El discurso en el tanque y el fin de la URSS.





El miedo y la incertidumbre dominaron el auditorio principal del Parlamento ruso. Allí se estableció el epicentro de la resistencia al golpe de Estado destinado a eliminar la perestroika y devolver a la URSS a la ortodoxia soviética. Después de escuchar los discursos en defensa de las renovaciones, salí del edificio en busca de más noticias sobre ese 19 de agosto de 1991, hace exactamente 30 años.





En la calle, frente a la clásica escena golpista, vi tanques. Inmediatamente me sorprendió una multitud que cruzaba la puerta del Parlamento y marchaba resueltamente. Identifiqué en la multitud, entre guardaespaldas y simpatizantes, al líder ruso y ultra-reformista Boris Yeltsin.

Seguí a la mafia. Yeltsin se subió a un vehículo blindado enviado por los golpistas. El petrolero atónito aceptó el apretón de manos del líder ruso. La máquina de guerra se convirtió en una plataforma, y ​​el timonel de la resistencia habló: “¡La reacción no pasará!”.

Proféticas son las palabras de los einsteinistas. En solo tres días, el golpe orquestado por los comunistas ortodoxos colapsó, junto con el plan para expulsar del Kremlin a Mikhail Gorbachev, el padre de la perestroika.

Concebido para salvar a la URSS de la ola separatista que destrozó el imperio creado por Vladimir Lenin en 1917, el juicio tuvo el efecto contrario. Su fracaso aceleró las tendencias nacionalistas y contribuyó decisivamente a la desintegración soviética.

La imagen de Yeltsin sobre el tanque, atreviéndose a desorientar a los golpistas a la espera de la dimisión de un homo sovietus, resistencia galvanizada. Se convirtió en un icono del momento histórico y del imparable ascenso del eltsinismo.

Yeltsin gobernó Rusia, la más grande de las 15 repúblicas (en la práctica provincias) de la URSS, y rivalizó con el presidente Gorbachov, a quien criticó por la lentitud de las reformas. Aspiraba a llegar al Kremlin y desafió al gobierno central, apoyando el drenaje de poder a las autoridades regionales.





La victoria de agosto de 1991 inclinó decisivamente la balanza política hacia Yeltsin. Cuatro meses después, junto con dos líderes regionales más, de Ucrania y Bielorrusia, el pez gordo ruso anunció ignorar el poder central, ocupado por Gorbachov, y proclamó el fin de la URSS. El mapa mundial comenzó a dibujar 15 países independientes donde solía haber un imperio rojo.

Exaltado en Occidente por su papel en la eliminación de la Guerra Fría, Gorbachov enfrentó un formidable proceso de corrosión política en casa. La perestroika había traído libertades sin precedentes, pero también la mayor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial.

El fracaso del modelo soviético alimentó las tendencias separatistas en todo el gigantesco país, que se extendía desde la frontera polaca hasta los mares de Alaska. Y Gorbachov se culpó a sí mismo por la debacle económica.

El patriarca de las reformas navegó entre las presiones de los separatistas y un establecimiento conservador empeñado en mantener intacto el imperio. Los comunistas refractarios a las reformas vieron la aventura golpista como una solución final, pero calcularon mal al ignorar la capacidad de Yeltsin para movilizar fuerzas contra la conspiración al estilo de Brezhnevista.

Cuando llegué a la oficina, después de presenciar la escena histórica de Yeltsin sobre el tanque, encendí la televisión. Recogí la lectura de los comunicados oficiales de los conspiradores y luego un programa monótono que mostraba una «Feliz Unión Soviética».

Los autores de la trama pensaron que todavía vivían en la década de 1960, cuando un golpe conservador liderado por Leonid Brezhnev derrocó a Nikita Khrushchev. Los tiempos, sin embargo, fueron diferentes. E incluso la URSS dejó de existir.

ENLACE ACTUAL: ¿Te gustó este texto? El suscriptor puede lanzar cinco accesos gratuitos de cualquier enlace por día. Simplemente haga clic en la F azul a continuación.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *