El desafío de reindustrializar Portugal
Nadie sabe cómo evolucionará la pandemia o cómo se recuperará la economía mundial. Asimismo, aún no sabemos cuánto tardará el turismo en recuperarse. Al igual que ocurre en todo el mundo occidental, prevalece la conciencia de que se ha ido demasiado lejos en la apuesta por los servicios, convirtiéndose la reindustrialización del país en una prioridad nacional.
Lo que está sobre la mesa no es solo la instalación en Portugal de nuevas industrias, sino también la modernización de los sectores tradicionales. No por casualidad, ayer el primer ministro António Costa defendió que el calzado, el textil, la alimentación y otras industrias tradicionales «tendrán que ser los motores de la recuperación económica de Portugal».
En la crisis anterior, la industria jugó un papel fundamental en la recuperación de la economía portuguesa, especialmente en los sectores orientados a la exportación. Sin embargo, la nueva realidad será más compleja. Nuestra industrialización deberá estar alineada con la que es la estrategia europea en este ámbito.
Además, quedan varios retos que Portugal tiene que superar, de los que destaco dos. El primero es la falta de capital. Debemos ser capaces de atraer capital extranjero para financiar la reindustrialización, que requiere la existencia de condiciones fiscales y regulatorias atractivas y estables. Por otro lado, instituciones como el prometido Banco do Fomento pueden ser cruciales.
El segundo desafío es cultural: aprender a cooperar. En el mundo venidero, las empresas portuguesas tendrán que trabajar más juntas.