Fernando de Magallanes y de la historia de un viaje que Portugal trató de detener

Portugal quiere obtener la UNESCO reconoció ruta. España se quejó con fervor patriótico. ¿Pero qué expedición fue ésta? ¿Qué hicieron los dos países? ¿Y qué quería el navegador resbalado?

Como hace siglos, Fernando de Magallanes volvió a perturbar la buena vecindad entre Portugal y España. La decisión portuguesa reciente viene recordar viejas heridas: la historia de la primera vuelta se hace de resentimiento, la envidia, la traición, espías, intentos de asesinato, la muerte, el hambre y las malas decisiones. Y no, no había de probar que la Tierra era esférica del navegante portugués tiró los mares. Este es uno de los equívocos que giran alrededor de este viaje. Pero hay más.

La verdad es que lado de la frontera estaban los que tomó la iniciativa equivocada de Portugal. Como parte de las celebraciones del 500 aniversario de la marcha de Fernando de Magallanes, Portugal anunció que presentará a la UNESCO una solicitud para incluir la ruta de Magallanes en la herencia. En el lado español hubo malestar. ¿Cómo se atreven a hacerlo Portugal, España, sin consultar? Después de todo, el español fue el puerto de llegada y salida de tal odisea; el líder del proyecto, aunque nacido en Portugal, que era en ese momento, súbdito español; la expedición fue organizada por la Corona española, con buques españoles, una tripulación mayoritariamente española y financiación alemana y flamenca; y, teniendo el líder perecido a mitad de viaje, la circunvalación se completó bajo la dirección de un español. Por otra parte, cuando el rey de Portugal sabía de los preparativos para esta empresa, que hizo todo lo posible para evitarlo.

El conocimiento de la historia y una política de buenas relaciones recomendaría que se consultara a España sobre el asunto, por lo que el ABC, el periódico donde la polémica ganó visibilidad, Describió la actitud portugués como un intento de borrar el papel español en la historia y pidió explicaciones al Ministerio español de Cultura, que, a su vez, anunció que tomará medidas (Ver Gobierno español busca la satisfacción sobre la candidatura de la UNESCO de la ruta de Magallanes hecha por Portugal).

Sin embargo, la controversia – o por error o distracción – parece haber sido remediado rápidamente, como los ministros de Asuntos Exteriores de Portugal y España anunciaron en Madrid el 23 de enero, en una ceremonia conjunta, la aplicación de la ruta de viaje iniciado por el portugués Fernando de Magallanes y terminó por el español Sebastián Elcano (una formulación mucho más diplomático) sería presentado por los embajadores de ambos países. José Marques, presidente de la Estructura de Misión de las Conmemoraciones del V Centenario de la Circun-Navegación, aseguró que la relación con España era de cooperación.

Fernão de Magalhães, retrato anónimo y probablemente muy posterior a su muerte

Hace unos meses, en la ceremonia de apertura de la Web Summit 2018, António Costa afirmó que "conectar personas de todo el mundo está en nuestro ADN. "El próximo año festejamos 500 años de la primera circunvolución al globo por Fernão de Magallanes" y Fernando Medina ofreció un retrato del navegador a Paddy Cosgrave, CEO de la Web Summit, dejando en el aire la insinuación de que éste sería un Fernão de Magallanes del siglo XXI, por el "coraje de descubrir nuevos mundos" (ver Acción, tambores y Fernão de Magallanes).

Web Summit 2018: Fernando Medina ofrece un retrato de Fernão de Magallanes a Paddy Cosgrave

El intento de vincular el viaje de Magallanes a la imagen de Lisboa, como el capital empresarial y tecnológica "puerto" donde, gracias a la Web Summit, dejar los viajes tecnológicos de descubrimiento del siglo, no es demasiado feliz. En Lisboa, el "espíritu empresarial" Magellan se reunió con el desinterés y la arrogancia, lo que llevó al navegador, humillado, para reanudar la vida en Sevilla y luego buscar apoyo para su puesta en marcha. No debe retirarse mérito a Magallanes y, mucho menos, ponerlo en un plano de igualdad con Elcano: no sólo la formidable empresa fue concebida por Magallanes, como éste luchó arduamente para concretarla y fue bajo su mando que se hizo parte más ardua y osada del viaje. Pero fue sobre todo el mérito personal de Magallanes, no la nación portuguesa.

El orgullo del Magellan portugués hecho no siempre está acompañada por el conocimiento que hace que muchos, incluso entre la élite educada, cree que Magallanes hizo su viaje a probar que la Tierra era esférica.

ahora ya los filósofos de la Grecia Clásica no sólo habían intuido la esfericidad de la Tierra como habían estimado con admirable precisión sus dimensiones: Eratóstenes de Cirene (276-194 aC) usó un método tan simple como ingenioso, comparando el ángulo del sol en el solsticio de verano en dos latitudes diferentes en Egipto – en Alejandría y Syene (hoy Aswan) -, para estimar la circunferencia de la Tierra en 44.100 Km, lo que representa un error del 10% en relación al valor real de 40.075 Km.

Cuando Juan II rechazó la propuesta de Cristóbal Colón para llegar a las Indias navegando hacia Occidente, no fue porque creía que la Tierra era plana, sino porque sus "consejeros científicos" estaban (correctamente) convencidos de que la estimación de Colón para el " el perímetro de la Tierra, de 30.200 km, era muy inferior al real, por lo que el continente asiático sería mucho más lejano.

A pesar de la pérdida de mucho del conocimiento de la antigüedad clásica durante la Edad Media, la noción de que la Tierra es redonda se mantuvo presente entre las élites cultas, tanto en el mundo cristiano como en el mundo islámico – c. 830 dC, los astrónomos al servicio del califa al Ma'mun habían llegado a una estimación de perímetro terrestre de 40.248 Km. Y era puesta en práctica por los marineros, que determinaban sus rutas a través de la navegación astronómica, que recurre a las mediciones angulares las posiciones de los astros y presupone la esfericidad de la Tierra.

Cuando Juan II rechazó la propuesta de Cristóbal Colón para llegar a las Indias navegando hacia Occidente, no fue porque creía que la Tierra era plana, sino porque sus "consejeros científicos" estaban (correctamente) convencidos de que la estimación de Colón para el " el perímetro de la Tierra, de 30.200 km, era muy inferior al real, por lo que el continente asiático sería mucho más lejano. Colón calculó que Japón quedaría a 3.700 km al occidente de las Islas Canarias, cuando en realidad se encuentra a 20.000 km. Siendo particularmente obstinado, cuando se encontró accidentalmente con el continente americano, Colón continuó creyendo, contra todas las pruebas, de que había encontrado los archipiélagos más orientales de Asia y de eso murió convencido, en 1506, tras haber hecho cuatro viajes a las Américas. Es probable que fuera por el momento el único que creía en ello.

Colón presenta su proyecto de llegar a Asia por Occidente a D. João II, grabado de Daniel Nicholas Chodowiecki, siglo XVIII

El hecho de que las Américas no sean las Indias no disminuyó el interés en llegar a las segundas por la ruta occidental, incluso sospechando que el viaje pudiera ser largo. Pero para que fuera viable, sería necesario que el recién descubierto continente americano no fuera un bloque terrestre compacto de polo a polo, y que en algún lugar se abría en un canal comunicando con un océano que daría acceso a las costas de Asia oriental. Este océano fue avistado por primera vez en 1513 por el explorador español Vasco Núñez de Balboa, tras haber atravesado la densa selva del Istmo de Panamá.

Fue aquí, en los Altos de Urrucallala, en lo que es hoy Panamá, que por primera vez un europeo avistó el Océano Pacífico, el 25 de septiembre de 1513

Poco después, en 1516, el navegante español (portugués, según otras fuentes) Juan Díaz de Solís fue enviado en secreto por Fernando el Católico, la costa de América del Sur a continuación en busca de ese paso hacia el Pacífico.

Solís no tuvo tiempo para darse cuenta de su equívoco, pues fue muerto, con siete de sus hombres, por los indios charrúas (o por los guaraníes) cuando desembarcó en lo que es hoy el Uruguay o en una isla próxima a la costa. Los exploradores españoles fueron descuartizados, asados ​​y comidos, a la vista de quien había quedado en los barcos, visión que parece haber desmotivado al resto de la tripulación,

El secretismo que rodeaba el viaje y sus intentos no impidió que el portugués, extremadamente sensible a todo lo que concierne a la rivalidad marítima con España, de ellos eran conscientes, por lo que intentó (en vano) sabotear flota de naves antes de Solís de la partida, cuando estaban siendo apareados en Lepe.

Cuando llegó a lo que hoy es el Río de la Plata – el amplio estuario conjunto de los ríos Paraná y Uruguay – Solís quiso creer que se trataba de la anhelada "pasaje", a pesar de que la abundancia de agua dulce contraría tal hipótesis. Solís no tuvo tiempo para darse cuenta de su equívoco, pues fue muerto, con siete de sus hombres, por los indios charrúas (o por los guaraníes) cuando desembarcó en lo que es hoy el Uruguay o en una isla próxima a la costa. Los exploradores españoles fueron descuartizados, asados ​​y comidos, a la vista de quien había quedado en los barcos, visión que parece haber desmotivado al resto de la tripulación, que dio la exploración por terminada y regresó a España.

El desembarque de Solís en la Banda Oriental del Río de la Plata, en una ilustración del siglo XIX. Antes de haber UberEats, la aparición de comidas entregadas al domicilio dependía sobre todo del azar

Fernando tenía buenas razones para tratar de mantener el envío secreto de Solís y el portugués tenía buenas razones para tratar de sabotearlo. En 1479, el Tratado de Alcáçovas, firmado por Alfonso V y los Reyes Católicos y que puso fin a la Guerra de Sucesión de Castilla y regularizar las disputas dinásticas entre Portugal y España había dividido los territorios descubiertos y por descubrir en el Atlántico entre los dos países, dejando a las Canarias para España y Portugal, con todos los territorios y los derechos de navegación al sur de las Islas Canarias.

Esta partición, que fue confirmada en 1481 por el papa Sixto IV a través del bula Aeterni regis, que, a su vez, venía en el seguimiento de la bula Romanus Pontifex, de 1454 ,. en el que el Papa Nicolás V, tras alabar las victorias sobre los musulmanes del norte de África obtenidos por los portugueses, concedió estos derechos exclusivos sobre los territorios y de navegación al sur del cabo Bojador y la posible expansión hacia el este – a saber, la India, aunque no hay todavía la garantía de poder encontrarse un paso entre el Atlántico y el Índico.

Sisto IV (papa entre 1471 y 1484), en un retrato póstumo por Tiziano, c.1545-46

Esta posibilidad sólo se convirtió en certeza en 1488, cuando Bartolomeu Dias regresó del viaje en que dobló el Cabo de Buena Esperanza y entró en el Índico. Cuatro años después, en 1492, Colón llegó a América al servicio de los Reyes Católicos, lo que justificó que Juan II les enviara una carta azeda, considerando que el viaje del genovés y la toma de posesión de los nuevos territorios por él descubiertos para la corona española constituían infracciones al Tratado de Alcáçovas, que en el Atlántico sólo concedía a España la posesión de Canarias.

Colón desembarca en las Indias Occidentales, por John Vanderlyn, 1847

Pero los Reyes Católicos no habían estado inactivos en el plano diplomático y el intenso lobbying español en la Santa Sede acabó por producir efecto. Para ello contribuyó la elección papal que tuvo lugar en agosto de 1492, una semana después de que la flota de Colón deje Palos de la Frontera hacia las Indias.

El elegido fue Rodrigo Borgia, que adoptó el nombre de Alejandro VI y que era miembro de una poderosa familia italo-valenciana (conocida como Borja en Valencia) y que Stephen R. Bown describe, en "El Tratado de Tordesillas: Como una disputa familiar , un aventurero mercenario y una infanta rebelde lograron dividir el mundo "(Casa de las Letras), como" conocido [pela] corrupción y su volubilidad moral ".

El Papa Alejandro VI, por Cristofano dell'Altissimo

No sólo Alejandro VI tenía escasos escrúpulos y un apetito insaciable por riqueza, como había nacido en Valencia y fue obispo de esta ciudad, por lo que es natural que se sintiera inclinado a favorecer los intereses españoles – y fue así que en mayo de 1493, apenas dos meses después del regreso de Colón a Palos de la Frontera y un mes después de la llegada a Roma de un emisario de los Reyes Católicos con la noticia del descubrimiento, hizo publicar la bula Inter caetera .

Juan II no podía aceptar ver defraudado sus expectativas ya que Portugal estaba tan cerca de la meta, por lo que entró en negociaciones directas con España, ya que poner la disputa bajo la agencia de sesgado Alejandro VI estaba fuera de la cuestión – cuando el le embajadores de España hecho una propuesta de este tipo, el rey portugués estaba tan enojado que se les dio a entender que podría hacer correr allí mismo.

Esta concedía a España privilegios territoriales y de navegación al oeste de un meridiano que pasaba 100 leguas al oeste de Cabo Verde y prohibía, bajo pena de excomunión, "que todas las personas, de cualquier patente, estado, grado, orden o condición" se atrevían, "sin la autorización especial [dos Reis Católicos] para comerciar o cualquier otro motivo, a entrar en dichas islas y países después de haber sido descubiertas "por sus representantes (en realidad, en 1493, Alejandro VI hizo publicar, en rápida sucesión, dos bulas complementarias sobre este asunto, pero, la facilidad de exposición suelen ser mencionadas como una sola).

Colón es recibido por los Reyes Católicos, al regreso del primer viaje al Nuevo Mundo. Cuadro de Eugène Delacroix, 1839

Aunque la naturaleza real de los territorios descubiertos por Colón aún fuera, en 1493, nebulosa, en la práctica, la amplitud de los privilegios expresados ​​en la bula de Alejandro VI parecía conceder a España el dominio sobre las Indias -la bula Dudum siquidem, del 26 de septiembre de 1493, "llega a identificar a la India como un país abierto a los barcos españoles" (Bown) – que ha eliminado el Portugal el objetivo final de su lucha por décadas a lo largo de la costa de África.

Juan II no podía aceptar ver defraudado sus expectativas ya que Portugal estaba tan cerca de la meta, por lo que entró en negociaciones directas con España, ya que poner la disputa bajo la agencia de sesgado Alejandro VI estaba fuera de la cuestión – cuando el le embajadores de España hecho una propuesta de este tipo, el rey portugués estaba tan enojado que se les dio a entender que podría hacer correr allí mismo.

D. Juan II

Así, los representantes de ambas coronas se reunieron en Tordesillas, una discreta población en la provincia de Valladolid, bañada por el río Duero, y tras unos meses de negociaciones, el 7 de junio de 1494, se firmó un tratado que colocaba en el meridiano pasando a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde separación entre las áreas de influencia de Portugal y España (es decir, más de 270 leguas al oeste que en la partición anterior).

Hay quien sugiere que esta exigencia resultó de Juan II ya estar al tanto de la existencia de Brasil, aunque éste sólo fuera descubierto oficialmente en 1500. Pero mientras que Brasil ganó el (o al menos parte de ella), a través de Portugal se ve privado de forma automática correspondientes territorios en todo el mundo, así como el anti-meridiano se han movido 270 leguas al oeste.

Dada la incipiente, la fecha, la cartografía y la navegación -y, sobre todo, los métodos de determinación de la longitud (un problema que sólo se resolvió mucho más tarde) – la localización del anti-meridiano era mucho más incierta que la, ya de sí, fronterizo de las "370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde" (cuál de las islas del archipiélago servía de referencia?). Esta vaguedad no importa si los viajes posteriores de los portugueses el indio no habían permitido a la conclusión de que una de las zonas más codiciadas del planeta se encuentra en las proximidades de anti-meridiano de Tordesillas.

Las áreas de influencia de Portugal y España, como se define por el Tratado de Tordesillas y Alcáçovas, y los puntos clave de la exploración / conquista de Portugal (círculos azules) y España (círculos rojos)

Después de la primera Vasco da Gama (1497-1499), el portugués se precipitó a la India y de forma rápida y sin descanso, se hicieron con el control del comercio de las partes de las manos de los comerciantes árabes. También percibieron muy deprisa que, mientras algunas de las codiciadas especias eran efectivamente producidas en la India, las más valiosas provenían de fuentes más orientales: la nuez moscada provenía de la Myristica fragrans, un árbol que crecía exclusivamente en las minúsculas islas de Banda, y el clavo provenía de la Szygium aromaticum, planta que también era exclusiva de Banda.

Las islas Molucas

Los diez islotes volcánicos de Banda (cuya superficie total es de sólo 46 Km2) formaban parte del archipiélago de las Molucas (hoy parte de Indonesia), lo que llevó a que los europeos bautizar genéricamente las Molucas como las "Islas de las Especias" (localmente eran conocido como las Islas Molucas, el portugués también designado como "islas Molucas" o "el loco").

Las islas de Banda

Al darse cuenta de esto, el Afonso rápida y brutal de Albuquerque intentó expandir el poder portugués al MedioEn particular, mediante la conquista, en 1511, Malaca, cuya ubicación estratégica en la península de Malasia, se aseguró el control de la navegación en las concurridas estrechos de Malaca y el portugués se acercó a las fuentes de las especias más valiosas.

Alfonso de Albuquerque

Pero las "Islas de las Especias" quedaban aún más para Oriente y fue en su demanda que Albuquerque envió, en 1512, una flota de cuatro barcos comandada por Antonio de Abreu, que se distinguía por la excepcional bravura en la conquista de Malaca, y teniendo por vicepresidente -comandante Francisco Serrão, amigo – y, posiblemente, también primo – de Fernão de Magallanes.

Francisco Serrão

Guiada por los pilotos de Malasia, el portugués llegó a las islas míticas, cargado las naves con nuez moscada y clavo de olor India y regresó. O mejor, regresó Abreu, pues Serrão se quedó en las Molucas, dedicándose al comercio y colocando sus servicios militares al servicio de los conflictos entre los gobernantes locales- se convirtió en jefe de mercenarios y consejero del Sultán de Ternate, uno de los hombres fuertes del, comercio de especias, cuya supremacía disputaba con el Sultán de Tidore (o Tadore).

El aislamiento de Serrão en estas paradas lejanas no impidió que hiciera llegar al amigo / primo Fernão de Magallanes varias cartas en que describía aquellas islas y sus riquezas – y es lícito ver en ellas el principal factor que hizo Magalhães concebir el proyecto de llegar a las Molucas por la ruta occidental. Sería la garantía tener "[encontrado] un mundo nuevo, más rico y grandioso que el de Vasco da Gama […] Te suplico, enséñame a mí para ver por ti las maravillas que me rodean ".

"Las celebérrimas de las Islas Molucas" en un mapa de Willem Janszoon Blaeu, de 1630, cuando el archipiélago ya había caído bajo el dominio holandés. El mapa está orientado hacia el norte hacia la derecha

Y en el caso de las mujeres. 1480, en una familia noble, en Sabrosa, Vila Nova de Gaia o Ponte da Barca – las tres localidades lo quejan como hijo de la tierra – y se inició en las aventuras marítimas, en 1505, embarcando en una armada de 22 buques enviados a la India bajo el mando del primer virrey de la India, Francisco de Almeida. Por el Índico se quedó en los años siguientes, participando, en particular, en la embajada a Malaca bajo el mando de Diogo Lopes de Sequeira (que habremos de reencontrar) y de que también formó parte Francisco Serrão.

Francisco de Almeida, el primer virrey de la India en 1505-09

Magellan no tuvo mucha suerte en el Este, con el tiempo perdió gran parte de sus inversiones y cuando trató de la corona portuguesa las pérdidas ressarcisse, Manuel se negó. Magallanes decidieron entonces intentar probar su valor combatiendo los moros en el Norte de África. En la toma de Azamor, en 1513, perdió su caballo y resultó gravemente herido en una rodilla, lo que lo dejó manco para el resto de su vida. A falta de suerte, se añadió la falta de tacto: decidió ignorar los trámites usuales y apelar directamente al rey D. Manuel reclamando indemnización por la muerte de su caballo en batalla, pedido que el rey rechazó.

Vista moderna de Azamor, en Marruecos

Cuando surgió finalmente lo que parecía un viento favorable – fue nombrado cuartel maestro – Magalhães no tardó en verse envuelto en un imbróglio, al ser acusado de apropiación indebida de bienes y de comercio con el enemigo. En vez de defenderse de las acusaciones, dejó Marruecos sin autorización y solicitó audiencia con el rey, a quien exigió un aumento de su tenencia, en calidad de miembro de la casa real. D. Manuel no sólo rechazó la petición como le ordenó que regresara a Marruecos para responder a las acusaciones de que era objeto – la que había unido, sin embargo, la de deserción. Investigaciones finalmente exoneran Magellan culpabilidad y que regresó a Lisboa, que se burlan de Manuel con el nuevo orden creciente de anualidad.

Si no creyó el proyecto creíble o por estar por los cabellos con ese hidalgo irreflexivo, insolente y con escaso tacto, o por el proyecto tener "consultoría científica" de Rui Faleiro, con el que el rey también había tenido fricciones, D. Manuel rechazó la propuesta. Cuando Magalhães, exasperado, preguntó al rey si podía ofrecer sus servicios a otro, don Manuel, probablemente deseoso de verse libre de él, dijo que hiciera como le acercarse. Cuando, al final de la audiencia, Magallanes se inclinó para besar la mano real, don Manuel no se dignó extenderla.

No será de extrañar que cuando, en 1517, Magalhães volvió a presentarse ante D. Manuel, esta vez reclamando la jefatura de una misión a las Islas de las Especias, el rey estuviera poco inclinado a oírlo. La propuesta de Magallanes, que se hizo por oriente, no sería innovadora en términos de navegación, ya que António de Abreu ya había llegado a las Molucas en 1512, por lo que no se percibe porque tendrá Magallanes hecho acompañarse por el astrónomo y matemático Rui Que había desarrollado un método pionero para determinar la latitud y longitud en el mar (y que, aunque respetado, tenía fama de conflictivo y temperamental).

¿Tendrán Magallanes y Hablar propuesto una ruta a las Molucas por occidente, creyendo que sería más corta que por oriente? Aunque lo fuera, implicaría atravesar miles de millas de aguas sobre las que España tenía derechos de navegación exclusivos. Incluso si esta ruta era factible – y no había nada que confirmar – si llegado a las Molucas procedentes del Pacífico portuguesa se enfrentaría con el mismo obstáculo que encontraron cuando viene de la India: la relación entre el poder militar (y fuertemente islámica) Sultanato Ternate y los portugueses eran tensas debido a los intentos portugueses de evangelización y monopolizan el comercio de especias.

La isla de Tidore, vista de la isla de Ternate, en las Molucas

Si no creyó el proyecto creíble o por estar por los cabellos con ese hidalgo irreflexivo, insolente y con escaso tacto, o por el proyecto tener "consultoría científica" de Rui Faleiro, con el que el rey también había tenido fricciones, D. Manuel rechazó la propuesta. Cuando Magalhães, exasperado, preguntó al rey si podía ofrecer sus servicios a otro, don Manuel, probablemente deseoso de verse libre de él, dijo que hiciera como le acercarse. Cuando, al final de la audiencia, Magallanes se inclinó para besar la mano real, don Manuel no se dignó extenderla.

D. Manuel I

Ese mismo año, 1517, vejado y humillado, Magellan fue a instalarse en Sevilla, que era el destino habitual de muchos portugueses que no habían conseguido en reconocimiento de Lisboa entendieron merecen, y Faleiro se le unió poco después. Magallanes no desistió de sus planes en relación a las Molucas – sólo los adaptó a los intereses españoles – y consiguió obtener para su osada empresa el apoyo de Juan de Aranda, feitor de la Casa de Contratación de las Indias (entidad con responsabilidades en todo lo que tenía a ver con los asuntos de ultramar españoles, viajes de explotación y comercio incluidos), y del mercader Diego Barbosa. Conexión Magellan Barbosa, que fue parte de la comunidad de expatriados portugueses en Sevilla y llegó a la alcaldía de la ciudad fue reforzada por matrimonio con la hija y la amistad con el hijo, Duarte, que había desempeñado importantes misiones en el Índico y que había visto a D. Manuel rechazarle el ambicionado cargo de escribano mayor que le había prometido.

Sevilla, c.1576-1600

Gracias a estos apoyos, Magalhães consiguió obtener una audiencia con el muy joven Carlos I de España, a fin de presentarle el proyecto de alcanzar las Molucas por occidente – lo que era, en cierto modo, una actualización de la (fracasada) propuesta de Colón de dar a España una ruta occidental hacia las Indias. En esta presentación, Magalhães atribuyó la posesión de las islas a España, basándose en los cálculos de Faleiro y en las cartas de Serrão, que colocaban las islas mucho más hacia Oriente de lo que realmente estaban, por lo que el emprendimiento propuesto colocaría el comercio de las especias en las manos de su legítimo tenedor – España – y no infringir los tratados y las bulas papales.

Carlos I, recién llegado al trono español, por muerte de Fernando, en 1516, se convenció, porque estaba desilusionado con el Nuevo Mundo, que hasta entonces no se había revelado la extraordinaria fuente de riquezas que Colón había alardeado, sólo en 1522 llegaría el primer cargamento de oro enviado por Hernán Cortés, resultante del saqueo del Imperio Azteca.

Carlos I en 1519 (con 19 años), por Bernard van Orley

Carlos I suscribió el proyecto de Magallanes: en 1518 lo nombró capitán y en 1519 firmó con él un contrato que daba al navegador el exclusivo de la explotación de la nueva ruta por 10 años, a cambio de 1/5 de los ingresos. Sin embargo, en 1519, Magallanes había firmado los documentos que lo convertían formalmente en un súbdito español.

Por esta época, Carlos I sumó a la corona de España la del Sacro Imperio Germánico (como Carlos V), pero este triunfo le había costado una fortuna en "liberalidades" (como ahora se dice) hacia los príncipes electores, por lo que necesitaba desesperadamente de nuevas fuentes de ingresos. Carlos I depositaba grandes expectativas en el emprendimiento de Magallanes para reequilibrar sus depauperadas finanzas, y, teniendo los cofres vacíos, se vio obligado a recurrir a un préstamo de los Fugger, poderosos banqueros alemanes.

Jakob Fugger, El Rico (1459-1525), uno de los más poderosos miembros de la familia Fugger, retratado por Albrecht Durer, c.1519

El representante Fugger Sevilla era Christopher Haro, una actividad comerciante flamenco ejercido en Lisboa, hasta que, debido a la fricción con Manuel, se trasladó a Sevilla. Además de haber mediado el préstamo-con elevados tipos de interés -de los Fugger, que cubría ¾ de los gastos, Haro entró directamente con su capital para cubrir el cuarto resto.

Algunos reprobar D. Manuel que, para complacer a los Reyes Católicos y el poder para casarse con Isabel de Aragón, teniendo, en 1496, cedió a la presión de aquellos a expulsar a los Judios de Portugal, privando así a Portugal de un capital humano extraordinario y financiero. Se ha establecido que las semillas de la pérdida de primacía técnica y científica portuguesa en términos navales y la consecuente disminución del poder portugués. Pero es posible que las actitudes conflictivas y prepotentes de D. Manuel hayan sido responsables de una fuga de cerebros y capital entre los cristianos no menos dañinos.

Judios fueron expulsados ​​de Portugal, Roque Gameiro, 1917

Como preparativos para el viaje se derivaron, con una lentitud exasperante de Magallanes, los espías portugués en Sevilla informaron Manuel esta empresa, lo que podría resultar desastroso para la corona portuguesa. En este momento, era común que los navegadores de los servicios de diferentes nacionalidades prestassem bajo otras coronas – como fue el caso del genovés Cristoforo Colombo – Portugal pero celosamente sus rutas, sus técnicas de navegación y sus mapas y proporcionó sanciones graves – incluyendo pena de muerte – para quien divulgara informaciones de esta naturaleza a potencias extranjeras.

El agente Manuel pasó de aseo a las amenazas a la familia Magallanes en Portugal, pero el navegador se mantuvo firme, por lo que Manuel trató de presionar el monarca español, dirigiéndose a él una carta en la que ha destacado "lo mal e inusual era para un rey recibir los vasallos de otro, su amigo, contra la voluntad de éste. Pero Carlos I, alegando que el viaje no infringía las disposiciones de los tratados, se negó a ceder.

Pero eso no impidió que hay que poner al servicio de España: por ejemplo, Juan Díaz de Solís nació en Mértola (tal vez en San Pedro de Solis) como João Pedro Dias de Solis, y fuera piloto de la armada portuguesa del India, antes de entrar al servicio de España en los viajes de exploración del Nuevo Mundo – Bown lo describe como "un desertor portugués que había huido a España después de asesinar a su esposa."

En el caso de Magallanes, tenía una amortiguación del rey portugués ha autorizado a ofrecer sus servicios a otra corona – algo que sin duda Manuel se arrepintió amargamente cuando le llegaron las noticias de Sevilla. Primero intentó convencer a Magalhães y Faleiro a regresar, a lo que Magalhães retornó que estaba preso a su misión ya Carlos I por un compromiso de honor.

O agente de D. Manuel passou do aliciamento às ameaças à família de Magalhães em Portugal, mas o navegador manteve-se irredutível, pelo que D. Manuel tentou pressionar o monarca espanhol, endereçando-lhe uma missiva em que realçava “quão mau e invulgar era para um rei receber os vassalos de outro, seu amigo, contra a vontade deste”. Mas Carlos I, alegando que a viagem não infringiria as disposições dos tratados, recusou-se a ceder. E quando lhe chegou aos ouvidos o rumor de que D. Manuel encomendara o assassinato de Magalhães e Faleiro, fez ambos cavaleiros da Ordem de Santiago (o que tornaria numa ofensa grave que os portugueses atentassem contra a sua vida) e providenciou guarda-costas para a sua proteção.

Carlos I cobiçava o comércio das especiarias mas também pretendia manter boas relações com D. Manuel, que era seu tio – duplamente, uma vez que estivera casado com duas tias de Carlos I, Isabel de Aragão (falecida em 1498) e Maria de Aragão (falecida em 1517) – e cunhado – D. Manuel acabara de casar-se, em 1518, com Leonor de Áustria, irmã de Carlos –, pelo que lhe enviou uma carta apaziguadora, informando que “o nosso desejo é, e sempre foi, respeitar tudo o que concerne à linha de demarcação que foi firmada e aceite pelo Rei e Rainha Católicos meus soberanos e avós”.

Leonor de Áustria, irmã de Carlos I, por Joos van Cleve, c.1530. Por altura deste retrato, Leonor, que ficara viúva de D. Manuel, voltara a casar, com Francisco I de França

Porém, quer Carlos I quer D. Manuel sabiam que o objectivo primordial da expedição eram as Molucas, em relação às quais era impossível provar, pela ciência da época, a que domínio pertenciam.

A 20 de Setembro de 1519, os cinco navios capitaneados por Magalhães, com 270 homens a bordo, zarparam de Sanlúcar de Barrameda. A tripulação multinacional, como era usual, incluía 40 portugueses – entre os quais Duarte Barbosa, o cunhado de Magalhães, e João Serrão, parente de Francisco Serrão, mas não Faleiro, que desistiu pouco antes da partida –, o viajante veneziano Antonio Pigafetta, que se tornaria no cronista da expedição, e Enrique, o escravo malaio de Magalhães.

Foi então que Magalhães, em vez de se dirigir logo para as Molucas, se deixou arrastar para uma querela local: para prestar um favor ao rajá Humabon, que o acolhera bem, a 27 de Abril, desembarcou na ilha de Mactan, perto de Cebu, a fim de submeter Lapu-Lapu, um chefe tribal que estava em conflito com o rajá e recusara a conversão ao cristianismo

A história da viagem foi atribulada e a armada só entrou no Pacífico graças à vontade indómita, à implacabilidade e à experiência marítima de Magalhães. A travessia do Oceano Pacífico, uma vastidão completamente desconhecida dos europeus e onde os navios de Magalhães erraram durante 97 dias, foi um feito de uma audácia sem par, mesmo para os temerários padrões da navegação daquela época.

A viagem de Magalhães-Elcano

Quando, após fazer escala nas Marianas e em Guam, a depauperada frota – reduzida a três navios em mau estado – atingiu as Filipinas, a 16 de Março de 1521, e encontrou gentes cuja língua Enrique, o escravo malaio, era capaz de entender, pareciam superados os desafios mais árduos e pouco faltava para chegar ao almejado destino.

Foi então que Magalhães, em vez de se dirigir logo para as Molucas, se deixou arrastar para uma querela local: para prestar um favor ao rajá Humabon, que o acolhera bem, a 27 de Abril, desembarcou na ilha de Mactan, perto de Cebu, a fim de submeter Lapu-Lapu, um chefe tribal que estava em conflito com o rajá e recusara a conversão ao cristianismo. Acabou por perecer no combate que se travou na praia e o seu corpo não foi recuperado, pois Lapu-Lapu insistiu em guardá-lo como troféu. Abalados com a perda do líder, Duarte Barbosa e João Serrão assumiram o comando conjunto da frota.

A ilha de Mactan, junto a Cebu, nas Filipinas

Não foi por muito tempo: ao contrário do que Magalhães estipulara, não concederam liberdade a Enrique após a sua morte, mas o malaio conseguiu escapulir-se e, movido por compreensível rancor, foi intrigar junto de Humabon, levando-o a crer que os europeus o queriam matar. Humabon atraiu os dois capitães e uma trintena de tripulantes a um banquete que se revelou uma cilada – todos os europeus morreram, incluindo Duarte Barbosa, o cunhado de Magalhães.

O comando passou para as mãos de João Lopes Carvalho – depois substituído por Juan Sebastián Elcano – e a frota partiu para as Molucas, deixando para trás o Concepción, pois estava prestes a desmantelar-se e já não havia mãos suficientes para guarnecer três navios: a frota ficou reduzida ao Victoria e ao Trinidad.

Réplica moderna da nau Victoria

Quando, a 8 de Novembro de 1521, após ziguezaguearem demoradamente pelas Filipinas, os dois navios, com 115 homens a bordo, aportaram em Tidore, nas Molucas, os europeus foram informados de que Francisco Serrão – o homem cujas cartas tinham inflamado a imaginação de Magalhães e desencadeado aquela viagem – falecera oito meses antes na ilha de Ternate. Uma fonte sugere que a sua morte resultou de uma vingança: a buliçosa relação entre as ilhas vizinhas de Ternate e Tidore atravessava então um período de tréguas, mas quando Serrão foi a Tidore para embarcar um carregamento de cravo-da-índia, o sultão local terá querido vingar-se do apoio prestado por Serrão ao seu rival e envenenou-o.

Após os dois navios terem sido atestados de noz-moscada e cravo-da-índia, dispuseram-se a regressar a Espanha – porém, com os navios em péssimo estado e as tripulações debilitadas, seria impensável enfrentar novamente a vastidão desconhecida do Pacífico e as traiçoeiras águas do extremo sul do continente americano. Assim, contrariando a premissa fundamental do projecto de Magalhães – estabelecer uma rota para as Molucas evitando os mares atribuídos a Portugal – o Victoria, comandado por Juan Sebastián Elcano, rumou ao Índico. O Trinidad, após uma demorada reparação, deveria segui-lo, mas por ter sido excessivamente carregado de especiarias para a sua decrépita condição, foi forçado a regressar às Molucas, onde acabou por ser apresado por uma frota portuguesa comandada por António de Brito.

No trajecto pelo Índico e Atlântico, o Victoria evitou tocar terra ou aproximar-se de outros navios, uma vez que aquelas eram águas portuguesas, e nesse esforço acabou por perder mais 25 elementos da sua rarefeita tripulação. Quando o Victoria foi forçado a fazer escala na Ilha de Santiago, no arquipélago de Cabo Verde, para reabastecer-se de água, os portugueses tentaram confiscar o navio e aprisionaram 13 tripulantes, que Elcano foi forçado a deixar para trás. O Victoria chegou a Sanlúcar de Barrameda a 6 de Setembro de 1522, num estado lastimável e com apenas 18 sobreviventes a bordo.

Sanlúcar de Barrameda, num desenho de 1567

O Victoria que regressou podia ser um destroço à beira de se afundar, mas a absurda cotação da noz-moscada e do cravo-da-índia nos mercados europeus era tal que, apesar do descalabro da expedição, o carregamento embarcado nas Molucas cobriu os custos da expedição e ainda proporcionou lucro. Enquanto a “Armada das Molucas” circum-navegara o globo, D. Manuel falecera, em 1521, devido à peste, mas o seu filho, D. João III, apressou-se a reclamar o carregamento do Victoria para a coroa portuguesa e a exigir a punição dos marinheiros sobreviventes por terem infringido os tratados.

Carlos I tentou contemporizar, sugerindo que um grupo de peritos navais, astrónomos e matemáticos de ambos os países se reunisse para dirimir a questão da localização do anti-meridiano e, logo, a posse das Molucas. O encontro teve lugar em 1524, em território neutro – uma ponte sobre o Guadiana, algures entre Elvas e Badajoz – e, como seria de esperar, meses de debate não produziram qualquer conclusão prática.

O impasse da Conferência de Badajoz-Elvas (ou Junta de Badajoz-Elvas) convinha a Carlos I, que em 1525 tratou de enviar uma segunda armada às Molucas pela mesma rota, com sete navios sob o comando de García Jofre de Loaísa. Apesar da experiência colhida na missão anterior – Elcano fazia parte da equipa de Loaísa – a Segunda Armada das Molucas foi um descalabro ainda maior do que a primeira: só um navio chegou às Molucas, em 1527, e foi apresado pelos portugueses. A partir do México, Hernán Cortés enviou uma frota, comandada por Álvaro de Saavedra Cerón, mas esta teve destino similar: Cerón chegou às Molucas com pesadas baixas, empreendeu algumas explorações e tentou regressar ao México, mas foi forçado a arrepiar caminho e acabou por ser aprisionado nas Molucas, com todos os seus homens, pelos portugueses.

Mas Carlos I/V precisava de financiar as suas guerras na Europa e a cotação da noz-moscada e do cravo-da-índia continuava em alta, pelo que, ainda antes de saber os resultados da segunda armada enviou uma terceira, comandada pelo veneziano Sebastiano Caboto (filho do navegador Giovanni Caboto). Esta, que deixou Sanlúcar de Barrameda em 1526, revelou-se um fiasco ainda mais completo: quando descia a costa sul-americana Caboto decidiu explorar a possibilidade, entrevista por Solís, de o Río de la Plata proporcionar uma passagem para o Pacífico menos árdua do que a descoberta por Magalhães mais a sul e acabou por dissipar o tempo e os recursos em explorações infrutíferas e em conflitos com os indígenas na região para o interior do Río de la Plata. Regressou a Sevilha em 1530, sem ter obtido nada de concreto, ou sequer chegado perto do Oceano Pacífico, e desfalcado de homens e navios.

Sebastiano Caboto (c.1484-1557, numa gravura de Samuel Rawle segundo original, perdido, de Hans Holbein

Por esta altura, Carlos I/V começou a perder a esperança em integrar as Molucas no seu império: para lá do fiasco das expedições e da presença crescente dos portugueses no Extremo Oriente, o Novo Mundo começara finalmente a produzir ouro e prata em quantidades apreciáveis. Para mais, em 1525-26, Carlos I e D. João III de Portugal tinham contraído casamento com as respectivas irmãs – Carlos com Isabel de Portugal, João com Catarina de Áustria – e Carlos I/V tinha problemas suficientes na Europa a norte dos Pirenéus para poder dar-se ao luxo de manter quezílias com o (duplo) cunhado.

Carlos I de Espanha e a sua esposa Isabel de Portugal, numa cópia por Peter Paul Rubens de um original (perdido) por Tiziano

Assim, a 22 de Abril de 1529, foi firmado o Tratado de Zaragoza, que estabeleceu que as Molucas faziam parte da “metade” portuguesa. Porém, se o mundo fosse efectivamente divido em duas partes idênticas, as Molucas seriam espanholas: pelo Tratado de Zaragoza, a parte portuguesa ficou a estender-se por 191º de longitude e a espanhola por 169º. Como compensação pela renúncia às Molucas, a coroa portuguesa comprometeu-se a entregar 350.000 ducados de ouro à coroa espanhola.

A roxo o meridiano definido pelo Tratado de Tordesillas, a verde o anti-meridiano definido pelo Tratado de Zaragoza

Embora as Filipinas ficassem, pelo tratado, dentro da parte portuguesa, não foram debatidas durante a redação do acordo. O arquipélago foi explorado em 1542 por Ruy López de Villalobos, que fora enviado pelo vice-rei do México e o baptizou com o nome de Filipe, Príncipe das Astúrias (futuro Filipe II), mas quando, após vicissitudes várias, Villalobos buscou socorro nas Molucas, os portugueses prenderam-no. A presença espanhola no Pacífico Ocidental continuava a ser extremamente periclitante e foi preciso esperar por 1565 e por Andrés de Urdaneta para que a “Rota do Pacífico” começasse a mostrar-se viável.

Filipe, Príncipe das Astúrias, em 1551, por Tiziano

Urdaneta fora um dos poucos sobreviventes da expedição comandada por García Jofre de Loaísa. Fora aprisionado pelos portugueses nas Molucas e acabou por regressar à Península Ibérica, em 1536, num navio da Armada das Índias, sendo a primeira pessoa a completar a circum-navegação após os 18 marinheiros e fidalgos esfarrapados do Victoria.

Sob as ordens de Filipe II de Espanha (que subira ao trono em 1556), Urdaneta comandou nova missão às Filipinas e foi o primeiro navegador a conseguir fazer a travessia do Pacífico no sentido oeste-leste, tirando partido das correntes favoráveis no Pacífico Norte. Chegou a Acapulco, no México, em 1565, 44 anos depois da viagem de Magalhães em sentido inverso. O primeiro entreposto comercial espanhol nas Filipinas seria construído nesse mesmo ano.

A rota de Urdaneta através do Pacífico, que viria a tornar-se na rota do célebre “Galeão de Manila”

Os portugueses, cada vez mais seguros do domínio sobre as Molucas, fecharam os olhos à apropriação espanhola deste território situado bem para ocidente do anti-meridiano, pois o que lhes interessava eram as especiarias e as Filipinas não as produziam.

Filipe II de Espanha, em 1560, por Antonio Moro (nome adoptado em Espanha pelo flamengo Anthonis Mor van Dashorst)

O historiador Pedro Mártir de Anglería (1457-1526), que nascera em Itália com o nome de Pietro Martire d’Anghiera, esteve ao serviço da coroa espanhola e, além de ser autor de algumas das primeiras descrições do Novo Mundo, deixou também um relato sobre as negociações de 1524 na ponte sobre o Guadiana, entre Elvas e Badajoz. Conta ele que um dia, um dos membros da delegação portuguesa – Diogo Lopes de Sequeira que comandara a embaixada a Malaca de que fizera parte Magalhães – se deparou com um rapazinho que lhe perguntou se iam dividir o mundo com o imperador Carlos I. Sequeira terá respondido afirmativamente, ao que o fedelho baixou as calças e apontando para as nádegas disse “Desenhem a linha por aqui!”.

Os propósitos da viagem não eram científicos, eram arrebatar o mais lucrativo negócio do mundo quinhentista à coroa portuguesa, em favor da coroa espanhola e, portanto, Magalhães foi, do ponto de vista estritamente patriótico, um renegado que atraiçoou o seu país e que pretendia assestar um rude golpe nos interesses portugueses, ao mesmo tempo que obtinha para si a fama e a riqueza que ambicionara e que entendia merecer e que Portugal lhe tinha negado.

O episódio, se non è vero, è ben trovato, e põe a nu a vanidade dos desígnios imperiais de Portugal e Espanha e o absurdo de repartir territórios com régua e esquadro, sem a mais pequena consideração pela vontade e aspirações dos seus habitantes e governantes. Estes sonhos imperiais não tardariam a desmoronar-se, já que os países do Norte da Europa, que tinham abraçado o protestantismo, não se sentiam obrigados a submeter-se às decisões de repartição do mundo impostas por papas católicos, e, pouco a pouco, substituíram Portugal e Espanha como potências imperiais – no início do século XVII já as Molucas e o seu proveitoso comércio tinham caído sob domínio holandês.

Ternate, em 1720, presumivelmente por autor holandês. O detalhe no canto superior esquerdo é o forte de São João Baptista, construído pelos portugueses

A ideia que prevalece no imaginário corrente português sobre a viagem de Magalhães está pois minada por equívocos. O primeiro foi apontado no início deste texto: a viagem de Magalhães foi, sem dúvida, um feito audacioso, concebido e liderado por um homem nascido em Portugal, mas foi, essencialmente, um empreendimento espanhol. Outro equívoco muito difundido também já foi apontado: Magalhães não pretendia provar que a Terra era esférica, pois isso estava já bem estabelecido na época. Mas, mais ainda, Magalhães nem sequer pretendia circum-navegar o globo, pois o que ele propusera a Carlos I era encontrar uma rota para as Molucas através do Pacífico, e foi o fiasco parcial da expedição – em resultado da inesperada extensão do Pacífico e dos infortúnios sofridos durante a viagem – que forçou a que o regresso, já com Elcano, se fizesse pelo Índico e Atlântico.

Os propósitos da viagem não eram científicos, eram arrebatar o mais lucrativo negócio do mundo quinhentista à coroa portuguesa, em favor da coroa espanhola e, portanto, Magalhães foi, do ponto de vista estritamente patriótico, um renegado que atraiçoou o seu país e que pretendia assestar um rude golpe nos interesses portugueses, ao mesmo tempo que obtinha para si a fama e a riqueza que ambicionara e que entendia merecer e que Portugal lhe tinha negado. Embora seja tarefa arriscada fazer retratos psicológicos a cinco séculos de distância, parece evidente que o Fernão de Magalhães que, após a humilhante audiência de 1517 com D. Manuel, troca Lisboa por Sevilha e renega a nacionalidade portuguesa é um homem cuja determinação férrea é alimentada pelo ressentimento.

Quando D. João II rejeitou a proposta de Cristóvão Colombo para chegar às Índias navegando para Ocidente, não foi porque acreditasse que a Terra era plana, mas porque os seus “conselheiros científicos” estavam (correctamente) convictos de que a estimativa de Colombo para o perímetro da Terra, de 30.200 km, era muito inferior ao real, pelo que o continente asiático seria muito mais distante.

Na proposta concertada de Portugal e Espanha para obter da UNESCO a certificação da “Rota de Magalhães” fala-se agora de envolver na candidatura e nas comemorações outros países que fazem parte da rota. Os ministros dos Negócios Estrangeiros de Portugal e Espanha parecem presumir que os filipinos terão imensa afeição e respeito por Magalhães, quando, na perspectiva filipina, o navegador português é um invasor imperialista e o herói é Lapu-Lapu, o chefe tribal de Mactan, que lhe fez frente e o derrotou.

Estátua de Lapu-Lapu na Ilha de Mactan, Filipinas

Com efeito, enquanto para os portugueses o homem responsável pela morte de Magalhães é uma figura obscuríssima, Lapu-Lapu é celebrado como o “primeiro herói das Filipinas” e é representado em moedas, símbolos, estátuas e no nome de uma cidade de 400.000 habitantes. Uma dessas estátuas, com nove metros de altura – a Estátua da Sentinela da Liberdade – situada num parque de Manila e inaugurada em 2004, foi justificada pelo então Secretário de Estado do Turismo filipino por “Lapu-Lapu ter sido o primeiro asiático a liderar um revolta com sucesso contra uma invasão estrangeira”, o que não corresponde à verdade mas espelha talvez o que os filipinos pensam de navegadores quinhentistas europeus, fosse qual fosse a bandeira sob a qual navegavam.

Estátua da Sentinela da Liberdade, em Manila

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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