El cuidador como puente emocional entre la familia y la persona con demencia
Hoy en día, vemos personas mayores que llegan a los 100 años, y pocos llegan a este rango de edad sin algún deterioro cognitivo. Y, a diferencia de antes, muchos de los miembros de la familia trabajan fuera del hogar y no tienen la disponibilidad ni los conocimientos para cuidar a estas personas mayores.
Por tanto, el papel del cuidador profesional se vuelve esencial, tanto para cubrir una necesidad de tiempo, que la familia ya no tiene, como por la falta de habilidad y conocimientos para cuidar adecuadamente al individuo.
En muchos casos, tratar con la familia es más desafiante que tratar con el propio paciente. Quizás el principal obstáculo sea la aceptación de que el papel de esa persona mayor en el entorno familiar ha cambiado para siempre.
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Ese familiar solidario y activo pierde espacio ante una versión más dependiente, que en ocasiones no reconoce a sus hijos y tiene actitudes que se consideran irracionales o agresivas. Para la familia esto es difícil de aceptar.
Cuando el cuidador brinda orientación sobre cómo se deben preparar y ofrecer los alimentos, o sobre cómo organizar el hogar, está ofreciendo un apoyo que ayuda a facilitar la vida cotidiana. Pero a veces la familia no sigue las recomendaciones porque no acepta la nueva realidad, y esto hace que todo sea más estresante para todos.
Lazos afectivos
Mucha gente cree que el trabajo de un cuidador se limita a ocuparse de la higiene, la nutrición y la supervisión de la salud, pero va mucho más allá. Cuanto más activo y estimulado esté el paciente, más calidad de vida conserva.
Esto significa que el cuidador profesional está siempre atento a las preferencias de este paciente, buscando herramientas de estimulación, como aficiones, películas, conversaciones, actividades lúdicas que ya disfrutaba… Y el cuidador debe fomentar la participación de la familia en estas actividades para restablecer la convivencia. y autoestima, dignidad.
Por eso digo que el cuidador necesita tener algunas características personales para desarrollarse en esta carrera. Quizás el principal sea la empatía.
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Imagínese perder gradualmente la capacidad de hablar, comer, recordar hechos y personas, etc. La reacción ante esto puede ser muy diferente de persona a persona.
Es muy común presentar algunos cambios de temperamento, agresividad, ansiedad, depresión. Las familias sufren juntas porque no saben cómo afrontar estos cambios.
En este contexto, el cuidador actúa como el puente que aporta conocimientos y estrategias para afrontar esta nueva estructura familiar. Es importante que el profesional tenga conocimientos técnicos para afrontar la evolución de la enfermedad y naturalizar todo este proceso, tranquilizando a los pacientes y familiares.
La presencia activa del cuidador fortalece el apoyo emocional, facilita la comunicación efectiva y promueve un ambiente acogedor. Ser vínculo entre la familia y el paciente no es sólo una tarea, sino una decisión de amor y cuidado.
*Renata Lima es psicóloga y posgraduada en Gerontología, con especialización en Gestión de Personas. Actúa como administradora y responsable de reclutamiento y selección en Padrão Enfermagem Guarulhos desde 2016, además de promover charlas y capacitaciones para profesionales cuidadores y familiares de personas mayores.
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