha recibido apoyo del régimen venezolano. "Si hay una transición en la que los chavistas son sacados del poder, lo más seguro es que el chavismo tome las armas que tiene. Y va a tener a su lado el ELN, que fácilmente transita en la frontera entre Colombia y Venezuela ", advierte Ronal Rodríguez.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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