El gobierno central obstaculiza la descentralización chilena





La elección democrática del gobernador regional es una de las principales medidas de descentralización política que ha tomado Chile para asegurar que las decisiones ya no se tomen exclusivamente en la capital. Desde el 14 de julio, estas autoridades han encabezado los gobiernos de las 16 regiones del país. Sin embargo, el gobierno central tomó varias medidas para obstaculizar el proceso, tratando de mantener las cuotas de poder que se habían acumulado a lo largo del tiempo.





Este hito se está produciendo en medio de un contexto complejo e incierto. Además de las dificultades económicas y de salud pública provocadas por la pandemia Covid-19, el sistema político chileno atraviesa una importante crisis de legitimidad, marcada por una intensa movilización social y que recientemente ha comenzado a trabajar en una convención constitucional para redactar su nueva constitución.

En este sentido, se debe considerar que los cambios y problemas políticos no solo ocurren a nivel nacional, sino que también están cada vez más presentes a nivel subnacional, ya que los gobernadores electos llegarán a sus cargos en medio de incertidumbres legales, falta de competencias, falta de lugar. para operar e intenta reducir los recursos financieros necesarios para el desempeño de sus funciones.

Gobernadores bajo supervisión

Aunque los gobernadores son autónomos del gobierno central, su gestión seguirá dependiendo de muchas formas de proyectos a este nivel. Junto a la figura del gobernador, habrá un delegado presidencial regional, autoridad que representará al presidente en la región, quien tendrá poderes de gobierno interno, ejecutará las políticas del gobierno central en el territorio y fiscalizará los servicios públicos.

El gobernador regional tendrá la facultad de asignar fondos de desarrollo regional, aunque el delegado regional es responsable de coordinar los servicios públicos descentralizados que a menudo administran estos fondos en los territorios.

En esta línea, cualquier estrategia regional implicará la necesidad de establecer un proceso de negociación con los representantes del presidente para que sus funciones sean efectivas. Así, la figura del delegado se convierte en símbolo del centralismo, de la relación de control y vigilancia que se perpetúa desde hace décadas. A fin de cuentas, se puede observar cierto paternalismo del gobierno central hacia las regiones, como si no tuvieran la madurez o capacidad suficiente para administrar, gobernar y, en definitiva, tomar decisiones de forma autónoma.

Otra dificultad que tendrán que afrontar los gobernadores es la falta de precisión en cuanto a los poderes que tendrán. A fines de mayo de este año, se aprobó una “pequeña ley de descentralización” para transferir poderes del gobierno central a las autoridades regionales. Sin embargo, la ley no se promulgó, a pesar de que la instalación de gobernadores ya es un hecho, y bajo una realidad en la que los datos señalan un aumento de la pobreza, la pobreza extrema y la desigualdad en las regiones de Chile.





El gobierno central bloquea la descentralización

Los gobernadores electos comenzarán su mandato con problemas de recursos importantes y preocupantes. En los días posteriores a la inauguración, se les informó que la Dirección de Presupuesto (DIPRES) reduciría su presupuesto operativo. Más que una simple reducción de fondos, la medida del gobierno consistió en transferir estos recursos financieros a los delegados presidenciales regionales. Cabe señalar que la elección de gobernadores fue una gran derrota electoral para el gobierno: de los 16 nuevos gobernadores, solo uno se unió a la coalición presidencial.

Presionado por las nuevas autoridades y la opinión pública, el gobierno tuvo que dar marcha atrás en esta decisión. Aun así, la transferencia de recursos de gobernadores a delegados tuvo un profundo significado político, en un intento de debilitar a las nuevas autoridades que serán adversarias de un gobierno con poca legitimidad. Como se ha visto en otros contextos, las autoridades políticas regionales pueden ser un importante contrapeso para el ejecutivo. Con estas medidas, el gobierno se enfrenta a los temores de las nuevas autoridades; después de todo, la descentralización implica que los territorios ganan una parte del poder a expensas del centro.

A pesar de todas las dificultades descritas anteriormente, los nuevos gobernadores inician un nuevo ciclo político con una legitimidad democrática que las autoridades regionales nunca antes habían tenido. Sin duda, su elección constituye la mayor reforma de descentralización política desde el retorno a la democracia. Entonces, a partir de esta legitimidad, es necesario avanzar hacia la legitimidad institucional, y será cuando la gente vea cambios y que la elección de esta figura no sea una pérdida de tiempo ni una cuestión de testimonio.

La descentralización como instrumento de desarrollo regional

La descentralización no puede ser un fin en sí misma; debe ser considerado un instrumento político que puede ser eficaz en la medida en que sus instrumentos sean muy limitados y se refuerce la autonomía política, financiera y administrativa. Es decir, tiene que producir un poder real y no con una lógica catastrófica, porque el objetivo debe ser avanzar más decisivamente en los múltiples problemas que afligen a los territorios y que deben resolverse desde allí.

En Chile, las políticas públicas centralistas han demostrado sistemáticamente su incapacidad para abordar la diversidad territorial existente. El caso de La Araucanía es uno de los más emblemáticos, tanto por los conflictos históricos que surgieron entre el Estado chileno y el pueblo mapuche, como porque es reconocida como una de las regiones más pobres del país. Por lo tanto, esperamos el inicio de este nuevo ciclo político, en el que los gobernadores podrán cambiar la dinámica del poder y las políticas regionales, a pesar de los esfuerzos por agilizar el proceso.

En el corto plazo, la clave será la coordinación entre los diferentes gobernadores y la capacidad de negociación con otros actores del sistema político, para consolidar su legitimidad institucional. A largo plazo, será fundamental la consolidación legal de competencias y recursos bien definidos. El actual proceso constituyente abre una ventana de oportunidad para trasladar este último a un nivel constitucional.

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Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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