¡Es la felicidad, estúpidos!

La frase "ist the economy, stupid!" Se hizo famosa después de haber sido usada en la campaña presidencial de Bill Clinton contra George W. Bush. La idea era que, en el momento de la votación, los electores darían al estado de la economía un peso fundamental en la determinación de su sentido de voto.

Si bien es cierto que la evolución económica tiene importancia en esta elección, ya no es verdad que la economía sea todo lo que importa. Pero la frase ganó esa connotación megalómana, y muchos la usan para significar que lo que realmente importa en la vida, y lo que determina el comportamiento de las personas, es la economía.

En otra versión, si algo se hace que, supuestamente, perjudica a la economía, entonces ese algo estará condenado al fracaso porque, allá está, al final del día, lo que releva para las personas es la economía y el dinero que traen a casa al fin del mes.

Esta concepción materialista del ser humano está consagrada en la visión de la economía ortodoxa, a través del llamado "homo economicus"- un ser que, muchas veces sin darse cuenta, se comporta siempre como un animal que persigue dinero.

La versión macroeconómica de este supuesto micro es la obsesión con el PIB y su crecimiento, que tanto preocupa a la nación política (pobre S. Kuznets, creador del PIB, que, en el discurso de presentación de dicho, en 1934, explicita "el bienestar, el estar de una nación difícilmente puede ser evaluado a través de una medida del rendimiento nacional "- traducción mía).

Confieso que me pongo un poco impaciente al ver que este paradigma equivocado tiene tanta resiliencia.

Hoy, la ciencia ya ha probado que el ser humano no es ningún "homo economicus"- se vean los resultados de la economía conductual, de la economía de la felicidad o de la neurología – y que el PIB está lejos de ser todo lo que importa, claramente para países con PIBpc mayores que 15.000 dólares anuales – un resultado sólido de la economía de la felicidad .

Sé que no debería extrañarse el tamaño de los resultados científicos, o no vivimos en la era de los negacionistas del cambio climático, de las ani-vacunas, de los creacionistas o de los que creen en la "tierra plana". Pero los economistas y los políticos tienen una mayor obligación de informarse y de actualizar su conocimiento para percibir que no, no es la economía, estúpidos.

De hecho, aquello que preocupa a los seres humanos, y que moldea su comportamiento, es la búsqueda de la felicidad. Al final, la felicidad es el deseo humano más fundamental, y la verdadera razón de nuestra existencia.

Hoy, ya sabemos que los seres humanos toman decisiones erróneas a corto plazo, que se arrepienten a mediano y largo plazo – si queremos asegurar la felicidad humana, tenemos que ayudar a las personas a no cometer esos errores; sabemos que las personas tienen comportamientos altruistas y de reciprocidad incompatibles con una búsqueda incesante del lucro financiero personal; sabemos que las personas más materialistas e individualistas son menos felices; sabemos que la calidad de las relaciones interpersonales, la integración social y el florecimiento personal son elementos fundamentales de nuestra felicidad, no sustituibles por dinero.

Desde 2004, cuando empecé a estudiar el tema de la economía de la felicidad, que estoy aprendiendo estos resultados científicos. Desde entonces, en las conferencias, en los libros, en las conversaciones con los mayores expertos mundiales, he profundizado estos conocimientos.

Y cuando escucho ejemplos concretos como el de Costa Rica (la voz de su ex presidente Laura Chinchilla, la conferencia H20 – pista de Gobierno en Lisboa el pasado martes), un país de América Latina que apostar por la democracia, la independencia energética en la preservación del medio ambiente, en la salud, la igualdad y la educación (gasta alrededor del 7% de su PIB en la educación pública) en lugar de las armas (no tiene fuerzas armadas por haber llegado a la conclusión de que era un desperdicio de recursos, un gasto peligroso de dinero dado el historial de las fuerzas armadas en América Latina) y que, por eso, está en los tapas del Happy Planet Index y sabemos que los países escandinavos son de los más felices del mundo, a pesar de no ser los más ricos, queda claro que tenemos que abandonar los paradigmas del s. Y empezar a pensar "a la s. XXI ".

Hoy, los políticos ya tienen evidencia científica en cantidad y calidad, y los instrumentos estadísticos necesarios (compilados por las Naciones Unidas o por la ODCE, entre otros) para que podamos oírles ambicionar una nación más feliz en vez de una nación más rica. Luchar por estar en la cima de los indicadores de felicidad, no en la cima del crecimiento económico.

Es que podemos tener que hacer elecciones: queremos ser un país muy rico, pero desigual, irrespetuoso de los derechos humanos o una nación menos rica, pero más igual, con educación y salud universales, con paz, con sostenibilidad ambiental y profundamente democrática? ¿Queremos ser Arabia Saudita / Brasil o Costa Rica? ¿Queremos ser China o los Estados Unidos (las mayores economías mundiales) o Dinamarca, Nueva Zelanda o Finlandia? Queremos ser el Brunei o Qatar (superior en el PIBpc a las paridades del poder adquisitivo) o Suecia o Islandia?

En Portugal, con la riqueza que tenemos, podemos hacer mucho mejor, a ser más feliz. Tenemos que apostar, explícitamente, en la felicidad.

En fin, hay que acabar con la mentira de que a través del crecimiento económico todo florece: no, la felicidad sólo florece si se piensa en ella directamente, si la monitorizamos y tomamos las decisiones políticas adecuadas. Y tenemos que remitir el PIB a su lugar de variable instrumental, sombra, al cuidado de los ministros de Finanzas, no más el de variable central de la acción política.

El autor escribe de acuerdo con la antigua ortografía.

Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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