El BCE y la condonación de la deuda





Un manifiesto firmado por más de 100 economistas, entre ellos Thomas Piketty, Laszlo Andor, Paul Magnette y el portugués Francisco Louçã, pide al Banco Central Europeo (BCE) la condonación de gran parte de la deuda pública de los Estados miembros. Los firmantes del manifiesto recuerdan que el BCE posee el 25% de la deuda pública de los países del euro y argumentan que estos pasivos deberían ser cancelados o convertidos en bonos perpetuos con interés cero. De esta manera, argumentan, los Estados podrían invertir en “reconstrucción ecológica y social”, evitando la necesidad de recurrir a aumentos de impuestos o medidas de austeridad para pagar los costos de la crisis provocada por Covid-19.





Los países que más se beneficiarían de esta medida serían los tres principales estados del sur de Europa. A finales del año pasado, el BCE tenía 95.000 millones de euros en bonos italianos, 84.000 millones en deuda francesa y 61.000 millones en bonos españoles. La deuda portuguesa en manos del BCE ascendió a 12.000 millones de euros, o el 4% de nuestra deuda total.

La posición de los cien economistas merece ser debatida. Como afirmó el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, se trata de una «interesante hipótesis de trabajo».

Por un lado, a pesar de los previsibles obstáculos a nivel político y la oposición ya demostrada por varios funcionarios europeos (entre ellos la presidenta del BCE, Christine Lagarde, que considera «impensable» la cancelación de las deudas de los Estados), los tratados no impiden explícitamente una solución de este tipo. Los tratados prohíben la financiación de los estados por parte del banco central, pero el hecho de que el BCE posea hoy una cuarta parte de la deuda pública de la eurozona es una prueba de que la interpretación de esa regla no está escrita en piedra después de que el banco central haya roto sucesivamente los tabúes del pasado diez años, yendo más allá de la interpretación restrictiva que se hacía anteriormente de la letra de los tratados.

Sin embargo, la idea no está exenta de riesgos. Si bien es imposible que el BCE vaya a la quiebra (al final podría funcionar con capital negativo y seguir imprimiendo dinero, como admitió recientemente la propia Lagarde), una medida de esta naturaleza podría abrir una caja de Pandora con consecuencias impredecibles. La irracionalidad es algo que no se puede excluir de entrada y esta medida podría ser mal entendida en los mercados. El resultado podría ser el contrario al esperado.

Por otro lado, en el contexto actual, los beneficios de una medida uno fuera de esta naturaleza no son tan evidentes como parece al principio.

A pesar de los temores de que tal situación no continúe por mucho más tiempo, el BCE continúa inyectando cantidades masivas de liquidez a la economía y las tasas de interés permanecen en terreno negativo, lo que permite a países como Portugal refinanciar su deuda a intereses históricamente bajos. Algunos economistas incluso argumentan que en este nuevo mundo de tasas de interés negativas, la relación deuda / producto interno bruto (PIB) ya no es un indicador confiable del endeudamiento de los países y, alternativamente, proponen una nueva relación del servicio de la deuda a PIB.





En este contexto, puede ser más inteligente (y urgente) aprovechar la ventana de oportunidad de financiación barata para reducir los costes de la deuda pública y privada, reforzar la inversión en áreas clave y llevar a cabo las reformas estructurales que Portugal y otros países necesitan. crecer de forma sostenida. El propio perdón del BCE solo tendría sentido si fuera acompañado de medidas estructurales para aumentar la competitividad de las economías europeas, bajo pena de servir solo para empujar los problemas con la barriga.

A cambio de estas reformas estructurales, es importante reflexionar sobre una revisión de los tratados en cuanto a la misión y las competencias del BCE. La situación actual es muy diferente a la que presidió la creación de la unión monetaria. No es el momento para líderes miopes y el BCE será decisivo para relanzar la economía europea en los próximos años.

Ana Gomez

Ana Gómez. Nació en Asturias pero vive en Madrid desde hace ya varios años. Me gusta de todo lo relacionado con los negocios, la empresa y los especialmente los deportes, estando especializada en deporte femenino y polideportivo. También me considero una Geek, amante de la tecnología los gadgets. Ana es la reportera encargada de cubrir competiciones deportivas de distinta naturaleza puesto que se trata de una editora con gran experiencia tanto en medios deportivos como en diarios generalistas online. Mi Perfil en Facebookhttps://www.facebook.com/ana.gomez.029   Email de contacto: ana.gomez@noticiasrtv.com

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