El dictador, los tiranetes y la ópera bufa autoritaria





"Fidel no será absuelto por la historia", sentenció el escritor peruano Mario Vargas Llosa, dos días después de la muerte del viejo dictador cubano. El veredicto alcanzaba frontalmente el mito creado por el libro La historia me absolverá – célebre discurso hecho en autodefensa ante el tribunal que condenó al líder revolucionario en 1953, tras un intento fallido de golpe. Como pocos, Vargas Llosa conoce el signo invertido de los regímenes implantados por los "libertadores" de América Latina y el Caribe.





"El discurso en defensa de la democracia, contra la injusticia social, la corrupción y violencia policial que marcaron la vida de Cuba años antes de la revolución" de Fidel encantó a las audiencias de incautos por el mundo – el propio Vargas Llosa cayó en el canto de la sirena del ideal delirante socialista. Pero fue el pueblo cubano, antes víctima de la tiranía del caudillo Fulgencio Batista, quien tuvo páginas de su historia escritas con la sangre de aquellos que se atrevieron a levantar voz contra la crueldad del régimen comunista de los hermanos Castro.

Cuando pronunció su sentencia, Vargas Llosa le dijo a El País esperar "que una etapa democrática y de esclarecimiento de los hechos ocurridos desde la Revolución de 1959" pudiera suceder para reescribir la biografía del dictador cubano. Sin embargo, pasados ​​poco más de dos años, el legado de Fidel sigue moldeando regímenes rotulados de izquierda. El bolivariano de Venezuela es un ejemplo de orden político que mimetiza las características esenciales de su matriz ideológica, en particular la pobreza, la corrupción y el autoritarismo, fuertemente influenciado por el castrismo de la isla-prisión.

El boliviano es un engaño que se apropia del mito de Simon Bolivar -un oligarca aspirante a sustituto de dominador español- para contraponerse al marxismo-leninismo decadente de finales del siglo XX. Según el historiador Marco Antonio Villa, el bolivarianismo «nunca pasó de un amontonado mal articulado de chavones izquierdistas asociados a la vieja retórica caudilhesca latinoamericana». Pero el engaño funciona como fuerza propulsora de las causas de la tragedia venezolana.

El socialismo bolivariano de Chávez y Maduro fue exitoso mientras que los "petrodólares" pudieron costear los devaneos de los tiranetes lunáticos. En los primeros años, con el precio del petróleo en alta y control cambiaria, el régimen garantizó recursos para mantener los programas sociales y aún tenía margen para las orgías de corruptos que desvían dólares para vender en el mercado paralelo con sobreprecio hasta 12 veces el valor oficial.

Sin embargo, el castillo de cartas bolivariano se derrumbó al primer soplo de la caída en flecha del precio de la mercancía a partir de 2014. La tragedia anunciada de un Estado que aplasta la libertad y la espontaneidad individual se materializó gradualmente en el sufrimiento de la población. Las cifras de 2018 son catastróficas: la inflación fue de 1.698.488,2%; el crecimiento del PIB, -18%; el desempleo alcanzó casi el 50% de la población. Ante la grave crisis humanitaria, Venezuela sigue presa a una situación que promete empeorar antes de empezar a mejorar.

La suerte del país no cambia mucho al depender de fuerzas políticas internas contrarias al chavismo – cientos de críticos padecen en las prisiones del régimen. Formada por una derecha radical con dificultad de unificar sus agendas, la oposición domina el Parlamento y hace del Legislativo su trinchera. En el segundo día del nuevo mandato de Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, llamó al apoyo de la población, de los militares y de la comunidad internacional para convocar una nueva elección.





El secretario general de la OEA, Luis Almagro, inmediatamente saludó a Guaidó de "presidente interino" en Twitter. El gobierno brasileño divulgó una nota de apoyo a la decisión del parlamentar de "asumir constitucionalmente la Presidencia de Venezuela". Sin embargo, por orden de Maduro, la osadía del opositor fue castigada con la prisión. Como se ve, actores externos poco pueden hacer más allá de presionar, aplicando sanciones económicas y diplomáticas. Para disuadir a los globalistas, la soberanía de los Estados sigue siendo un activo en el sistema internacional.

Incluso en una encrucijada, el tiránte está dispuesto a permanecer en el cargo – ilegítimo en la visión hasta de elementos asociados a la izquierda. Es impagable el editorial de El País, que finalmente asumió posición crítica al régimen, titulado "La farsa de Maduro". Ya no es posible tapar el sol con la criba, el socialismo bolivariano mató a la democracia y se convirtió en dictadura.

La palanca que puede desbloquear el poder en Venezuela está en manos de los militares. El día en que las fuerzas armadas – dueñas de gran protagonismo en la historia política del país y hasta aquí sostén del régimen – retiren el apoyo al bolivarianismo, Maduro cae, por qué podrido ya está. Acuado, el pupilo de Chávez dispara a todos lados. Sus faroles miro principalmente a los adversarios externos – reales o imaginarios. Maduro es un presidente en busca de enemigos.

En este momento, una crisis regional es todo lo que el tiranete necesita para catalizar apoyo doméstico, continuar reprimiendo brutalmente la oposición y, de borla, aún posar de víctima ante los aliados extranjeros – pocos, se diga la verdad. Nada como un enemigo externo para justificar la existencia de un gobierno autoritario, táctica bastante eficiente que permitió a los soviéticos asesinar a millones de compatriotas y conservar el poder por más de siete décadas.

La historia reciente muestra que las relaciones entre Venezuela y Colombia están lejos de ser clasificadas como amistosas. Sin embargo, es en la frontera con la Guyana que el tiranete avanza sus piezas para dar un jaque mate y abrazar 2/3 del territorio vecino. Una decisión de 1899 de un tribunal internacional concedió el derecho a Guyana sobre la región de Essequibo. Sin embargo, el mapa venezolano diseñado por Chávez no acata la resolución. El régimen pasó a reivindicar derechos sobre el territorio, y no raramente se registran incidentes. Mientras la ONU no arbitra el litigio, el agresor oportunista hace valer la ventaja de las armas.

Venezuela tiene hoy, seguramente, una de las fuerzas armadas mejor equipadas y modernas del subcontinente sudamericano. Interesados ​​en desestabilizar el "quintal" de Estados Unidos, rusos y chinos figuran como los mayores proveedores de armas del país. No por coincidencia, el mismo autoritarismo que aproxima Venezuela, Rusia y China también sirve para atraer a la órbita del socialismo bolivariano dedicados partidarios, a los participantes de la ópera bufa puesta en la posesión del tiranet para nuevo mandato.

A la ceremonia realizada en el Tribunal Supremo de Justicia, dominado por el régimen, media docena de gatos-goteados asistieron para aplaudir al camarada. Igualmente irrelevantes, otros prefirieron enviar mensajes para reforzar la creencia en el delirio colectivo. Este fue el caso de los partidos comunistas de Brasil y Portugal, que no han perdido la oportunidad de hacer propaganda de su forma de hablar con moho retratar el régimen bolivariano como una víctima, el objetivo de "marcos imperialistas desestabilizadoras".

Sin las presencias de jefes de Estado de los principales países de América Latina y el Caribe, de Estados Unidos y de la Unión Europea, así como de los socios Rusia y China, Maduro tuvo que contentarse con la claque amestrada de tiranetes de segundo escalón. Los presidentes de Bolivia, Evo Morales; Nicaragua, Daniel Ortega; Cuba, Miguel Díaz-Canel; El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; y Osetia del Sur (país no reconocido por la ONU), Anatoly Bibilov, fueron los únicos que tuvieron coraje, o despudor, de comparecer para renovar apoyo al camarada venezolano.

Sin embargo, un personaje merece destaque en el argumento farsesco ejecutado en posesión del pupilo de Chávez. Se trata de la diputada electa Gleisi Hoffmamn, presidenta del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva, orgullosa del papel de títere de presidiario. El gesto representó la prueba de fidelidad del partido al socialismo, ideología que los petistas negaron durante la campaña electoral. Por más que sus políticos intentan ocultar, su naturaleza autoritaria, a bordear el totalitarismo, siempre se revela.

Gleisi y su partido idolatran el castrismo. Fidel, Chávez y Maduro son sus mejores ejemplos de liderazgos en la pretendida tarea de unificar el poder político continental en las manos de lo que etiquetan de izquierda. Si Fernando Haddad hubiera vencido la elección, Brasil sería conducido al mismo agujero en el que se encuentran Cuba y Venezuela. Cuando Bolsonaro prometió en su discurso inaugural "el país se va a liberar del socialismo", en que pese al tono mesiánico, el presidente tenía razón.

Los petistas hicieron burla del discurso de Bolsonaro, considerada una exageración. Sin embargo, bajo el lulopetismo, la verdad es que Brasil dio pasos amplios hacia el socialismo. Los ejemplos saltan a los ojos. De la misma forma que los bolivarianos de matriz castrista, el país fue capturado por el narcotráfico, asistió al empobrecimiento de la población, a la desindustrialización y al debilitamiento de la libre iniciativa, al apareamiento de las instituciones, a la corrupción estructural, al ataque a la democracia y al estado de derecho etcétera ¿O éstas no son algunas de las más expresivas realizaciones de la ola de gobiernos bolivarianos iniciada por Chávez en 1999?

Por detrás de esta catástrofe, que llevará décadas hasta ser reparada, está el Foro de São Paulo, organización creada por Fidel Castro y Lula da Silva, en 1995, para congregar a la izquierda en América Latina y el Caribe, incluyendo a los terroristas y narcotraficantes de las FARC. La región siempre ha sido objeto de líderes exclusivos, imprudentes y obsesionados por el poder. Pero pocos fueron tan erráticos como los de la izquierda que, al mando político de sus países, desperdiciaron un momento históricamente favorable al desarrollo de una parte del mundo que parece fachada al atraso. En una narrativa digna del realismo mágico de Vargas Llosa, el líder petista fue condenado y preso por sus crímenes. Y como afirmó el escritor peruano, "Fidel no será absuelto por la historia".

Periodista y doctorado candidato en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Católica Portuguesa. Busca los desafíos del multilateralismo liberal en el presente contexto de transformación del orden mundial.

Nacho Vega

Nacho Vega. Nací en Cuba pero resido en España desde muy pequeñito. Tras cursar estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, muy pronto me interesé por el periodismo y la información digital, campos a los que me he dedicado íntegramente durante los últimos 7 años. Encargado de información política y de sociedad. Colaborador habitual en cobertura de noticias internacionales y de sucesos de actualidad. Soy un apasionado incansable de la naturaleza y la cultura. Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/nacho.vega.nacho Email de contacto: nacho.vega@noticiasrtv.com

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