El recién inaugurado presidente de Guatemala enfrentará inmensos problemas
La reciente y conflictiva toma de posesión de Bernardo Arévalo en Guatemala tardó nueve horas en realizarse debido a quienes intentaron estropear la ceremonia y montaron escenas vergonzosas.
Los responsables del episodio, que incluyó bofetadas y puñetazos en el salón principal del Congreso, estaban vinculados a la gestión del entonces presidente, Alejandro Giammattei, a través de las instituciones que intervino o cooptó durante su gestión: Ministerio Público, Corte Constitucional. y el Congreso.
Los guatemaltecos que llevaban meses manifestándose contra el gobierno llamaron a este grupo el «pacto de los corruptos». El hecho de que el nuevo presidente recibiera los atributos y prestara juramento —cuando ya salía el sol— nos da esperanzas sobre el retorno de este país a la democracia.
Por otro lado, quien piense que se trata de un final feliz para una saga se equivoca. Arévalo tendrá muchos problemas. Mencionemos sólo tres:
1) El tema de la corrupción, que es una de las principales preocupaciones de los guatemaltecos. Más aún porque, en la llamada «primavera de 2015», un organismo creado en colaboración con las Naciones Unidas, la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, reveló tantos escándalos que provocaron una profusión de manifestaciones y celebraciones en el país. calles cuando, finalmente, el presidente Otto Pérez Molina renunció poco antes de ser destituido.
Hoy está en prisión. La mayoría de los guatemaltecos en ese momento quería que estas investigaciones continuaran y parecía posible acabar con la corrupción. Hasta que el poder pasó a manos de los corruptos.
2) La recuperación de su partido, Semilla, que quedó inhabilitado. Los parlamentarios electos asumieron sus cargos como independientes, lo que significa que un congresista sin partido no puede ser líder de un comité ni ocupar otros cargos en el Congreso. Y el choque con la corte ya comenzó, pues los parlamentarios eligieron a Neri Ramos, quien es de Azul, partido aliado de Semilla, para ser titular del Congreso.
3) La presencia de Giammattei. Incluso si logra salir del país, EE.UU. ya canceló su visa y la de su familia por acusaciones de narcotráfico. El ex presidente es muy poderoso políticamente y todavía controla a los jefes de varios tribunales e instituciones.
América Latina nunca ha sido una prioridad para las administraciones estadounidenses más recientes. Es difícil ver grandes diferencias, en este aspecto, entre Obama (uno de los que más deportó), Trump (que socavó el acercamiento con Cuba) y Biden. Esperábamos mucho de él, porque conoce la región mejor que los demás y se mostró partidario de la democracia para los latinoamericanos.
Básicamente, al igual que sus predecesores, Biden se centró casi exclusivamente en la inmigración. Y ahora que comienza la cuenta atrás para las elecciones americanas, los republicanos tendrán el plato lleno, porque el número de inmigrantes crece y porque en América del Sur están surgiendo nuevas crisis: la de los inmigrantes haitianos, la de los ecuatorianos (cuyo número había ido aumentando y debería empeorar con los disturbios actuales), nicaragüenses, chinos, mafias balcánicas y muchos otros.
Es muy importante para Estados Unidos, y más aún para los guatemaltecos, que el país logre la estabilidad. Sin embargo, su destino, por su formación histórica, su colonización, el genocidio maya, la explotación de la United Fruit Company, el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz, son una serie de traumas que aún deben ser comprendidos.
Como dijo Eduardo Galeano en su libro «Guatemala» (1967), «Guatemala es el rostro, muy mal disimulado, de toda América Latina. Su rostro muestra el sufrimiento y la esperanza de estas tierras despojadas de sus riquezas y del derecho a elegir su propia vida». destino».
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