El papá de la extrema derecha
Nuestro país vive desde hace tres años gobernado por la izquierda con el apoyo de la extrema izquierda. La extrema izquierda ya percibió hace mucho tiempo que la forma más inteligente de llegar al poder es a través del cambio del discurso y de la transformación de la sociedad que quiere gobernar. De ahí haber decidido apoyar a la izquierda obteniendo así condiciones para seguir su estrategia a través de acuerdos puntuales y sin comprometerse ya con las responsabilidades de la gobernanza.
En este modelo gubernativo se ha hecho un trabajo de aniquilamiento de nuestros valores y de nuestras raíces culturales utilizando todos los medios a su alcance: en la educación, la salud, el trabajo y la comunicación social entre otros. En la educación, los programas de salud ofrecidos en las escuelas, el abordaje de los temas de la sexualidad para alumnos y profesores fuertemente embebidos de conceptos ideológicos desprovistos de cualquier base científica, la retirada de venta al público de ciertos libros para niños, el estrangulamiento de la oferta de enseñanza que no esté estatizada; en la salud, con la oferta, costeada por los contribuyentes, de servicios como las barrigas de alquiler y el aborto; en el trabajo, con la estatización de actividades promoviendo la acción perversa de los sindicatos, no para defender a los trabajadores, sino para revertir medidas adoptadas e imponer una agenda despiadada que, sin mirar a medios para alcanzar los fines, destruye la acción gubernamental, ya por sí misma bastante destructiva por el abuso de las cautivas en todos los sectores del estado. En el ámbito laboral, la desvalorización de la adopción de medidas, ya comunes en los países más desarrollados, de trabajo remoto orientado al cumplimiento de objetivos en lugar de orientado al reloj de punto; en la comunicación social donde predomina la influencia de la izquierda tenemos por un lado la oferta de contenidos marcadamente ideológicos con ideas contrarias a nuestros principios y de baja calidad, que llenan casi todas las horas del día, pero que surgen disimulados de conceptos de solidaridad y de justicia y por otro los programas dichos de noticias que tienden a transmitir de forma facciosa lo que pasa en el mundo.
Paralelamente vivimos en un ambiente de corrupción muy alto que nos lleva a pensar que sólo se "safa" quien es amigo del primer ministro, o de algunos diputados, preferentemente del partido del gobierno.
Últimamente nos ha llegado información de fuera sobre la reacción del pueblo a la izquierda disfrazada de centro y en otros casos a la extrema izquierda.
¿Y cómo reacciona al pueblo? ¿Qué ha sido educado en ambiente de corrupción, de egoísmo, de autoritarismo y de estupidificación? ¡Haga otra opción!
¿Y qué hacer a un pueblo que hace otra elección? Mete miedo, mucho miedo para que rápidamente se arrepiente de su elección. Es ahí donde entra el Papán de la extrema derecha.
¿Y qué pasa cuando el pueblo no tiene miedo? Se invocan personas en las redes sociales, gente que nada tiene que perder y que de repente percibe que tiene poder y se organizan manifestaciones que a veces se vuelven violentas, que de hecho causan miedo tanto a quien vota como a los elegidos, a los gobernantes. Estos tendrán que decidir entre reaccionar con miedo y ser considerados amigos del papa de la extrema derecha o reaccionar con represión. Ninguna decisión será buena y sin embargo la energía comienza a caer en la calle. Este fenómeno no ha ocurrido en Portugal, pero no creo que el hecho de que somos de modales suaves nos hacen inmune.
Por esa razón y porque se acercan dos actos electorales, quise escribir sobre este estado de cosas para decir que también tengo miedo. Tengo miedo del camino que lleva a mi país. Por eso no quiero ni a la izquierda ni a la extrema izquierda a gobernar mi país. ¡Ya basta!
No tengamos miedo de ser fieles a nuestros valores. No nos dejamos alzar por el discurso fácil y por la vida fácil, porque a largo plazo se han venido contra nosotros. Se ve lo que pasa con la familia: ¿a quién le gusta tener su familia destruida? ¿A quién le gusta ser abandonado en su vejez por su único hijo a quien le dio todo? ¿Quién quiere entregar la formación de sus hijos a otros con criterios ambiguos y deshumanizados?
Yo asumo que soy de Extremo sí; de Extremo Rigor en las cuentas y por eso no me veo en partidos que aceptan tener diputados a engañar el registro de entradas ya fingir que viven lejos para recibir más unos centavos; de Extremo Respeto por la Vida y por esa razón quiero en el gobierno quien cree que no hay vidas que no valen la pena ser vividas y que gasten el dinero de mis impuestos para eliminar vidas consideradas impedimentos; de Extremo apoyo a la familia y por eso quiero a mi país políticas que apoyen a los padres dándole condiciones de trabajo acorde con las necesidades de apoyo a la familia y respetando su autonomía en la educación de los hijos; soy de gran interés por el portugués así que me pregunto cómo es posible morir en incendios en las carreteras portuguesas que se derrumban, que hay niños que reciben tratamientos de quimioterapia en contenedores o en los pasillos sin que los responsables (los líderes) que asumen la responsabilidad de estas situaciones; tengo Extremo interés en los migrantes pero no para usarlos como candente de solidaridad, ni para resolver problemas demográficos o para aniquilar nuestras raíces culturales o para alimentar redes de tráfico de seres humanos, sino por respeto por esas personas lo que impone una política exterior que tal vez no deba privilegiar la amistad con los dictadores.
En las elecciones que se aproximan tendré que atentamente percibir cuál es el partido que más se acerca a los Extremos que defiendo y en ese voto.
Profesora jubilada