El opio de los imbéciles
¿Conspiración? Noticias falsas? ¿Fanatismo?
Lo que lleva a ciertos ciudadanos, aparentemente en plena posesión de sus capacidades mentales e intelectuales, y algunos incluso con altos grados de educación y cultura, a creer y abogar, contra toda evidencia, en la no esfericidad de la Tierra, en la relación directa entre vacunación y autismo y, más recientemente, con respecto a la pandemia actual, ¿que las vacunas contra el virus SARS-CoV-2 resultarían de una estrategia secreta liderada por Bill Gates para dominar el mundo?
En la raíz de todas estas fantasías, florecen diversas teorías de la conspiración y casi todas conducen a una afirmación muy simple: un grupo secreto de personas afecta el curso normal de los acontecimientos con mala intención para obtener o conservar el poder político, económico, ideológico ., científico o religioso.
El punto común a todas las teorías de la conspiración y a quienes creen en ellas es refutar la pluralidad de causas (naturales o humanas) que contribuyen a determinados hechos. Rechazan la razón y la ciencia y, basándose en los prejuicios y las creencias, alimentan lo que llaman “realidades alternativas”.
En este sentido, los conspiracionistas descartan cualquier enfoque histórico para tratar de explicar la realidad, incluso si este enfoque concluye que es una simple casualidad (y no una mano oscura invisible) o una multiplicidad de factores que iluminan lo que sucede en la política, en la ciencia, en la economía. o sociedad.
El fenómeno no es nuevo, como se sabe. La historia de la humanidad está llena de terribles muertes provocadas por la conspiración: contra judíos, contra católicos, contra musulmanes, contra masones, entre muchos.
Pero lo que sorprende actualmente, y ha estado alimentando algo de literatura científica, es la “paradoja de la información”. Cuantas más oportunidades tengamos de acceder a todo tipo de información, menos precisa y confiable será esa información. En este contexto, prospera la cultura de la conspiración y las noticias falsas.
En un ensayo reciente: Apocalipsis cognitivo, 2021 – El sociólogo francés Gérald Bronner, que ha hecho de estos temas una parte importante de su investigación (recordemos “Comment des hommes ordinaires deviennent des fanatiques” en 2009, y “La démocratie des crédules” en 2013), denuncia el triunfo del relativismo en que vale tanto la palabra de un científico como la de cualquier “youtuber”.
Bronner propone una forma de regular el mercado de ideas: una organización internacional que busca ordenar lo verdadero y lo falso, a partir del consenso científico. Dudo que esta «verdad» de la ONU pueda tener éxito en la lucha contra el irracionalismo. Y cualquier otra solución para controlar o suprimir información (aunque sea información falsa) correrá el riesgo de convertirse en censura.
A noticias falsas son el opio de los imbéciles, como escribió alguien. Y sólo su denuncia sistemática y metódica puede brindarle algún consuelo.
El autor escribe según la ortografía antigua.