Es posible devolver los colores a la vida de quienes sufren de depresión
Recientemente, el tricampeón mundial de surf Gabriel Medina -una figura pública, con una vida sana y ajetreada- se tomó un descanso para cuidar su salud mental y admitió haber pasado por depresión. Como él, tantas otras celebridades ya se han hecho cargo del problema, como el padre Fabio de Melo, Adele, Selton Melo, Jim Carrey, Paula Fernandes y Whindersson Nunes. Esto nos muestra que la fama y el dinero a menudo no sustentan la salud de la mente.
El sufrimiento que provoca la depresión es muy doloroso. La vida realmente pierde su color: los momentos que solían generar tanto placer ya no encantan en absoluto. La negatividad, el llanto y el aislamiento entran en escena. Es como si usaras anteojos muy, muy oscuros que hacen que todo lo que te rodea sea gris y opaco.
En algunos casos, la persona que está deprimida deja de realizar actividades rutinarias del día a día, como ducharse. Sufre cambios en el sueño y el apetito y también sufre cambios cognitivos, que afectan la memoria y la concentración.
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La angustia parece ser interminable, incontrolable e inmensa. Sin tratamiento y apoyo, el paciente piensa en eliminarlo con su dolor, aunque también sea necesario morir para eso. Así es como comienzan los pensamientos de suicidio.
La depresión, para ser caracterizada como una enfermedad, necesita manifestar síntomas la mayor parte del tiempo, durante al menos 15 días ininterrumpidos. Estos sentimientos negativos no son fugaces, permanecen allí día tras día.
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Nadie elige por la depresión.
Es importante decir que esta enfermedad sí tiene una característica psicosocial, que involucra el entorno y la historia de la persona. Pero también hay un componente genético. Las personas que tienen un familiar deprimido corren un mayor riesgo de tener el problema y es necesario hablar de ello.
Científicamente, la depresión promueve cambios químicos en el cerebro. Hay cambios en la concentración y uso de neurotransmisores como la noradrenalina, la serotonina, la dopamina y la endorfina.
Un hecho triste pero real es que la mayoría de las personas no reciben el tratamiento correcto, el cual, según el caso, necesita un seguimiento más prolongado. Cuando el diagnóstico se realiza en una etapa temprana, es posible comenzar con la medicación evaluada para cada caso, y así lograr devolverle los colores de vida a la persona deprimida.
Adultos, niños, ancianos, ricos, pobres, famosos, anónimos, hombres, mujeres -incluidos nuestros vecinos y familiares- pueden padecer la enfermedad del siglo.
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Tenemos que hablar sobre el suicidio.
Se sabe que una de las causas del suicidio es la depresión no curada. Brasil ocupa la octava posición entre los países con más casos de suicidio. La depresión es la segunda enfermedad que más incapacita a las personas a nivel mundial. Nuestro país ocupa el segundo lugar en las Américas en cuanto a número de personas deprimidas – equivalente al 5,8% de la población. Frente a nosotros, solo vemos a Estados Unidos, con un 5,9%.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), organismo internacional especializado en salud pública en las Américas, el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, y en la mayoría de los casos se basa en la depresión. . Unas 800.000 personas mueren por suicidio cada año.
La OMS informó que el 1% de todas las muertes se deben al suicidio. Por cada intento que llega a una emergencia, se estima que alrededor de 17 personas han pensado en quitarse la vida. Estamos ante un grave problema de salud pública, y es necesario hablar de ello en todos los ámbitos. Desmitificar los trastornos mentales traerá resultados y un apoyo efectivo.
También debemos reforzar prácticas importantes, como la buena alimentación, la calidad del sueño, el ejercicio físico, las relaciones interpersonales saludables y la búsqueda de un trabajo estimulante.
recepción
Desafortunadamente, el prejuicio y la falta de información sobre la existencia de tratamientos efectivos contra la depresión e incluso otras enfermedades psiquiátricas evoluciona de manera triste. Es urgente revertir esto. Ya es hora de dar espacio para escuchar el dolor de alguien, y escuchar de verdad, sin juzgar. La regla es tomarlo en serio y alentar la búsqueda de ayuda.
Los psiquiatras y psicólogos no son cuidadores de “locos”, son profesionales de la salud mental. Y son bastante asequibles. Hablar de pensamientos de suicidio no alentará el acto en sí. Al contrario: el diálogo con el profesional genera desahogo y abre caminos. Escuchemos con el corazón, recibamos con atención y animemos la búsqueda de ayuda, conducida por manos amigas.
*Dr. Raquel Tatiane Heep es médica psiquiatra, coordinadora del Programa de Posgrado en Psiquiatría y Salud Mental de la Ebramed – Escola Medicina Brasileña.
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