¿Es inevitable la alternancia entre dos bloques políticos?
No vale la pena argumentar a favor o en contra, cuando, en realidad, estamos ante un hecho consumado: el fin de un ciclo político. Y, por tanto, el análisis económico que generalmente transpongo en esta columna de opinión está inmediatamente condicionado –aunque el funcionamiento de la economía se produzca, aunque sea por inercia– por la incertidumbre sobre las expectativas de los distintos agentes económicos que generan cambios de comportamiento, especialmente ¡cuando las elecciones legislativas están previstas para dentro de tres meses!
Cuando hablamos del fin del ciclo político, ya podemos decir que algunas señales y medidas que iban en la dirección correcta no fueron suficientes por parte del Gobierno, a saber, la trayectoria descendente de la deuda pública, los aumentos salariales acordados, la diversos apoyos sociales distribuidos ante la emergencia de la situación exterior (principalmente en lo que respecta a la lucha contra el brote inflacionario alimentado por la guerra en Ucrania), así como la disminución prevista del IRS.
No fueron suficientes si los comparamos con el desgaste natural de un gobierno de ocho años, con la inestabilidad dentro de la mayoría parlamentaria absoluta (con casos y casos), con la percepción clara de la degradación de los servicios públicos esenciales y, finalmente, con ese párrafo de la PGR, que contribuyó a la renuncia del primer ministro.
Ahora, lo que se pide, cuando las elecciones estén previstas para el 10 de marzo del próximo año, es que los distintos partidos -dado el tiempo que tienen- presenten sus propuestas políticas al legislativo de manera clara y rigurosa. No más bytes de sonido y diálogos más o menos estridentes, pero sin contenidos de valor añadido. Aunque nos encontraremos ante multitud de encuestas para todos los gustos, e incluso contradictorias, que permiten a los analistas opinar por su cuenta, ¡como si se tratara de la clasificación de un campeonato de fútbol!
Pero ¿cuál será el contexto político que configurará el período previo a las elecciones y después de ellas? Creo – cada vez más “voces públicas” lo subrayan – que la próxima lucha electoral no se centrará en una disputa entre los tradicionales partidos moderados de centro (PS y PSD), sino más bien entre los dos grandes bloques políticos opuestos (el de derecha e izquierda), especialmente cuando no se espera una mayoría absoluta de ninguno de esos partidos centrales.
Es en este contexto que cualquier discurso del PSD que indique un reorientamiento efectivo (como de hecho ocurrió durante y después de su último Congreso), corre el riesgo de dejar desprotegida, incluso en términos de valores, a una derecha más conservadora y agresiva, que a su vez, podría resultar necesario para la construcción de un bloque mayoritario de derecha.
Más. PSD e IL insisten en que no quieren ningún acuerdo con la derecha radical personificada en Chega, pero si el bloque de derecha (PSD, IL, Chega y CDS) necesita, como es probable, los votos de Chega para ser mayoritarios Entonces, predigo que pasará a primer plano el objetivo que persigue toda la derecha, que es sacar “el socialismo del poder”, como si el socialismo del PS ya hubiera “salido del cajón” donde estaba encarcelado por muchos años a favor de la consolidación de una democracia liberal. Por lo tanto, toda la derecha política no tiene más remedio que construir alguna forma de hacer viable su potencial gobernanza como bloque alternativo.
Como análisis complementario, no olvidemos la lógica antisocialista que siempre ha constituido el ADN del PSD, traducida en una rivalidad histórica. ¿Qué significa la construcción de un muro por parte del PSD en términos de consenso gubernamental frente al PS?
A su vez, el PS, ahora en una disputa electoral interna por su liderazgo, puede admitir (supuesto del análisis) que –el protagonista que aparentemente no cierra las puertas a un acercamiento real a la izquierda parlamentaria– salga victorioso –una reedición de la llamada artilugio, tal vez en otros moldes. Y aquí está el PS, reforzando de hecho la actitud de António Costa, que construirá su muro de distancia del PSD.
Así, ya estamos siendo testigos de una posible radicalización en el tablero político nacional, eclipsando de alguna manera la prominencia habitual del llamado centro político moderado, que el PS y el PSD, per se, pueden representar.
Estoy convencido de que, en este momento, lo que los ciudadanos exigen son soluciones para la estabilidad, la moderación y, naturalmente, la modernización de la economía y de la sociedad portuguesa en general. No quiere demagogia, populismo ni la incertidumbre que traerá cualquier artilugio (de izquierda o de derecha).
Sin embargo, estoy de acuerdo con lo que ya han expresado varias veces corrientes de opinión creíbles, que apuntan a construir una solución política, especialmente en la situación actual, que sea más moderada y tenga un mayor potencial de reforma.
Esta solución se basaría en un “pacto” en el que el partido de centro derrotado en las elecciones se comprometa –mediante requisitos negociados– a hacer viable un gobierno del partido de centro victorioso, lo que implicaría que el partido derrotado no perdería abruptamente su influencia política. en los ámbitos de decisión, intentando al mismo tiempo frenar el ascenso de posiciones políticas extremistas. A qué contribuiría la relativa identidad ideológica entre ellos en determinadas áreas.
No se trataría de un gobierno de bloque central, lo cual es per se indeseable en un sistema alternativo, sino simplemente de construir, de ahora en adelante, una plataforma de lanzamiento para un posible consenso, de manera oportuna, sobre reformas en áreas clave del régimen. desde hace tiempo la sociedad –creo de manera mayoritaria– lo exige.
¡Pero eso no es lo que sucederá, seguro! A lo sumo, dentro de la solución encontrada dentro de cada uno de los grandes bloques políticos, habrá un intento de combatir las vocaciones más extremas.
Así, dentro del bloque de derecha, se vuelve esencial llamar a Chega (recoge votos portugueses) a la realidad, es decir, confrontarlo con sus propuestas políticas de manera concreta y mensurable, tratando de evitar desviarse hacia discusiones demasiado generalistas. rozando la demagogia. Y, en lo que respecta a la Iniciativa Liberal, será necesario afrontar con rigor la organización del Estado Social en sus múltiples aspectos.
Del lado del bloque político de izquierda, corresponde al PS recordar a su izquierda parlamentaria los siguientes elementos del combate político:
– opciones relativas a algunos pilares de la política exterior, que por el momento parecen más problemáticos;
– contención de los gastos que satisfacen necesidades sociales –generalmente comprensible– dentro de los estándares de equilibrio presupuestario ya alcanzados, aunque con cierta flexibilidad;
– visión demasiado estatista de la economía, traducida en una filosofía que poco contribuye a fomentar la iniciativa empresarial privada como generadora de mayor riqueza y crecimiento económico.
Sin embargo, quisiera señalar que para que este objetivo de atenuar las opiniones de los extremos dentro de cada uno de los bloques políticos sea viable, es necesario que los respectivos partidos dirigentes (PSD y PS) obtengan resultados electorales suficientemente alejados de los suma de los resultados obtenidos por los partidos componentes de cada bloque. Y aquí veo más facilidad de implementación por parte de la izquierda que por la derecha política.
Esperemos las elecciones internas del PS y qué bloque ganará en las legislativas, para concluir cuán lejos está la solución final de gobernanza de moderación política, económica y social, en mi opinión exigida por la necesidad de reforzar la solidez y la competitividad del la economía portuguesa, incluyendo, naturalmente, la reducción de las desigualdades sociales.
El autor escribe según la ortografía antigua.