Escenario económico no anula objetivos de descarbonización
Tras la contracción de la economía durante el período de la pandemia, se produjo un fuerte aumento de la demanda del mercado, concretamente en lo que respecta al sector de la automoción. Sin embargo, esta demanda no se corresponde con la “capacidad de entrega”. Quien lo dice es el Jefe de Flota de Volkswagen Financial Services, Miguel Ribeiro, en las más recientes JE Talks del Jornal Económico (JE).
El funcionario dice que esta discrepancia entre la demanda y la oferta es parte de una realidad a la que contribuyeron varios factores, comenzando en la cadena productiva, y que está teniendo consecuencias de gran magnitud para los consumidores. Sin embargo, en el momento del fuerte crecimiento de la demanda, los fabricantes de componentes de automoción no estaban preparados, tras haber dirigido “toda su capacidad productiva a sectores que crecieron mucho con la pandemia, como las telecomunicaciones y el audiovisual”. Así, la oferta no acompañaba la evolución de la demanda y, por ello, se dejaba producir componentes. “Lo que estamos viendo hoy es algo que, en mis 27 años de experiencia profesional en el sector de la automoción, nunca había visto, y es que hay mucha demanda y no hay capacidad de entrega, por las razones que se pueden visto”, dice.
Cuando en la cadena productiva se buscó alcanzar los niveles ideales, entonces se colocó una nueva barrera. Los problemas geopolíticos en Europa llevaron a una situación en la que ciertos productores, al estar en zonas de riesgo, no podían responder a la demanda existente. De esta forma, aumentó el precio de las materias primas, contexto al que se sumó la subida de los costes energéticos y la devaluación del euro frente a otras monedas, creando una “combinación explosiva en el caso del mercado europeo, para que no sea posible entregar un vehículo”, subraya Miguel Ribeiro.
Actualmente, “el tiempo medio de entrega de un vehículo puede oscilar entre siete y 16 meses”, un claro retrato de la situación de enorme incertidumbre que vive el sector.
Es en este contexto que los fabricantes se enfrentan a la necesidad de racionalizar costes, y es importante que compartan tecnologías comunes, con el fin de “producir vehículos más eficientes y menos contaminantes”, lo que todavía supone costes de inversión “bastante elevados”. Así, en la agenda están los proyectos para la producción más económica de componentes de automóviles, de forma que el precio final para el cliente no sea tan elevado.
Ante la posibilidad de una recesión, ya apuntada por numerosas entidades financieras, Miguel Ribeiro garantiza que “los bancos están mejor preparados”, al igual que las empresas, que en las crisis de 2008 y 2013. Hubo paro. No es la capacidad de la gente para ganar. Lo que está destruyendo esa capacidad de ingresos es la inflación”, dispara el funcionario.
Otra posibilidad para el futuro es que “algunos fabricantes de automóviles trasladen la producción a otros países”. Bueno, aquí, Portugal podría ser un ‘ganador’, dados los costos de energía más bajos. Una competitividad que se deriva de que el país recibe gas licuado que llega del norte de África, en lugar de gas ruso. Por ahora, todo es solo una expectativa.
A pesar del difícil contexto económico, es importante no olvidar la importancia de la transición climática, que ahora se complica más por la falta de materias primas. Según la presidenta del Laboratorio Nacional de Energía y Geología (LNEG), Teresa Ponce de Leão, el objetivo de la descarbonización “es clave”. Para cumplir los objetivos que se ha fijado Portugal, es crucial centrarse tanto en la movilidad eléctrica como en la movilidad de hidrógeno. “Hemos estado viendo que las materias primas no son suficientes para la transición energética y eso afecta también al sector de la automoción”, recuerda, antes de subrayar que la economía circular es crucial para avanzar en este ámbito. Las posibilidades de reducción de residuos y reutilización de equipos también son ventajas para las empresas, por lo que hay “muchos proyectos” en este ámbito, afirma el presidente de LNEG.
Otra clave para el cambio es la concienciación por parte de la sociedad en general. Esto se debe a que los vehículos eléctricos implican “una inversión inicial un poco más alta”, pero aseguran que habrá ganancias a lo largo de la vida útil del vehículo. Por tanto, esta es la mejor solución, añade, “para el medio ambiente y para los usuarios de los vehículos”.
Teresa Ponce de Leão también destaca que hay una buena estrategia de gobierno en este contexto. Habla de un “plan robusto para la producción de hidrógeno”, al que se suma el plan para el biometano, que ambos pueden ayudar en un tema tan fundamental como es la reducción de la dependencia energética.
“El mercado de la movilidad representa el 25% de las emisiones contaminantes y tenemos que, de hecho, cambiar la forma en que nos movemos, ya sea por movilidad eléctrica o por movilidad de hidrógeno, porque la diversificación también es importante para que podamos alcanzar los objetivos”, destaca la persona en cobrar.